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martes, 28 de abril de 2015

9- EL CUERPO MENTAL




Temas extraídos del libro “El cuerpo mental” de Arthur Powell
Digitalizado por Biblioteca Upasika: www.upasika.tk



TEMAS TRATADOS (del capítulo I al V del libro):

1- Descripción general
2- Esencia elemental mental
3- Composición y estructura
4- Funciones
5- Ejemplos típicos



INTRODUCCIÓN


Este libro es el tercero de la serie que trata de los cuerpos del Hombre, los precedentes son: El Doble Etérico y El Cuerpo Astral. En la preparación de los tres, se ha seguido el mismo método. Hemos consultado unos cuarenta volúmenes; la mayoría debidos a las plumas de la doctora Annie Besant y del Obispo Leadbeater, reconocidos hoy como autoridades, por excelencia, en cuanto atañe a la Sabiduría Antigua, en su presentación como Teosofía moderna. Hemos buscado, con la máxima minuciosidad, todos los datos relacionados con el Cuerpo Mental, al objeto de presentarlos al estudiante, debidamente clasificados y ordenados y en forma coherente y consecutiva.
En esta serie no se ha intentado demostrar, ni siquiera justificar, las afirmaciones hechas, puesto que la evidencia y la razonabilidad surgen de las mismas. La buena fe de estos veteranos investigadores e instructores es indiscutible, por lo cual se presentan aquí los resultados de sus investigaciones y enseñanzas, sin evasivas ni reservas de especie alguna; en lo posible, en sus mismas palabras, modificadas y condensadas, únicamente, cuando ha sido necesario para ajustarnos a las exigencias de una presentación ordenada y lógica del tema.
Las pruebas son cuestión aparte enteramente; además, de muy vasta, proyecciones. Si intentáramos discutir o probar las afirmaciones hechas, frustraríamos el objeto principal de. estos libros, el cual no es otro que poner ante los estudiantes serio, una síntesis condensada, dentro de límites razonables, de las enseñanzas de la mencionada procedencia con respecto a los cuerpos del hombre, y a los planos y mundos a los cuales tales cuerpos corresponden. Quienes deseen pruebas tendrán que buscarlas en otras fuentes.
El hecho que, después de unos dos años y medio de intenso estudio de los escritos de los dos autores nombrados, no se hayan encontrado discrepancias ni contradicciones, aparte de dos o tres de nimia importancia, constituye un sorprendente testimonio de la exactitud, en detalle, de los investigadores, y de la coherencia del sistema teosófico.
Como ya hemos dicho, la mayor parte del material ofrecido en este libro se ha tomado de los escritos de la doctora Besant y del Obispo Leadbeater. No se han incluido las obras de H. P. Blavatsky en la lista de los autores citados. Buscar en La Doctrina Secreta lo concerniente al Cuerpo y al Plano .Mental hubiera sido una tarea francamente fuera del poder del compilador; además, con toda probabilidad, hubiera resultado
un libro demasiado abstracto para la clase de estudiantes a quienes esta serie de libros está destinada. La deuda que tenemos con la Sra. Blavatsky es mayor de lo que pudieran indicar las citas que incluyéramos, tomadas de obra tan monumental. Basta decir que ella abrió el camino, sin lo cual los investigadores posteriores no habrían encontrado la senda: mucho menos marcarla para que otros la sigan con relativa facilidad y seguridad.

A. E. P.


CAPÍTULO I

DESCRIPCION GENERAL

Antes de entrar a describir, en detalle, el cuerpo mental, las funciones del mismo y la parte que desempeña en la vida y en la evolución del hombre, es conveniente que demos un delineamiento general de la extensión de nuestro estudio.
En primer lugar tendremos que considerar al Cuerpo Mental como vehículo, por medio del cual el Yo Superior se manifiesta como intelecto concreto, en el cual se desenvuelven los poderes de la mente, incluso la memoria y la imaginación, y el cual, en etapas sucesivas de la evolución del hombre, sirve a éste como vehículo separado y distinto de conciencia, por cuyo medio puede vivir y actuar completamente independiente, tanto de su cuerpo físico como del astral.
Para empezar, el estudiante ha de darse clara cuenta de que, en la psicología ocultista, las dotes mentales del hombre se dividen en dos aspectos distintos: 1) El cuerpo mental que trata de lo particular; de lo que se llama pensamiento concreto; por ejemplo, un determinado libro, una casa, un triángulo, etc. 2) El cuerpo causal, que trata de principios, de ideas abstractas; por ejemplo, libros y casas en general, los principios de triangulación, comunes a todos los triángulos. De manera que el Cuerpo Mental trata de Rupa, o formas de pensamiento, y el Cuerpo Causal de Arupa, o pensamientos sin forma. Podemos tomar la analogía de las matemáticas; la Aritmética, que trata de los números en particular, viene a corresponder al aspecto inferior o de forma de la mente; Algebra trata de los símbolos representativos de los números en general, y corresponde al aspecto superior, o sin forma, de la mente. Los términos forma y sin forma se emplean, naturalmente, no en sentido absoluto, sino relativo.
Así, una nube o una llama, aunque tienen forma, son sin forma, comparadas, digamos, con una casa o a un trozo de leña.
Luego, nos ocuparemos de esa extraña, semi-inteligente o intensamente activa, substancia vital conocida como Esencia Elemental Mental y del papel que desempeña al ayudar al hombre a pensar. A continuación, dirigiremos nuestra atención a la estructura y composición del cuerpo mental; a lo que seguirá la descripción de cuerpos mentales típicos de personas en varios grados de desenvolvimiento.
Una destacada característica de nuestro estudio será el examen de Kama-Manas, o sea, la asociación o entrelace de Deseo y Pensamiento, en términos que quizás permitirían escribir una historia, tanto de la raza humana en conjunto, como de cada hombre individualmente. Es de hecho tan íntimo este entrelace que, algunas escuelas de pensamiento llegan a clasificar los cuerpos astral y mental del hombre como un solo vehículo de conciencia, como lo son, ciertamente, para fines prácticos, en la gran mayoría del género humano.
Se ha de describir la doble acción del pensamiento en su propio mundo, a saber: la irradiación de ondas mentales, y la formación y, en muchos casos, la proyección de formas de pensamiento en el espacio. Los efectos producidos por estas dos clases de fenómenos sobre sus creadores y sobre otro hombres, tendremos que examinarlos al tratar de la Transferencia del pensamiento; la cual, por conveniencia, la consideraremos como Inconsciente y como Consciente, incluyendo en la segunda división la Curación Mental, de la cual daremos un breve delineamiento.
Será, también, necesario considerar la influencia del cuerpo físico y, de hecho, del medio ambiente físico en general, ejercida sobre el cuerpo mental y sobre la actuación del mismo; igualmente habremos de examinar la influencia del cuerpo mental sobre el físico y sobre otros objetos físicos.
A continuación trataremos de manera similar, del cuerpo astral, o sea, de cómo afecta al cuerpo mental y cómo éste, a su vez, afecta al astral.
Volveremos luego al cuerpo mental mismo, exponiendo cómo funciona; cómo se puede desarrollar y cultivar las facultades del mismo, tanto al actuar por medio del cerebro físico, como cuando funciona por su propia cuenta como vehículo independiente de conciencia.
Esto, naturalmente, nos llevará a tratar del entrenamiento más deliberado del cuerpo mental, abarcando la Concentración, factor indispensable de una vida mental efectiva; la Meditación, y finalmente, la Contemplación, que conduce a la conciencia mística.
Trataremos brevemente del empleo del cuerpo mental durante el sueño; a lo que añadiremos una breve descripción del cuerpo mental temporario conocido como Mayavi Rupa.
La vida después de la muerte física y astral, es decir, en el plano mental mismo, ocupará luego nuestra atención. Este punto tendremos que tratarlo con alguna extensión; por cuanto tenemos que estudiar los principios generales subyacentes en el curso de la vida mental y en muchos de sus detalles. Además, tendremos que analizar ejemplos típicos de la vida en cada uno de los cuatro subplanos inferiores del mental, a los que los teósofos llaman Devachán, y los Cristianos  Cielo.
Al llegar a este punto estaremos en condiciones de comprender la realidad y las posibilidades del plano mental, considerado como un mundo en sí mismo; por tanto, podremos estudiarlo como tal, examinando las condiciones de vida allí y el carácter general de los fenómenos del mismo.
Entre estos fenómenos, encontraremos los Centros Mentales, los cuales constituyen una interesante e importante característica. De éstos pasaremos a los Anales Akásicos, la maravillosa e infalible Memoria de la Naturaleza, en la cual todo es recordado y registrado, de manera que pueden leerlos cuantos posean las cualidades requeridas.
Dedicaremos luego, un capítulo a los moradores del Plano Mental; después, al abandonar el hombre el plano mental inferior, al morir su cuerpo mental, le seguiremos lo suficiente como para percibir un vislumbre de la vida más amplia y; plena en el mental superior, o plano causal.
Habiendo, así, trazado el peregrinaje del hombre a través de la muerte física, su curso en el plano astral, siguiéndolo, en este volumen, hasta el umbral de su verdadero hogar, el plano causal, o mundo mental superior, tendremos alguna idea de la relación entre el hombre, envuelto en sus vehículos inferiores, los de la personalidad. Esta parte de nuestro estudio será objeto de un capítulo sobre la Personalidad y el Ego.
Luego, reanudaremos la historia, en el punto en que el hombre deja su "hogar" para renacer en los mundos inferiores.
Finalmente, dedicaremos un capítulo a la vida del hombre que ha alcanzado el estado en que es digno de ser aceptado como Chela o Discípulo por los Maestros de la Sabiduría; quienes, como Hermanos Mayores de la humanidad, sirven a Sus hermanos más jóvenes con tanta Sabiduría, tan incansable paciencia y tan perseverante e infinito Amor. Porque hoy está al alcance de muchos hombres, dispuestos a dedicarse a la tarea de hacerse digno de ella, la instrucción de Aquellos, para que les ayuden, aunque sea en limitada medida, en Su trabajo en servicio del mundo. Es ahora posible dar, más o menos explícitamente, las condiciones a llenar para que se les conceda un tan inestimable privilegio.



CAPÍTULO II

ESENCIA ELEMENTAL MENTAL

Antes de que podamos estudiar con fruto el Cuerpo Mental, ya sea en cuanto a la constitución, o estructura, o en relación con los métodos de actuación del mismo, es necesario describir (aunque en delineamiento general únicamente) lo que se conoce como Esencia Elemental Mental.
El estudiante recordará que, después de la formación de los estados atómicos de materia, en cada uno de los planos de la naturaleza, el Tercer Aspecto de la Trinidad (el Espíritu Santo, el Dador de Vida, en términos cristianos), se sumerge en el mar de materia virgen (la verdadera Virgen María) y, en virtud de Su vitalidad, despierta en la materia atómica nuevos poderes y posibilidades; esto da por resultado la formación de las subdivisiones inferiores de cada plano.
A la materia así vivificada, desciende la Segunda Gran Emanación de Vida Divina. Es decir que, según los términos cristianos, el Hijo encarna, por obra y gracia del Espíritu Santo, en la Virgen María.
Esta emanación de Vida Divina, recibe diversos nombres, en las diferentes etapas de Su descenso. Considerada en conjunto, se la llama Esencia Monádica, especialmente cuando está envuelta, únicamente, en materia atómica de los diferentes planos; por cuanto, en tal condición, es adecuada para suministrar átomos permanentes a las Mónadas.
Cuando anima materia no atómica, o sea, molecular, se la llama Esencia Elemental, nombre tomado de los ocultistas medievales. Estos lo aplicaron a la materia de la cual estaban formados los cuerpos de los espíritus de la naturaleza, a los cuales llamaron Elementales.
Cuando, en su curso descendente, tal Esencia anima la materia de los tres subplanos superiores del plano mental, se la conoce como Primer Reino Elemental. Después de desarrollar, durante una Cadena completa, dicha evolución, desciende a los cuatro subplanos inferiores del plano mental, y anima en estos al Segundo Reino Elemental, durante otra cadena.
En este grado, se la denomina también Esencia Elemental Mental.
Durante la siguiente Cadena permanece en el plano astral y entonces es conocida como Tercer Reino Elemental, o Escuela Elemental Astral.
(Una Cadena es el período de tiempo durante el cual la Oleada de Vida recorre siete veces los siete globos de una Cadena. De manera que hay cuarenta y nueve globos, o períodos mundanos en cada Cadena) (1)
Cada uno de esos tres Reinos Elementales es un reino de la naturaleza, tan variados en manifestación de sus diferentes formas de vida, como son los reinos vegetal y animal, con los cuales estamos más familiarizados.
Además, hay, naturalmente, en cada reino los usuales siete tipos o "Rayos", perfectamente distintos, de esencia, cada uno de los cuales se divide en siete subtipos.
Tanto la Esencia Elemental Mental como la Astral están vinculadas al hombre, a los cuerpos ya la evolución de éste, como veremos más claramente a medida que avancemos en nuestro estudio del Cuerpo Mental.
Es importante tener en cuenta que, tanto en el plano astral como en el mental, la Esencia Elemental es completamente diferente de la mera materia de esos planos.
Otro punto de gran importancia es que la vida animante, tanto de la materia mental como de la astral, se encuentra en el arco descendente, o hacia afuera, de la evolución; el progreso para ella es, por tanto, descender a formas de materia cada vez más densa y aprender a expresarse por medio de las mismas.
Para el hombre, la evolución es justamente lo opuesto; él ya se ha sumergido profundamente en la materia, y se está elevando hacia su Fuente. De consiguiente, hay un constante conflicto de intereses entre el hombre interno y la vida de la materia de sus diversos cuerpos. La plena influencia de este importante hecho la vemos más claramente en los capítulos que siguen, a medida que desarrollemos el tema.



CAPÍTULO III

COMPOSICION Y ESTRUCTURA

El Cuerpo Mental está formado de partículas de las cuatro subdivisiones inferiores del plano mental; es decir, de materia mental que corresponde con las cuatro subdivisiones de materia astral, y con la materia sólida, líquida, gaseosa y etérica del plano físico.
Los tres grados superiores de materia mental se emplean para formar el Causal, o cuerpo Mental Superior, del cual no nos ocuparemos ahora.
El Cuerpo Mental, además de la materia mental ordinaria, contiene Esencia Elemental Mental, es decir, materia del Segundo Reino Elemental.
El cuerpo físico, tal como lo conocemos, está formado de células, cada una de las cuales es una diminuta vida separada, animada por la segunda Emanación, la cual procede del Segundo Aspecto de la Deidad.
Lo mismo ocurre con los cuerpos astral y mental. En la vida celular, que las impregna, nada hay que se pueda llamar inteligencia; pero hay un fuerte instinto, que las empuja hacia abajo a la materia, como hemos visto en el capítulo precedente.
La forma del Cuerpo Mental es ovoide, ajustándose a la porción ovoide del Cuerpo Causal, única características de éste que se puede manifestar en los mundos inferiores. Sin embargo. la materia del Cuerpo Mental no está distribuida parejamente en todo el ovoide. En medio de éste se encuentra el cuerpo físico, que atrae fuertemente a la materia astral; ésta, a su vez, atrae con fuerza a la materia mental. En consecuencia, la mayor parte de la materia de los cuerpos astral y mental se acumula dentro del cuerpo físico. De manera que, a la visión astral clarividente, el Cuerpo Mental aparece como una densa neblina de la forma del físico, y rodeada de un ovoide de neblina más fina. Por esta razón, una persona, en el plano mental, puede ser reconocida tan instantáneamente como en el mundo físico.
La porción del cuerpo mental que sobresale de la periferia del físico, forma el aura mental. Las dimensiones, tanto del cuerpo astral como del físico, son las mismas del Cuerpo Causal en los planos inferiores. De manera que, a diferencia del cuerpo físico, el cual ha conservado substancialmente el mismo tamaño desde la época atlante, el cuerpo mental crece a medida que el hombre evoluciona.
Las partículas del Cuerpo Mental están en movimiento incesante. Además, cambian constantemente; pues, el Cuerpo Mental atrae a sí, del depósito general, materia capaz de mantener las combinaciones ya existentes en el mismo.
A pesar del movimiento intensamente rápido de las partículas mentales entre sí, la organización del Cuerpo Mental es todavía algo floja o suelta. Hay en el mismo ciertas estriaciones que lo dividen en segmentos más o menos irregulares; cada uno de estos segmentos corresponde a determinada sección del cerebro físico, de manera que cada clase de pensamiento actúe a través de la debida porción. En el hombre ordinario, el
Cuerpo Mental está muy imperfectamente desarrollado; al punto que, en muchos, no están todavía en actividad gran número de secciones especiales; de manera que los pensamientos pertenecientes a tales porciones han de fluir por algún canal inadecuado que esté abierto; en consecuencia, tales pensamientos se expresan torpemente y de manera incomprensible.
Por esto, como veremos más adelante, algunas personas tienen cabeza para las matemáticas, mientras otras son incapaces de resolver el más simple problema de tal materia. Asimismo, algunas personas comprenden, aprecian y gozan instintivamente, la música, mientras otras no distinguen una nota de otra.
Los buenos pensamientos hacen vibrar la materia más fina del cuerpo, la cual, en virtud de su gravedad específica, tiende a flotar en la parte superior del ovoide; en cambio, los majos pensamientos, como los de egoísmo y de avaricia, son siempre oscilaciones de materia más grosera, la cual tiende a gravitar hacia la parte inferior del ovoide. En consecuencia, el hombre corriente, quien, con frecuencia, cede a pensamientos egoístas de varias clases, ordinariamente expande la parte inferior de su Cuerpo Mental y presenta la apariencia de un huevo con su porción más abultada abajo.
El hombre que no entretiene tales pensamientos inferiores, sino que se dedica a los más elevados, tiende a expandir la parte más alta de su Cuerpo Mental; de consiguiente, presenta la apariencia de un huevo parado sobre su extremo más estrecho. Tales apariencias son, sin embargo, sólo temporarias; pues la tendencia es hacia la simetría del ovoide, la que se restablece por grados.
Por el estudio de los colores y estrías del cuerpo humano, el clarividente puede deducir el carácter y el progreso que ha hecho en la vida presente. (De características similares del Cuerpo Causal, se puede deducir el progreso alcanzado por el Ego desde su formación original, cuando el hombre salió del reino animal.)
Los elementos constituyentes del Cuerpo Mental serán, más o menos, refinados, según el grado de desenvolvimiento intelectual alcanzado por el hombre. Es un objeto de gran belleza; la delicadeza y el rápido movimiento de los partículas del mismo le dan el aspecto de luz viviente o iridiscente; esta belleza se hace extraordinariamente radiante y encantadora, a medida que el intelecto evoluciona más y más y se dedica principalmente a temas puros y sublimes. Como veremos en detalle más adelante, cada pensamiento produce vibraciones en el Cuerpo Mental, acompañadas de un juego de colores que se asemeja al efecto de los rayos del sol al chocar en la pulverización de una cascada; pero con colores muchísimo más vívidos y delicados.
Todo cuerpo mental posee una sola molécula o unidad, llamada comúnmente Unidad Mental, del cuarto subplano mental, la cual perdura en el hombre durante todas sus encarnaciones. Como veremos en el curso de nuestro estudio, los materiales del cuerpo mental se dispersan y reúnen una y otra vez, vida tras vida; pero la llamada Unidad Mental se mantiene como centro estable durante todo el tiempo.
Podemos considerar a la unidad mencionada como el centro y corazón del cuerpo mental; de la relativa actividad de las diferentes partes de esa misma unidad depende, en gran parte, apariencia del cuerpo mental en conjunto. Dicha Unidad Mental puede, naturalmente, pertenecer a cualquiera de los siete grandes tipos o rayos de materia. Se ha de notar que todos los átomos permanentes, lo mismo que la Unidad Mental de un hombre, pertenecen al mismo "tipo" o "rayo". De manera que, la unidad mental es la correspondencia" en el cuerpo mental, de los átomos permanentes de los cuerpos causal, astral y etérico.
La función de los átomos permanentes y de la Unidad Mental es conservar en sí mismos los resultados de todas las experiencias por las cuales pasan los cuerpos respectivos.
Las actividades de la mente se agrupan en ciertas clases o divisiones, las cuales se expresan por medio de diferentes partes de la Unidad Mental.
No todas estas son iguales, en manera alguna; varían grandemente, de acuerdo con el tipo y también con el desenvolvimiento de su poseedor. Si la Unidad Mental dejara en reposo la fuerza que de ella irradia, se formarían en el cuerpo mental una especie de embudos, de manera similar a como la luz de una linterna de proyección forma un cono de luz entre ella y la pantalla.
En este caso, la superficie del cuerpo mental se asemejaría a una pantalla, porque únicamente en la superficie sería visible el efecto, para quien observara el cuerpo mental desde afuera; de manera que, si la Unidad Mental estuviera en reposo, aparecerían en la superficie de dicho cuerpo varios cuadros en color, característicos de las diversas clases de pensamientos comunes de la persona; probablemente, con espacios oscuros entre ellos. Pero la Unidad Mental, como todas las demás combinaciones químicas, gira rápidamente sobre su eje, cuyo efecto, en el cuerpo mental, es la formación de una serie de franjas, no siempre claramente definidas, ni siempre de igual anchura; no obstante, fácilmente distinguibles y corrientemente en la misma posición relativa.
El estudiante está probablemente familiarizado con los colores y el significado de los mismos; pues fueron dados en el volumen El Cuerpo Astral, de esta serie, por lo que no los repetiremos aquí.
Todo pensamiento de aspiración, cuando existe, aparece en la parte más alta del ovoide, como un bello y pequeño círculo de color violeta. Al acercarse el aspirante al portal del Sendero, este círculo alimenta en tamaño y en brillantez; en el iniciado, es una especie de caperuza resplandeciente del color más atrayente imaginable. Bajo el mismo aparece a menudo el anillo azul del pensamiento devocional, corrientemente algo estrecho, salvo en los pocos casos en que la religiosidad es genuina y profundamente sentida. Debajo de este anillo, quizás, haya una zona más ancha de pensamientos afectuosos, la cual será de color carmesí o rosa, según la clase de afecto que indique.
Cerca de la zona de los afectos, frecuentemente conectada con la misma, se encuentra una franja de color naranja, la cual expresa pensamiento de orgullo y ambición.
A continuación, y en íntima relación con el orgullo, viene la franja amarilla del intelecto, dividida comúnmente en dos, denotando respectivamente pensamientos filosóficos y científicos. El lugar de este color amarillo varía mucho en hombres diferentes; algunas veces llena la entera parte superior del ovoide, por encima de la devoción y de los afectos; en cuyo caso el orgullo es generalmente excesivo.
Debajo del grupo de colores, que acabamos de describir, y ocupando la sección media del ovoide, se encuentra una ancha banda dedicada a formas concretas; es la parte del cuerpo mental de la cual proceden todas las formas ordinarias de pensamiento. (2)
El color principal en esta parte es el verde, sombreado a menudo por el marrón o el amarillo, de acuerdo con la disposición de la persona.
Ninguna otra parte del Cuerpo Mental varía más que la que acabamos de describir. Algunas personas tienen su Cuerpo Mental sobrecargado de un inmenso número de imágenes concretas; en cambio, otras tienen muy pocas. En algunas, son precisas y bien delineadas; en otras, aparecen vagas y confusas en grado extremo; en ciertas personas, tales imágenes están clasificadas, marcadas y dispuestas de la manera más ordenada; en cambio, en otras, no hay orden alguno y aparecen en gran confusión en la parte inferior del ovoide, aparecen las franjas que expresan toda clase de pensamientos indeseables. Son una especie de precipitado barroso de egoísmo, que abarca un tercio, y a veces, la mitad del cuerpo mental en su parte inferior; a veces con un anillo que expresa odio, marullería o temor. Naturalmente, a medida que el hombre progresa, esta porción inferior se desvanece, y la parte superior se expande gradualmente hasta que abarca todo el cuerpo. (3)
La regla general es que cuanto más fuerte sea el pensamiento, más amplia es la vibración; cuanto más espiritual y desinteresado sea el pensamiento, más alta o más rápida es la vibración. La fuerza del pensamiento produce brillantez, la espiritualidad produce delicadeza de color.
En un capítulo posterior, describiremos algunos cuerpos mentales típicos, e indicaremos cómo se manifiestan otras varias cualidades mentales.



CAPÍTULO IV

FUNCIONES

El cuerpo mental es el vehículo por medio del cual el Yo Superior se manifiesta y expresa como intelecto. La mente es el reflejo del aspecto cognoscitivo del Yo Superior como Conocedor; es el Yo Superior actuando en el cuerpo mental. La mayoría de las personas son incapaces de separar al hombre de la mente; en consecuencia, para ellos, el Yo Superior que buscan es la mente. Esto es tanto más natural, cuanto que, en la presente etapa de la evolución, los hombres de la Quinta Raza están trabajando especialmente en el desenvolvimiento del cuerpo mental.
El cuerpo físico fue vivificado, en el pasado, como vehículos de conciencia; el cuerpo astral está también vivificado, al menos, parcialmente, en la mayoría de los humanos; la vivificación del cuerpo mental es la obra a la cual la humanidad debiera ahora dedicarse más especialmente.
El desenvolvimiento del cuerpo astral, cuya función es expresar kama, o emoción y deseo, fue la obra especial de la Cuarta Raza-Raíz, la atlante; asimismo, es el trabajo especial de la Cuarta Subraza de la Quinta Raza-Raíz, la Celta.
Como se dijo antes, la cualidad, que la Quinta Raza-Raíz, lo mismo que la Quinta Subraza, tienen la misión especial de realizar es el desarrollo de manas, o mente; la clase de intelecto que discrimina y nota las diferencias entre las cosas.
En el estado actual de desenvolvimiento a medias, la mayoría de los hombres buscan las diferencias desde su propio punto de vista, no tanto para comprenderlas, cuanto para resistirlas, hasta para oponerse a ellas violentamente. No obstante, cuando la facultad esté desarrollada a la perfección, las diferencias se observarán con calma, con el único fin de comprenderlas y juzgar cuales son las mejores.
Podríamos agregar que, en el estado actual de desenvolvimiento de la Quinta Subraza, la debilidad de los demás es campo de explotación, de esclavitud; algo que pisotear, para encumbrarse sobre ello, en lugar de ayudar a que se valga por sí mismo. No obstante, por desagradable que sea en sus primeras etapas, este desenvolvimiento mental es básico y esencial, porque el verdadero espíritu crítico es necesario para que haya progreso real.
El estado de desenvolvimiento de la mente y de las emociones de la raza humana de la presente época, requiere algunas explicaciones más. La presente, o Cuarta Ronda, tiene como principal función el desenvolvimiento del deseo, o emoción; la Quinta Ronda está destinada a desarrollar el intelecto. Sin embargo, en virtud del estímulo dado por los Señores de la Llama, el intelecto está ya considerablemente desarrollado, habiéndose adelantado una Ronda completa al programa normal. Por lo demás, se ha de tener en cuenta que el intelecto, del cual el hombre se siente tan envanecido, es infinitesimal, comparado Con el que poseerá el hombre medio al culminar la Quinta Ronda que sigue.
Los Señores de la Llama, vinieron a esta tierra desde Venus, durante la Tercera Raza-Raíz, e inmediatamente se hicieron cargo de nuestra evolución. El Jefe de los mismos es llamado en los libros hindúes, Sanat Kumara; con éste vinieron tres Lugartenientes y unos veinticinco Adeptos como auxiliares. Unos cien seres humanos ordinarios fueron traídos de Venus, los cuales se mezclaron con la humanidad ordinaria de la Tierra.
Estos son los Grandes Seres de Quienes dice La Doctrina Secreta que implantaron la chispa en los hombres sin mente y despertaron en estos el intelecto. La acción de Aquellos fue realmente un estímulo magnético, cuya influencia atrajo a la humanidad hacia ellos, lo cual permitió a los hombres desarrollar la chispa latente y devenir individualizados.
Volviendo a nuestro tema, se ha de tener siempre presente, que no obstante ser necesario, para el análisis y el estudio, separar al hombre de los vehículos que utiliza, el Yo Superior es uno, por muy diversas que sean las formas en que se manifiesta. La conciencia es una unidad; las divisiones que hacemos en ella son para fines de estudio, o son ilusiones debidas a que nuestro poder de percepción es limitado por los órganos por medio de los cuales este poder actúa en los mandos inferiores.
El Yo Superior tiene tres aspectos, poder de conocer, poder de voluntad, poder de dar energía; de estos surge diversidad de pensamientos, de deseos y de acciones. No obstante, el entero Yo Superior conoce, quiere y actúa. Tampoco estas funciones están completamente separadas; cuando conoce, actúa y quiere; cuando actúa, también conoce y quiere; cuando quiere, también conoce y actúa. Una función predomina, a veces, en tal medida que encubre enteramente a las otras; pero hasta en la concentración más intensa de conocer -la más separada de las tres- hay siempre una energía latente y una voluntad latente, discernible como presente por el análisis cuidadoso.
Una explicación un poco más amplia ayudará a comprender. Cuando el Yo Superior está en quietud, se manifiesta el aspecto Conocimiento, capaz de asumir la semejanza de cualquier objeto presentado (como veremos más adelante). Cuando el Yo Superior está concentrado, con intención de cambiar de estado, aparece el aspecto Voluntad. Cuando el Yo Superior, en presencia de un objeto, emite energía, para establecer contacto con el objeto, se manifiesta el aspecto Acción. Se ve, pues, que estos tres aspectos no son divisiones separadas del Yo Superior; no son tres cosas unidas en una o combinadas, sino un todo indivisible, manifestándose de tres maneras.
Desde el punto de vista del Yoga Oriental, “mente”, es sencillamente la conciencia individualizada -la entera conciencia, incluso las actividades-.
Yoga describe la conciencia de este modo: 1) Apercibirse de los objetos; el aspecto inteligencia, la nota dominante del plano mental; 2) Deseo de conseguir los objetos; el aspecto deseo, nota dominante del plano astral; 3) Esfuerzo para conseguir los objetos; el aspecto actividad, la nota dominante del plano físico. En el plano búdico conocimiento como razón pura, predomina.. Cada uno de estos aspectos está presente en todo momento; pero uno predomina unas veces; y otro, otras veces.
Volviendo ahora a un examen más detallado de la mente, vemos que  el pensamiento abstracto es una función del Yo Superior, expresándose por medio del mental superior, o cuerpo causal; el pensar concreto (como se dijo antes) es realizado por el Yo Superior en el cuerpo mental inferior, según se lo llama a veces. El mecanismo del pensamiento concreto lo estudiaremos enseguida.
La memoria y la imaginación empiezan también en el cuerpo mental.
El germen de la memoria está en Tamas, o inercia de la materia, la cual es la tendencia a repetir las vibraciones, una vez iniciadas, al impulso de la energía.
El cuerpo mental es, así, el vehículo del Ego, el Pensador real quien reside en el cuerpo causal. Pero, aunque el cuerpo mental está destinado a ser, con el tiempo, el vehículo de !a conciencia en el plano mental inferior, también actúa sobre y por medio de los cuerpos astral y físico en todas las manifestaciones que corrientemente se llaman la “mente”, en la conciencia ordinaria de vigilia.
El proceso, en detalle, es como sigue: El acto de pensar concreto pone en vibración al cuerpo mental. Esta vibración se transfiere a una octava inferior; por así decirlo, a la materia más grosera del cuerpo astral del pensador; desde éste afecta, a su vez, a las partículas etéricas del cerebro, y  por medio de éstas, pone en acción la materia gris más densa del cuerpo físico. De manera que, todos estos pasos sucesivos son necesarios para que un pensamiento se traduzca en conciencia activa en el cerebro físico.
El sistema nervioso simpático está mayormente vinculado al cuerpo astral; pero el sistema cerebro-espinal está más bajo la influencia del Ego, actuando por mediación del cuerpo mental.
El proceso que se acaba de describir, se puede elucidar algo más. Cada partícula del cerebro físico tiene su contraparte astral. Si suponemos, para los fines de nuestro examen, al entero cerebro físico extendido formando una capa de una partícula de grueso, podemos imaginar la: correspondiente materia astral, lo mismo que la mental, extendidas de la misma manera en capas superpuestas, la astral un poco más arriba que la física y la mental encima de la astral.
Tendríamos así tres capas de materia de diferente densidad, correspondiéndose una a la otra, pero no juntas en forma alguna, salvo por alambres de comunicación, aquí y allá, entre las partículas físicas y astrales, y entre éstas y las mentales. Esto representa bastante bien la condición en el cerebro del hombre medio.
De consiguiente cuando un hombre con el cerebro en tales condiciones quisiera enviar un pensamiento del mental al físico, el pensamiento, debido a que muchos canales no están abiertos, tendrá que desviarse, por así decirlo, lateralmente por el cerebro de materia mental, hasta encontrar un conducto que puede no ser apropiado; luego, al llegar al físico, tener que moverse lateralmente antes de encontrar las partículas capaces de expresarlo.
Es claro que tal método es desmañado y torpe; pero explica por qué algunas personas no comprenden las matemáticas, o no les gusta la música, el arte, etc. La razón es que la porción del cerebro dedicada a esa facultad particular no está abierta todavía.
En el Adepto, el hombre perfecto, cada partícula posee su propio alambre o tubo; posee plena comunicación en todas las porciones del cerebro. De manera que, cada pensamiento tiene su canal adecuado, por el cual puede descender a la materia correspondiente del cerebro físico.
Si analizamos el proceso de la conciencia en líneas generales, yendo desde el no-yo hacia dentro al Yo Superior, observamos primeramente, contacto en el cuerpo físico desde el exterior; este contacto se convierte en sensación en el cuerpo astral; la sensación se transforma en percepción por el cuerpo mental; luego las percepciones se combinan en conceptos; conservando así la forma ideal, la cual constituye el material que hará posible pensamientos futuros.
Todo contacto con el no-yo modifica al cuerpo mental, redistribuyendo una parte de la materia del mismo, en un cuadro o imagen del objeto externo. Pensar, en su aspecto forma, es establecer relaciones entre tales imágenes; en el aspecto vida consiste de modificaciones correspondientes en el Conocedor mismo. Cuando el Pensador reforma las mismas imágenes una y otra vez, añadiendo el factor tiempo, aparece la memoria y la anticipación.
La conciencia, al trabajar así, recibe, además, luz de arriba en forma de ideas no fabricadas con materiales suministrados por el mundo físico, sino que son reflejadas en ella directamente de la Mente Universal. 
Cuando el hombre razona, añade algo propio a la información recibida de afuera. A medida que su mente trabaja con los materiales suministrados, enlaza las percepciones, mezclando las diversas corrientes de sensación, combinándolas en una imagen. Este trabajo de establecer relaciones, de sintetizar, es, en realidad, función peculiar del Conocedor; es una especialidad de la mente.
Tal actividad del cuerpo mental actúa sobre el astral, como se dijo antes; y éste, a su vez, actúa sobre el etérico y el denso; con lo cual la materia nerviosa de este último vibra, entonces, bajo los impulsos que se le envían. Esta acción se manifiesta en forma de descargas, eléctricas y corrientes magnéticas que circulan entre las partículas, produciendo intrincadas interrelaciones.
Estas corrientes abren lo que se llama un cauce nervioso, por el cual otra corriente circulará con mayor facilidad que si la cruzara, Por tanto, si las partículas afectadas por una vibración determinada se ponen de nuevo en actividad al repetir la conciencia la misma idea, la vibración sigue fácilmente por el cauce ya abierto, volviendo a despertar a la actividad a otro grupo de partículas y presentando a la conciencia una idea asociada.
Este es, en pocas palabras, el mecanismo de la asociación de ideas, la importancia de lo cual es demasiado bien conocida por todos los estudiantes de psicología; de manera que no es necesario que la hagamos resaltar.
Se ha indicado antes que la función peculiar de la mente es establecer relaciones entre objetos de conciencia. Esta frase abarca toda la variedad de procesos mentales. Por eso los hindúes hablan de la mente como sexto sentido; pues toma las sensaciones, que entran por los cinco sentidos, y las combina en una sola percepción, haciendo de ellas una idea. Se denomina también a la mente el “Rajah” de los sentidos.
De ahí, también, el significado dado al Sutra de que los  "vrittis, o modos de la mente, son grupos de cinco”. La expresión grupos de cinco se emplea en el mismo sentido en que el químico habla de valencia, o poder de un elemento de formar combinaciones, Porque la mente es como un prisma que recoge los cinco rayos diversos de sensación de los órganos de los sentidos, o sea, las cinco avenidas de conocimiento, las Jñanendriyas, y las combina en un rayo.
Si, además, tenemos en cuenta los cinco órganos de acción, los Karmendriyas, lo mismo que los órganos de los cinco sentidos, los Jñanendriyas, la mente viene a ser el undécimo sentido; por eso en el Bhagavad Gita se habla de los “diez sentidos y del uno” (4).
Refiriéndonos, no a la mente como sexto o undécimo “sentido” sino a los sentidos del cuerpo mental, encontramos que éstos difieren de los del cuerpo físico. El cuerpo mental se pone en contacto con las cosas del mundo mental, como si fuera directamente y en toda su superficie, de manera que es consciente de todo cuanto cause una impresión sobre el mismo. De modo que, no hay en él órganos distintos para ver, oír, tocar, gustar y oler. En realidad, la palabra "sentidos" es inadecuada; es más exacto decir “sentido”, mental.
Se ve claro, por tanto, que, como la comunicación puede ser directa por medio de la transferencia del pensamiento, sin necesidad de formular los pensamientos en palabras, la barrera del lenguaje no existe en el plano mental, como ocurre en el plano astral.
Si un estudiante entrenado entra en el mundo mental y allí se comunica con otro estudiante, su mente, “al hablar”, lo hace, a la vez, por medio de color, de sonido y de forma, de manera que se transmite el pensamiento entero como un cuadro coloreado y musical, en vez de sólo en fragmentos, como ocurre en el plano físico, donde empleamos símbolos que llamamos palabras.
Existen ciertos libros antiguos, escritos por grandes Iniciados en lenguaje de color, el lenguaje de los Dioses. Tal lenguaje es conocido por muchos chelas (pupilos de los Maestros); fue tomado, en cuanto a color y forma se refiere, del “lenguaje”, del mundo mental, en el cual, como se ha dicho, un simple pensamiento produce, simultáneamente, forma, color y sonido.
No es que la mente piense un color, un sonido o una forma; piensa un pensamiento, el cual es una vibración compleja en materia mental; el pensamiento se expresa de esa manera a causa de la vibración que establece.
De consiguiente, en su cuerpo mental, el hombre está libre de las limitaciones de los órganos de los sentidos separados, puesto que es receptivo, en todos los puntos, a toda vibración que, en el mundo físico, se presentará separada y diferente de las otras.
El cuerpo mental del hombre medio está, en la actualidad, mucho menos desarrollado, relativamente, que los cuerpos astral y físico. El hombre normal, en el presente estado de la evolución, se identifica con la conciencia del cerebro, la que actúa sobre el sistema cerebro-espinal. Se siente, distinta y consecutivamel1te, como "yo" sólo en el plano físico; es decir, en estado de vigilia. Sin embargo, salvo en cuanto concierne al sistema cerebro-espinal, la conciencia del hombre medio actúa desde el plano astral, la esfera de sensación.
Pero en los hombres más altamente evolucionados de la quinta raza, el centro de conciencia está en el cuerpo mental, actuando desde el mundo mental inferior; de manera que son impulsados por ideas más que por sensaciones.
Es decir que, el hombre medio es consciente, pero no auto-consciente en los planos astral y mental. Reconoce los cambios astrales y mentales dentro de sí mismo, pero no distingue entre los iniciados por él dentro de sí, de los iniciados por impacto del exterior sobre sus vehículos astral y mental. Para él todos son cambios dentro de sí mismo.
Por lo tanto, el plano físico es el único mundo “real”, para él; todos los fenómenos de conciencia pertenecientes a los mundos astral y mental son los que llama "irreales", "subjetivos", "imaginarios". Los considera creados por su propia “imaginación”, y no como resultado de impacto de los mundos externos sobre sus cuerpos astral y mental. En efecto, es un infante en lo que respecta a los planos astral y mental.
De ahí que, en un hombre falto Je desenvolvimiento, el cuerpo mental no pueda funcionar libremente en el plano mental, como vehículo independiente de conciencia, durante su vida terrena. Cuando tal hombre ejercita sus facultades mentales, éstas se han de revestir de materia astral y física, para ser consciente de la actividad de las mismas.
Podemos numerar las funciones principales del cuerpo mental, como sigue:

 1) Servir de vehículo del Yo Superior, para expresar pensamiento concreto.

 2) Expresar tales pensamientos concretos por medio del cuerpo físico, actuando por mediación del cuerpo astral, el cerebro etérico y el sistema cerebro-espinal.

 3) Desarrollar los poderes de la memoria y de la imaginación.

4) Servir, a medida que la evolución avanza, como vehículo de conciencia en el plano mental.
A esto se ha de agregar otra función (elucidación de la cual hemos de dejar forzosamente para un capítulo posterior), la cual es:

5) Asimilar la experiencia adquirida en cada vida terrena y transmitir la esencia de la misma al Ego, el Hombre real que mora en su cuerpo causal.

Hemos de hacer notar aquí que el reino animal emplea materia mental en cierta medida. Los animales domésticos superiores, indudablemente, ejercitan el poder de la razón; aunque, naturalmente, sus líneas de razonamiento son pocas y limitadas, y la facultad misma es mucho menos potente que en los seres humanos.
El animal corriente, sólo emplea la materia de la subdivisión más baja del plano mental; pero los animales domésticos muy desarrollados pueden, en cierto modo, utilizar la materia más elevada de los cuatro subplanos inferiores.



CAPÍTULO V

EJEMPLOS TÍPICOS

El cuerpo mental de un salvaje está ilustrado en El Hombre Visible e Invisible. En cuanto a los colores, éstos son los mismos; el cuerpo mental coincide bastante bien con el cuerpo astral en estado de reposo; pero es también algo más que esto, por cuanto en aquel aparece todo cuanto espiritual e intelectualmente se ha desarrollado en el hombre. Esto no será mucho, en el caso del salvaje, pero será de la mayor importancia, como veremos más adelante.
Observando tal cuerpo, en detalle, notamos en la parte más alta un amarillo opaco, que indica algo de intelecto; aunque lo barroso del color muestra que ese intelecto se emplea exclusivamente para fines egoístas.
La devoción indicada por el azul-gris, debe ser adoración de fetiches, en gran parte matizada de temor, y fomentada por consideraciones de propio interés. El carmesí barroso sugiere el comienzo de afectos que deben ser principalmente egoístas también.
La franja de color naranja opaco indica orgullo; pero de muy bajo orden. Una larga lista escarlata expresa fuerte tendencia a la ira, la cual estallará a la más ligera provocación.
La ancha franja de verde sucio, que ocupa una gran porción del cuerpo, muestra engaño, traición y avaricia; esta última cualidad está indicada por el tinte marrón. En la parte inferior del aura, aparece una especie de depósito de color barroso, lo cual sugiere egoísmo general y ausencia de toda cualidad deseable.
En una persona sin desenvolvimiento, el cuerpo mental contiene muy poca materia mental, está desorganizada, y tal materia es de la subdivisión más baja del plano. Está actuado casi enteramente por los cuerpos inferiores, pues lo ponen en vibración los paroxismos emocionales del cuerpo astral. Cuando no está estimulado por esas vibraciones astrales, permanece casi inmóvil; aun bajo tales impulsos, es tardío en responder.
Por lo tanto, cuanto más violentos son los golpes, mejor es para el progreso del individuo; los placeres ruidosos y desordenados, la ira, el dolor, el terror y otras pasiones, causan remolinos en el cuerpo astral y sacuden la conciencia mental, la cual añade entonces algo propio a las impresiones que recibe de afuera.
El hombre vulgar utiliza material del subplano séptimo, el más bajo, únicamente; como ésta está muy cerca del plano astral, todos los pensamientos del individuo están coloreados por reflejos del mundo astral o emocional. Pocas personas pueden, todavía, actuar en el sexto subplano; los grandes hombres de ciencia utilizan gran cantidad de materia de este subplano; pero, desgraciadamente, con frecuencia la mezclan con la del subplano más bajo y, entonces, sienten celos de los descubrimientos e inventos de otros. La materia del quinto subplano está más libre de la posibilidad de ser mezclada con la astral. El cuarto subplano, por estar inmediato al cuerpo causal, está muy alejado de la posibilidad de ser contaminado por las vibraciones astrales.
En la Lámina IX, frente a la página 96 de la obra citada, se ilustra el cuerpo mental de un hombre vulgar. En él se ven mayores porciones de intelecto (amarillo), amor (rosa) y devoción (azul); se nota también un marcado mejoramiento en la calidad de los colores, los que aparecen mucho más limpios. Aunque la porción de orgullo es tan grande como en el anterior, es ahora de orden superior; el hombre se siente orgulloso de sus buenas cualidades, en vez de envanecerse de su fuerza bruta o de su crueldad. Persiste una buena porción de color escarlata, indicando propensión a la ira; el verde es decididamente mejor, indicando versatilidad y adaptabilidad, en vez de engaño y astucia.
En el salvaje, el verde está más bajo en el aura; se encuentra debajo del escarlata, debido a que las cualidades que representa necesitan, para expresarse, una clase de materia más tosca que el escarlata de la ira.
En el hombre vulgar, el verde está más arriba que el escarlata, en el aura, indicando que la clase de materia que necesita es menos tosca que la requerida por el escarlata de la ira. Es decir, que ha habido un mejoramiento en la calidad general de la materia en el cuerpo mental.
Aunque aparece en el aura, todavía, una gran porción del marrón del egoísmo, el color es un poco más cálido y menos sucio que en el caso del salvaje. Por otra parte, el cuerpo mental del hombre vulgar es de mayor tamaño, muestra cierto grado de organización, y contiene alguna cantidad de materia de los subplanos sexto, quinto y cuarto del plano mental.
Lo que ocurre con el físico y astral, ocurre también con el mental; el ejercicio lo aumenta, el desuso lo atrofia y finalmente lo destruye. Cada vibración en el cuerpo mental ocasiona un cambio en su constitución echando fuera toda materia que no pueda vibrar en simpatía, reemplazándola con materiales adecuados, atraídos del depósito, prácticamente ilimitado del ambiente.
La Lámina XXII, frente a la página 122 del mencionado libro, ilustra el cuerpo mental de una persona evolucionada. De éste han desaparecido completamente el orgullo (naranja), la ira (escarlata), y el egoísmo (marrón); los colores restantes se han extendido hasta llenar el entero óvalo, han mejorado también en tono, dando una impresión muy diferente. Como ha desaparecido todo pensamiento del yo, los colores son más refinados y delicados. Además, en la cumbre del aura aparece un color violeta puro tachonado de estrellas de oro, indicar do la adquisición de nuevas y superiores cualidades, o sea, aspiración espiritual.
El poder de lo alto, que irradia a través del cuerpo causal del hombre evolucionado, actúa también a través del cuerpo mental, aunque con algo menos fuerza.
Salvando la diferencia entre la que podemos llamar octavas de color, es decir, entre los matices más bajos y los más elevados del plano mental, el cuerpo mental del hombre evolucionado es casi una reproducción del cuerpo causal; de la misma manera que el cuerpo astral es casi una copia del cuerpo mental, es el grado más bajo.
De manera que, el cuerpo mental de un hombre evolucionado es un reflejo del causal, por cuanto el hombre ha aprendido a responder a los impulsos del Yo Superior, únicamente, y a guiarse en sus razonamientos por ellos exclusivamente. En efecto, el color que expresa una cierta cualidad en el causal se expresa, no sólo en el mental, sino hasta en el astral; el color, sin embargo, será menos delicado, menos luminoso y etéreo, a medida que descienda a los planos inferiores.
En un hombre evolucionado espiritualmente, se han eliminado todas las combinaciones más bastas de material mental; de manera que contiene únicamente las variedades más finas de materia de las cuatro subdivisiones inferiores del mental; además, los materiales de los subplanos cuarto y quinto predominan, en gran parte, sobre los de los subplanos sexto y séptimo. El cuerpo mental responde así, a la actuación superior del intelecto a los delicados contactos de las artes superiores ya las puras vibraciones de emociones elevadas, Un cuerpo así se prepara rápidamente para reproducir cada impulso del Hombre real, en el cuerpo causal, el Pensador, el cual puede así expresarse en la materia mental inferior.
Tanto el astral como el mental de un hombre espiritual debieran mostrar constantemente cuatro o cinco espléndidas emociones, a saber: amor, devoción, simpatía y aspiración intelectual, entre otras.
El cuerpo mental (y también el astral) de un Arhat (quien ha recibido la cuarta gran Iniciación) tiene muy poco color característico propio; es la reproducción del cuerpo causal hasta donde las octavas inferiores pueden expresarlo. Posee una atrayente iridescencia rutilante, una especie de efecto opalescente y nacarado, imposible de describir o representar en pintura.
Una persona práctica tiene, generalmente, mucho amarillo en su cuerpo mental; las diversas franjas de color en éste son corrientemente regulares y ordenadas. Posee mucha menos emoción e imaginación que el hombre intuitivo; de consiguiente, en cierto modo, menos poder y entusiasmo; pero, por otra parte, es menos propenso a cometer errores, y
cuanto haga será, generalmente bien y cuidadosamente hecho.
Se ha de hacer notar que el hábito científico y ordenado de la mente tiene marcada influencia en la distribución de los colores del cuerpo astral: éstos tienden a disponerse en franjas regulares y las líneas divisorias devienen más precisas.
En el cuerpo mental de un hombre intuitivo hay mucho más color azul; pero los colores son, generalmente, vagos y todo el cuerpo aparece mal regulado. Sufre mucho más que el tipo más estable; pero, a veces, gracias al sufrimiento, progresa mucho más rápidamente.
En el hombre perfecto, como es natural, tanto el resplandor y el entusiasmo, como la estabilidad y la regularidad, tienen su más acabada expresión; sólo es cuestión de cual de tales cualidades se adquiere primero.
Además de las cualidades mencionadas, las cuales se expresan en colores en el cuerpo mental, hay varias: otras, tales como valor, dignidad, alegría, veracidad y otras por el estilo, que están representadas, hablando en general, más por la forma que por el color. Están indicadas por diferencias en estructura del cuerpo mental, o por cambios en la superficie del mismo.
Dentro de los diferentes anillos o zonas de color descritos antes, se pueden ver ordinariamente, estrías claramente marcadas; de manera que muchas cualidades del hombre se pueden juzgar examinando tales estrías.
La posesión de fuerte voluntad, por ejemplo, da al cuerpo mental líneas definidas mucho más parejas. Todas las estrías y radiaciones son constantes, firmes y claramente perceptibles. En cambio, en una persona débil y vacilante la firmeza y fortaleza de línea estarán conspicuamente ausentes; las líneas que separan las diferentes cualidades serán indefinidas y las estrías y radiaciones serán pequeñas, débiles y ondulantes. 
El coraje se muestra en líneas firmes y muy fuertemente marcadas, especialmente en la franja naranja, vinculada con el orgullo, y en el brillo tranquilo y constante de los colores, indicadores de cualidades superiores.
Cuando el miedo domina a una persona, todos esos colores se amortiguan y quedan envueltos en una neblina de gris lívido, y las estrías se pierden en una masa temblorosa de palpitante jalea; a causa de que el hombre pierde, momentáneamente, el poder de guiar y dominar sus vehículos.
La dignidad se manifiesta, principalmente, en la misma parte del cuerpo mental en donde se expresa el coraje, pero con firmeza y seguridad serenas, muy diferentes que las líneas del coraje.
La veracidad y la exactitud están representadas muy claramente por la regularidad de las estrías, en la parte del cuerpo mental dedicada a las formas concretas, y por la claridad y corrección de las imágenes que aparecen allí.
La lealtad se muestra en la intensificación, tanto de los afectos como de la devoción, y en la constante formación, en esa parte del ovoide, de figuras de la persona hacia quien se siente la lealtad. En muchos casos de lealtad, afecto y devoción, se crea una fuerte imagen permanente del objeto de tales sentimientos, la cual se mantiene flotando en el aura del pensador, de manera que, cuando el pensamiento de éste se dirige al objeto querido o adorado, la fuerza que de él fluye fortalece la imagen ya existente, en vez de formar una nueva, como ocurriría normalmente.

El gozo se manifiesta en el brillo y radiación generales, tanto del cuerpo mental como del astral, y también en un peculiar rizado de la superficie de esos cuerpos.

La alegría o jovialidad general se manifiesta en una modificación del estado anterior, en forma de burbujeo y, también, en una serenidad tranquila, muy agradable de ver .

La  sorpresa, por otra parte, se manifiesta como encogimiento del cuerpo mental, acompañado de aumento de brillo de las franjas de los afectos, si la sorpresa es agradable; si es desagradable, el color cambia, apareciendo ordinariamente una buena porción de marrón y gris, en la parte baja del ovoide. Este encogimiento se comunica casi siempre a los cuerpos astral y físico. Con frecuencia, causa sentimientos singularmente desagradables, que afectan, a veces, al plexo solar (produciendo decaimiento y enfermedad); otras veces, afectan al centro cardíaco, en cuyo caso produce palpitaciones y hasta la muerte. Una sorpresa repentina puede llegar a matar a una persona de corazón débil.

La reverencia, es lo mismo que admiración, sólo que va acompañada de profundos cambios en la parte devocional del cuerpo mental; la cual, usualmente, se expande bajo tal influencia y tiene estría más fuertemente marcadas.
El pensamiento místico y la presencia de facultades psíquicas están indicados por colores, de los cuales no tenemos equivalentes en el plano físico.
Cuando el hombre emplea alguna parte de su cuerpo mental, dirigiendo con fuerza su pensamiento a uno o varios de los canales antes mencionados, el cuerpo mental, no sólo vibra en ese momento más rápidamente, haciendo brillar más los colores, sino que la porción del mismo, que corresponde al pensamiento, se expande, temporariamente, y aumenta de tamaño, perturbando, por el momento, la simetría del ovoide.
En muchas personas, tal abultamiento es permanente, lo cual significa siempre, que los pensamientos de esa clase aumentan constantemente. Por ejemplo, si una persona se dedica a algún estudio científico y, de consiguiente, dirige sus pensamientos en esa dirección con más frecuencia que antes, el primer efecto será una protuberancia como la descrita. Pero si mantiene la cantidad de sus pensamientos científicos en el mismo nivel
que ha adoptado, la porción protuberante decrecerá gradualmente, hasta restablecer el delineamiento general del ovoide; pero la franja de color correspondiente se hará más ancha que antes.
Sin embargo, si el interés de la persona en temas científicos adquiere constantemente mayor fuerza, la protuberancia se mantendrá, aunque la franja se ensanche; de esta manera, se puede dañar al cuerpo mental a causa de la especialización dando lugar a un desenvolvimiento desigual; pues se desarrolla excesivamente en algunas partes, y proporcionalmente menos en otras regiones, quizá igualmente importantes. Se ha de buscar un desenvolvimiento armonioso y proporcionado en todos sentidos, para lo cual se necesita un auto-análisis sereno, para dar dirección precisa a los medios de alcanzar los fines buscados. Esta cuestión la trataremos más extensamente en otro capítulo.
Ya hemos mencionado el movimiento incesante de la materia del cuerpo mental; el mismo fenómeno ocurre en el caso del cuerpo astral. Cuando, por ejemplo, el cuerpo astral es perturbado por una emoción repentina, toda la materia del mismo es agitada como por un violento vendaval, de manera que, por el momento, todos los colores quedan muy mezclados; luego, sin embargo, a causa de la gravedad específica de las diferentes clases de materia, se vuelven a distribuir en sus zonas habituales. Aún entonces, la materia no queda en manera alguna en reposo, pues las partículas van de un lado a otro en esas zonas, aunque pocas abandonan su franja para introducirse en otras. Este movimiento dentro de las respectivas zonas es saludable; en efecto: la persona en la cual no ocurre tal circulación es un crustáceo mental, incapaz de crecimiento mientras no rompa su concha. La actividad de la materia en cualquier zona determinada aumenta en proporción a la cantidad del pensamiento dedicado al tema del cual esa zona es la expresión.
Las perturbaciones en el cuerpo mental son similares a las del astral, y son igualmente desastrosas en sus efectos. Así, si el hombre permite que algún problema le preocupe mucho y le da vueltas constantemente en su mente, sin llegar a una conclusión, crea una especie de tormenta en su cuerpo mental; quizá sería mejor decir que crea un punto doloroso en dicho cuerpo, algo así como una irritación causada por fricción.
Una persona discutidora tiene su cuerpo mental en estado de perpetua inflamación, la cual puede convertirse en úlcera abierta a la más ligera provocación. Para tal persona no hay esperanza de progreso oculto, hasta que ponga equilibrio y sentido común en su condición enfermiza.
Si una persona permite que su pensamiento se estanque en un asunto dado, el estancamiento se reproducirá en la materia adecuada. De esta manera, al dejar que el pensamiento sobre tal asunto se asiente y solidifique, producirá congestión, la cual aparecerá como prejuicio. Se forma así un remolino en el que la materia gira y gira, hasta que se coagula y se convierte en una especie de verruga. Hasta que tal verruga se desgaste, o sea desarraigada a la fuerza, el hombre no puede utilizar esa parte del cuerpo mental, y es incapaz de pensar razonablemente sobre el asunto.
La impura masa endurecida obstaculiza todo libre movimiento hacia afuera o hacia adentro; impide al hombre, por una parte, ver con exactitud y recibir nuevas impresiones útiles sobre el asunto en cuestión y, por otra parte, no puede enviar ningún pensamiento claro con respecto al mismo.
Estos puntos enfermos en el cuerpo mental son, desgraciadamente también centros de infección; de consiguiente, la incapacidad de ver con claridad aumenta y se extiende. El estancamiento en una parte del cuerpo mental, es probable que sea también causa de estancamiento en otras partes. De manera que, si una persona tiene algún prejuicio sobre alguna cuestión, probablemente desarrollará prejuicios sobre otras; por cuanto, se ha detenido el sano flujo de la materia mental y se ha formado el hábito de falta de verdad.
El prejuicio religioso es el más común y el más grave de todos; impide completamente todo pensamiento racional sobre la cuestión. Un gran número de personas tienen inactiva la entera parte que debiera estar ocupada por cuestiones religiosas; esa parte está osificada y llena de verrugas, al punto que es imposible para ellos el concepto más rudimentario de lo que es, realmente, la religión, hasta que ocurra un cambio catastrófico.
En general, podemos repetir que en los hombres mejores de las razas más avanzadas de la época presente, el cuerpo físico está plenamente desarrollado, y regularmente bajo control; el cuerpo astral está también completamente desarrollado, pero el control no es. en manera alguna, perfecto; el cuerpo mental está en proceso de evolución, pero su desarrollo está muy lejos de estar completo. Falta mucho para que estos tres cuerpos queden enteramente subordinados al Alma. Cuando esto ocurra, el yo inferior habrá sido absorbido por el Yo Superior, y el Ego, o Alma, regirá al hombre. En un hombre así no se producirán conflictos entre los diversos cuerpos; aunque no será perfecto. Sus diferentes vehículos estarán tan armonizados que perseguirán un sólo objetivo.





8- EL CUERPO ASTRAL

Párrafos y capítulos extraídos del libro:
  
‘EL CUERPO ASTRAL’
de Arthur Powell


A. Powell ha sido un exelente compilador de textos clásicos de Teosofía, especialmente de los libros de A. Bessant y Leadbeater.




DESCRIPCION GENERAL

Antes de iniciar el estudio detallado del cuerpo astral y de los fenómenos relacionados con el mismo, es conveniente que demos al estudiante un breve delinearniento de la extensión de los puntos que nos proponemos abarcar, a fin de que obtenga la adecuada perspectiva del tema general y de la dependencia relativa entre las diferentes partes del mismo.
El cuerpo astral del hombre es un vehículo que, a la visión clarividente, no aparece muy diferente del físico; está rodeado de un aura de colores centelleantes y compuesto de materia mucho más fina y sutil que la física; es el vehículo por medio del cual el hombre expresa sus sentimientos, pasiones, deseos y emociones; además sirve como puente y medio de transmisión entre el cerebro físico y la mente, la cual actúa en un vehículo de orden superior, llamado cuerpo mental.
No obstante que todo ser humano posee y utiliza un cuerpo astral, muy pocos son conscientes de la existencia del mismo, y muchos menos son capaces de regularlo y actuar en él a plena conciencia. En la inmensa mayoría de las personas es apenas algo más que una masa amorfa de materia astral, los movimientos y actividades de la cual no están todavía bajo el dominio del hombre real, o sea, el Ego. En algunos, sin embargo,
el cuerpo astral es un vehículo bien desarrollado y completamente organizado, que posee vida propia y que confiere a su poseedor muchos y útiles poderes.
Durante el sueño del cuerpo físico, el hombre falto de desarrollo vive una existencia vaga y soñolienta en su cuerpo astral relativamente primitivo, y al despertar su cuerpo físico recuerda muy poco o nada de su vida durante el sueño.
En cambio, la vida del hombre desarrollado en el cuerpo astral, mientras el físico duerme, es activa, interesante y útil, el recuerdo de la cual se puede, bajo ciertas condiciones, traer a la memoria del cerebro físico. La vida de una persona así deja de ser una serie de días de conciencia despierta y noches de olvido, para convertirse en vida permanente de conciencia sin solución de continuidad, que alterna entre el plano o mundo físico y el astral.
Una de las primeras cosas que aprende el hombre al actuar en el cuerpo astral es ir de un lado a otro; pues tal cuerpo posee gran movilidad y puede trasladarse a grandes
distancias del cuerpo físico sumido en sueño. La comprensión de este fenómeno arroja mucha luz sobre un gran número de fenómenos de los llamados "ocultos", tales como "apariciones" de diversas clases, conocimiento de lugares nunca visitados físicamente, etc.
Como el cuerpo astral es el vehículo de los sentimientos y emociones propiamente, el entendimiento de la composición del mismo y de cómo actúa es de gran valor para comprender muchos aspectos de la psicología humana, tanto individual como colectiva; proporciona, además, una explicación sencilla del mecanismo de muchos fenómenos revelados por el psico-análisis moderno.
La clara comprensión de la estructura y naturaleza del cuerpo astral y las posibilidades y limitaciones del mismo es esencial para comprender la vida a la que pasan los seres humanos al morir físicamente. Los diversos "infiernos", "cielos", y "purgatorios" en que creen los secuaces de gran número de religiones, se pueden clasificar y se hacen comprensibles tan pronto como se conoce la naturaleza del cuerpo y del mundo astrales.
El estudio del cuerpo astral ayuda asimismo a comprender muchos de los fenómenos de las sesiones espiritistas, así como ciertos métodos físicos y no físicos de curar enfermedades.
Quienes tengan interés en la llamada cuarta dimensión encontrarán la confirmación de muchas de las teorías formuladas a base de las matemáticas y de la geometría, en el estudio de los fenómenos del mundo astral, tal como los describen quienes los han observado.
Vemos, pues, que el estudio del cuerpo astral del hombre abre un vasto campo y expande de manera extraordinaria el concepto de la vida, que hoy se contempla desde el punto de vista casi exclusivamente físico y se interpreta en el mismo sentido. A medida que avancemos en nuestros estudios, veremos que los sentidos físicos, valiosos como son, no representan en manera alguna el límite de lo que, gracias a los vehículos de conciencia que el hombre posee, puede éste aprender en mundos más sutiles. El despertamiento de las facultades astrales revela un mundo nuevo dentro del viejo; en cuanto el hombre es capaz de entender correctamente el significado del nuevo, alcanza una perspectiva más amplia de su propia vida y de toda la Naturaleza, y se da plena cuenta de las posibilidades casi ilimitadas latentes en su propia naturaleza. De este conocimiento vendrá, con el tiempo e inevitablemente, al hombre el anhelo, y más tarde la firme determinación, de conocer esos mundos ya sí mismo; de hacerse superior a su destino terreno, y convertirse en un cooperador inteligente de lo que, con propiedad, se ha llamado la Suprema Voluntad en Evolución.
Ahora procederemos a estudiar en detalle el cuerpo astral y muchos fenómenos astrales estrechamente relacionados con el mismo.




COMPOSICION y ESTRUCTURA


La materia astral existe en siete grados u órdenes de finura, los cuales corresponden a los siete grados de materia física conocidos como sólido, líquido, gaseoso, etérico, super-etérico, sub-atómico y atómico. Hasta ahora no se ha dado nombre a tales estados de materia astral, de manera que ordinariamente se los distingue por el número del grado o sub-plano, designándose como primero el más s útil, y como séptimo al de menor finura. Por ejemplo, al hablar de materia astral sólida o densa, nos referimos a la variedad séptima o más baja; al decir materia astral etérica, se entiende el grado cuarto desde arriba y así sucesivamente.
Como la materia astral es más sutil que la física, interpenetra a ésta. De consiguiente, todo átomo físico flota en un mar de materia astral, que lo envuelve y llena todos los intersticios de la materia física. Es bien sabido que, aún en la substancia más dura y densa, no hay dos átomos que se toquen; el espacio entre dos átomos adyacentes es mucho más grande que los átomos mismos. La ciencia física ortodoxa, desde hace tiempo, sostiene la hipótesis de un éter que interpenetra a todas las substancias conocidas, desde el sólido más denso hasta el gas más rarificado; así como este éter circula con perfecta libertad entre las partículas de la materia más densa, así también la materia astral interpenetra al éter y se mueve libremente entre las partículas del mismo. Así, pues, un ser que viva en el mundo astral puede ocupar el mismo espacio de un ser viviente en el mundo físico; sin que sean conscientes de la existencia el uno del otro, ni se estorben en sus movimientos.
El estudiante ha de familiarizarse con este concepto fundamental, pues si no lo entiende con toda claridad, no le será posible comprender un gran número de fenómenos astrales.
El principio de interpenetración permite comprender claramente el hecho de que los diferentes planos de la Naturaleza no estén separados en espacio, sino que existen a nuestro alrededor en este preciso momento, de modo que para percibirlos e investigarlos no es necesario moverse en el espacio, sino únicamente desarrollar en nosotros los sentidos por medio de los cuales podremos percibirlos. De modo que el mundo o plano astral es una condición de la naturaleza y no una localidad.
Hemos de observar que no es posible desintegrar un átomo físico y reducirlo directamente a átomos astrales. Si la fuerza que hace girar a los catorce mil millones (aproximadamente) de "burbujas" en un ultérrimo átomo físico se hace volver, por un esfuerzo de la voluntad, al umbral del plano astral, el átomo desaparece, dejando en libertad a las "burbujas". La misma fuerza, actuando luego en un nivel superior, se manifiesta, no en un átomo astral, sino en un grupo de cuarenta y nueve de tales átomos.
Una relación similar, representada por el número 49, existe entre los átomos de dos planos cualesquiera contiguos de la naturaleza; así un átomo astral contiene 495 o 282.475.249 "burbujas"; un átomo mental contiene 494 "burbujas" y así sucesivamente. Hay razones para creer que los electrones son átomos astrales. Los físicos declaran que un átomo químico de hidrógeno contiene, probablemente, entre 700 y 1000 electrones. La investigación ocultista afirma que el átomo químico de hidrógeno contiene 882 átomos astrales. Esto puede ser una coincidencia, aunque no parece probable.
Se ha de observar que los átomos físicos ultérrimos son de dos clases, masculinos y femeninos; en los masculinos, la fuerza afluye del mundo astral, pasa a través del átomo y entra en el mundo físico; en los femeninos, la fuerza viene del mundo físico, pasa por el átomo y va al mundo astral, desapareciendo así del mundo físico.
La materia astral corresponde con curiosa exactitud a la materia física que interpenetra; cada variedad de materia física atrae materia astral de la densidad correspondiente. Así la materia física sólida está interpenetrada por materia astral que llamamos sólida; la materia física líquida, por astral líquido, o sea, materia astral del sexto subplano; similarmente, la gaseosa y los cuatro grados de materia etérica están interpenetrados por materia astral del grado correspondiente.
Así como es preciso que el cuerpo físico contenga en su constitución materia física de todas condiciones, sólida, líquida, gaseosa, y etérica, es igualmente indispensable que el cuerpo astral contenga partículas de los siete subplanos astrales, aunque naturalmente, las proporciones varían grandemente en diferentes casos. Ahora bien, como el cuerpo astral del hombre está compuesto de materia de los siete grados, puede experimentar todas las variedades de deseos, emociones y sentimientos posibles, tanto los más elevados como los más bajos. Esta capacidad peculiar de responder de la materia astral permite al cuerpo astral servir de envoltura, mediante la cual el Ego puede obtener experiencia a base de sensaciones.
Además de la materia astral ordinaria, entra en la composición del cuerpo astral humano lo que se conoce como Tercer Reino Elemental, o simplemente Esencia Elemental del plano astral, la cual forma lo que se llama el "Elemental-Deseo", del cual nos ocuparemos más extensamente.
La esencia elemental astral consiste en materia de los seis subplanos inferiores del plano astral, vivificada por la Segunda Emanación de la Segunda Persona de la Trinidad. La materia astral del subplano más elevado o atómico es conocida como Esencia Monádica.
En un hombre falto de desarrollo, el cuerpo astral es una masa de materia astral vagamente delineada, nebulosa y mal organizada, en la cual predominan las substancias de los grados más bajos; es tosco, de color oscuro y denso; con frecuencia tan denso que borra casi el delineamiento del cuerpo físico; así puede responder al estímulo de las pasiones y apetitos.
En tamaño, se extiende en todas direcciones hasta veinticinco o treinta centímetros del cuerpo físico.
En una persona de mediana moral e intelectualidad, el cuerpo astral es considerablemente más grande, extendiéndose a unos cuarenta y cinco centímetros a cada lado del cuerpo; la materia del mismo es más fina y está mejor equilibrada.
La presencia de materia de los grados más sutiles da cierta luminosidad al conjunto, y un delineamiento más marcado y preciso. En una persona desarrollada espiritualmente, el cuerpo astral es todavía de mayor tamaño y está compuesto de las partículas más finas de cada grado, predominando las de los más elevados.
Hay mucho que decir sobre los colores de los cuerpos astrales, por lo que dedicaremos a ellos un capítulo especial.
Diremos, sin embargo, que, en personas poco desarrolladas, los colores son toscos y borrosos; pero se van haciendo más luminosos a medida que el hombre se desarrolla emocional, mental y espiritualmente. La misma palabra "astral", heredada de los alquimistas medievales, significa "estelar" y se supone que alude a la apariencia luminosa de la materia astral.
Como ya se ha dicho, el cuerpo astral de una persona, no sólo compenetra al cuerpo físico, sino que, además, se extiende, como una nube, alrededor del mismo en todas direcciones. La porción del cuerpo astral, que se extiende más allá de los límites del cuerpo físico, se denomina ordinariamente "aura" astral.
Sentimientos intensos producen un aura extensa. Cabe decir aquí que la dilatación del aura es uno de los requisitos para la Iniciación; pues las "Cualidades" han de ser visibles en ella.
El aura se dilata naturalmente a cada Iniciación. Se dice que el aura del Buda tiene un radio de más de tres millas.
Como la materia del cuerpo físico siente fuerte atracción por la del cuerpo astral, es natural que la mayor parte (alrededor del 99 %) de las partículas astrales estén comprimidas dentro de la periferia del cuerpo físico; el uno por ciento restante llena lo que queda del ovoide y forma el aura.
Así, pues, la porción central del cuerpo astral toma la forma exacta del físico; de hecho, es muy sólida y precisa y se distingue muy claramente del aura que lo rodea. Corrientemente se lo denomina la contraparte astral del cuerpo físico. No obstante, la correspondencia exacta del cuerpo astral con el físico es meramente con respecto a la forma externa, y no implica, en manera alguna, similaridad de función de los diversos órganos, como veremos claramente al tratar de los Chakras o Centros.
No sólo el cuerpo físico del hombre, sino también todo objeto físico, posee materia astral del grado correspondiente en asociación permanente, la cual no se desprende sino mediante una fuerza oculta considerable; aún en este caso, la separación no dura más que mientras se ejerza tal fuerza. En otras palabras, todo objeto físico tiene su contraparte astral; pero como las partículas astrales están en constante movimiento, lo mismo que las de un líquido, no hay asociación permanente entre las partículas físicas y la porción de materia astral que, en un momento dado, actúe como contraparte de las mismas.
Comúnmente, la porción astral de un objeto se proyecta algo sobre la superficie física; así los metales, las piedras, etc. se ven rodeados de un aura astral.
Si se amputa alguna parte del cuerpo físico del hombre, la coherencia de la materia astral viva es más fuerte que la atracción de la porción física amputada. En consecuencia, la contraparte astral no acompaña al miembro físico. Como la parte astral ha adquirido el hábito de mantener la forma propia del miembro amputado, continuará manteniéndola, pero pronto se recogerá dentro de los límites de la forma lisiada. El mismo fenómeno ocurre en el caso de un árbol al que se corta una de sus ramas. Sin embargo, tratándose de un cuerpo inanimado, tal como una silla o una jofaina, no existe vida individual que mantenga la cohesión. En consecuencia, si el objeto físico se rompe, la contraparte astral se fracciona también.
Completamente aparte de los siete grados de materia astral en orden de finura, existe otra clasificación completamente distinta, según el tipo. En la literatura teosófica el grado de finura se designa, comúnmente, como división horizontal, y el tipo como división vertical. Los tipos, de los cuales hay siete, están completamente entremezclados y constituyen la atmósfera; todo cuerpo astral contiene material de los siete tipos; las proporciones entre las cuales muestran el temperamento del hombre, sea devocional o filosófico, artístico o científico, pragmático o místico.
El conjunto de la porción astral de nuestra tierra y de los planetas físicos, junto con los planetas puramente astrales de nuestro sistema, componen colectivamente el cuerpo astral de nuestro Logos solar, lo cual prueba que el antiguo concepto panteísta era verdadero.
Similarmente, cada uno de los siete tipos de materia astral es, en cierta medida y considerados en conjunto, un vehículo separado y se lo puede considerar también como el cuerpo astral de una Deidad subsidiaria, la cual es, al mismo tiempo, un aspecto de la Deidad, una especie de ganglio o centro de fuerza en Ella. De manera que el más ligero pensamiento, movimiento o alteración de cualquier clase en la Deidad subsidiaria se refleja instantáneamente, de una manera u otra, en toda la materia del tipo correspondiente. Tales cambios psíquicos ocurren periódicamente; quizás sean la correspondencia de la inhalación y espiración, o de los latidos del corazón en nosotros en el plano físico. Se ha observado que los movimientos de los planetas físicos proporcionan un indicio en cuanto a la operación de influencias procedentes de tales cambios; de ahí la justificación de la ciencia astrológica. De ahí, también, que tales alteraciones afecten a cada ser humano, en proporción a la cantidad de materia del tipo respectivo que posea su cuerpo astral. Así, un cierto cambio afectará a las emociones, a la mente, o a ambos; otro puede intensificar la excitación y la irritabilidad nerviosa, y así por el estilo. Esta proporción es la que determina en cada ser humano, en cada animal, planta o mineral, ciertas características fundamentales, que nunca cambian y que se llaman, a veces, su Tónica, Color o Rayo.
La persecución de esta línea de ideas nos llevaría mucho más allá del objeto de esta obra, por lo cual recomendamos al estudiante que consulte la obra EL LADO OCULTO DE LAS COSAS, Tomo I.
Cada tipo de materia astral se compone de siete subtipos, o sea, cuarenta y nueve por todo.
El tipo o Rayo es permanente durante el entero período planetario; de manera que una esencia elemental del tipo A animará, a su debido tiempo, minerales, plantas y animales del tipo A, y de ella surgirán también seres humanos del mismo tipo.
El cuerpo astral lenta, pero constantemente, se gasta, precisamente de la misma manera que el físico; pero en lugar de reponerlo por el proceso de comer y digerir alimento, las partículas perdidas son reemplazadas por otras de la atmósfera ambiente. No obstante, el sentimiento de individualidad se comunica a las nuevas partículas a medida que llegan; así también, la esencia elemental, comprendida en el cuerpo astral de todo ser humano, se siente ella misma como una especie de entidad separada y actúa de acuerdo con lo que considera su propio interés.





FUNCIONES


Las funciones del cuerpo astral se pueden agrupar, en líneas generales, bajo tres divisiones, a saber:

1 - Hacer posibles las sensaciones.
2 - Actuar de puente entre la mente y la materia física.
3 - Actuar como vehículo independiente de conciencia y de acción.

Nos ocuparemos de estas tres funciones en orden consecutivo. Al analizar al ser humano en sus "principios", es decir, por el modo de manifestar vida, descubrimos los cuatro principios inferiores a los cuales llamamos, a veces, el "Cuaternario Inferior", a saber:

Cuerpo físico.
Cuerpo etérico.
Prana o Vitalidad.
Kama o Deseo.

El cuarto principio, Kama, es la vida manifestándose en el cuerpo astral y condicionada por éste; su característica es el atributo del sentimiento, el cual, en forma rudimentaria, es sensación y, en forma compleja, emoción, con muchas gradaciones entre estas dos. Esto, a veces, se compendia como deseo; lo atraído o rechazado por objetos, según que produzcan placer o dolor .
De manera que Kama comprende sentimientos de toda clase, y se lo puede describir como naturaleza pasional y emocional. Comprende todos los apetitos animales, tales como: hambre, sed, deseo sexual; todas las pasiones tales como: bajos amores, odio, envidia, celos; es deseo de existencia sensible, de experiencia de gozos materiales; "la concupiscencia de la carne, de los ojos, el orgullo de vida".
Kama es el bruto en nosotros, el "simio tigre" de Tennyson, la fuerza que más nos retiene ligados a la tierra, y ahoga, con las ilusiones de los sentidos, todos nuestros anhelos más elevados. Es lo más material de la naturaleza del hombre y que lo sujeta más firmemente a la vida terrena. "No es materia constituída molecularmente, menos todavía el cuerpo humano, Sthula Sharira, el más grosero de todos nuestros "principios".
sino, en realidad, el principio medio, el verdadero centro animal; al paso que nuestro cuerpo es tan sólo su envoltura, el factor o instrumento irresponsable, por medio del cual actúa la bestia en nosotros". ("DOCTRINA SECRETA", tomo I, págs. 456-7).
Se describe a Kama, o deseo, como el reflejo, o aspecto inferior, de Atma o Voluntad; la distinción está en que Voluntad es auto-determinación, mientras el deseo es impulsado a la actividad por atracciones o repulsiones de objetos que nos rodean. Deseo es, de consiguiente, voluntad destronada, cautiva, la esclava de la materia.
Otra definición de Kama está muy bien expuesta por Ernesto Wood en su iluminador libro, "LOS SIETE RAYOS", donde dice: "Kama comprende todos los deseos. Deseo es el aspecto del amor dirigido hacia afuera, el amor a las cosas de los tres mundos; mientras que el amor propiamente es amor a la vida, amor a lo divino, y pertenece al Ser Superior o vuelto hacia el interior".
En la presente obra, deseo y emoción, con frecuencia aparecerán como prácticamente sinónimos; sin embargo, estrictamente hablando, emoción es el producto de deseo e intelecto.
Al cuerpo astral se lo llama, con frecuencia, Kama Rupa; algunas veces, en la antigua nomenclatura, se lo designaba como Alma Animal.
Los impactos desde afuera, al golpear en el cuerpo físico son transmitidos como vibraciones por medio de prana o vitalidad; pero permanecerían como vibraciones únicamente, meros movimientos en el plano físico, si Kama, el principio de sensación, no tradujera las vibraciones en sentimientos. El placer o el dolor no se producen hasta que las vibraciones llegan al centro astral. Por esto a Kama, unido a prana, se lo designa como "aliento de vida", el principio vital sensible extendido a cada partícula del cuerpo. Al parecer, ciertos órganos del cuerpo físico están vinculados específicamente con las actividades de Kama; entre éstos se cuenta el hígado y el bazo. Se ha de hacer notar aquí que Kama, o deseo, empieza a hacerse sentir en el reino mineral, en el cual se expresa como afinidad química.
En el reino vegetal, está mucho más desarrollado, y muestra mucha mayor capacidad para utilizar materia astral inferior. Los estudiantes de botánica han observado que las "simpatías o antipatías", es decir, los deseos son mucho más observables en el mundo vegetal que en el mineral, y que muchas plantas muestran gran ingenio y sagacidad para conseguir sus fines.
Las plantas responden prontamente al cuidado amoroso, y son claramente afectadas por los sentimientos de las personas hacia ellas. Se deleitan y responden a la admiración; son también capaces de sentir adhesiones individuales, lo mismo que ira y antipatía.
Los animales son capaces de sentir profundamente los bajos deseos; pero su capacidad para sentir deseos superiores es más limitada. No obstante, en casos excepcionales un animal es capaz de manifestar afecto y devoción de carácter muy elevado.
Pasando ahora a la segunda función del cuerpo astral, o sea, servir de puente entre la mente y la materia física, notamos que un impacto recibido por los sentidos físicos y transmitido al interior por prana, se convierte en sensaci6n por acción de los centros sensorios, situados en Kama, y es percibido por Manas o Mente. De manera que, sin la acción general del cuerpo astral, no habría conexión entre el mundo externo y la mente del hombre; no habría conexión entre los impactos físicos y la percepción de los mismos por la mente.
Inversamente, al pensar ponemos en movimiento a la materia mental en nosotros; las vibraciones así generadas son transmitidas a la materia de nuestro cuerpo astral; la materia astral afecta a la materia etérica; ésta, a su vez, actúa sobre la materia del cuerpo denso, la materia gris del cerebro.
El cuerpo astral es, por lo tanto, un verdadero puente entre nuestra vida física y la mental; actúa como transmisor de vibraciones, tanto del físico al mental como de éste a aquél, y de hecho se desarrolla gracias al constante pasaje de vibraciones en ambas direcciones.
En el curso de la evolución del cuerpo astral del hombre, hay dos etapas distintas; primeramente, este cuerpo se desarrolla como vehículo transmisor a un grado regularmente elevado; después se desarrolla como cuerpo independiente, en el cual puede el hombre funcionar en el plano astral.
En el ser humano, la inteligencia normal del cerebro se produce gracias a la unión de Kama (deseo) con Manas, o Mente; unión que se designa como Kama-Manas. H. P. Blavatsky la describe como: "intelecto racional, pero terreno o físico, encerrado y limitado por la materia; de consiguiente, sujeto a la influencia de esta última"; esto es el yo inferior, el cual, actuando en el plano de ilusión, se imagina ser el Yo real o Ego, y así cae en lo que la filosofía budista llama la "herejía de la separatividad".
Otra curiosa definición de Kama-Manas, o sea, Manas con deseo, es: "Manas interesándose en cosas externas".
Haremos notar, de paso, que la clara comprensión de que Kama-Manas pertenece a la personalidad humana y que actúa en, y por medio del cerebro físico, es esencial para comprender el proceso de la reencarnación; además, es suficiente para demostrar que no puede haber memoria de las vidas anteriores mientras la conciencia no pueda elevarse por sobre el mecanismo cerebral; este mecanismo, junto con el de Kama, se forma
de nuevo en cada vida; de consiguiente, no tiene contacto directo con vidas anteriores.
Manas, por sí sólo, no puede afectar a las moléculas de las células del cerebro físico; pero unido a Kama, pone en movimiento a las moléculas físicas, y así produce "conciencia del cerebro", incluyendo la memoria y todas las funciones de la mente humana, tal como la conocemos corrientemente. No es, sin embargo, Manas Superior, sino Manas Inferior (es decir, materia de los cuatro subplanos inferiores del plano mental) que está asociado con Kama. En la Psicología occidental este Kama-Manas se convierte en una parte de lo que en dicho sistema se llama Mente. Como Kama-Manas forma el vínculo entre la naturaleza superior y la inferior del hombre, es, durante la vida, el campo de batalla; además, como veremos después, juega un importante papel en la existencia post-mortem.
Es tan estrecha la asociación de Manas y Kama, que los hindúes nos dicen que el hombre posee cinco envolturas, una de las cuales sirve para todas las manifestaciones del intelecto activo y del deseo.
Estas cinco envolturas son:

1- Anandamayakosha, la envoltura de la Beatitud; Buddhi.
2 - Vignanamayakosha, la envoltura discriminadora; Manas superior .
3- Manomayakosha, la envoltura del intelecto y deseo: Manas inferior y Kama.
4- Pranamayakosha, la envoltura de vitalidad; prana.
5 - Annamayakosha, la envoltura de alimento; Cuerpo físico denso.

En la división empleada por el Manú, el pranamayakosha y el annamayakosha están clasificados juntos, y conocidos como Bhutatman o yo elemental, o cuerpo de acción.
El vignanamayakosha y el manomayakosha los llama el cuerpo de sentimiento, dándoles el nombre de Jiva; los define como el cuerpo en el cual el Conocedor, el Kshetragna, se hace sensible a los placeres y al dolor.
En sus relaciones externas, el vignanamayakosha y el manomayakosha, especialmente este último, están vinculados con el mundo de los Devas. Se dice que estos últimos han "entrado" en el hombre; la referencia es a deidades que presiden a los elementos. Estas deidades gobernantes dan origen a las sensaciones en el hombre, cambiando los contactos de afuera en sensaciones, o sea, el reconocimiento de contactos desde dentro, lo cual es esencialmente acción del Deva. De ahí proviene el vínculo con todos estos devas inferiores, el cual, una vez se ha conseguido dominio supremo sobre ellos, hace al hombre dominador en todas las regiones del Universo.
Manas, o mente, siendo incapaz, como se dijo antes, de afectar a las partículas groseras del cerebro, proyecta una parte de si mismo, o sea. el Manas inferior, el cual se reviste de materia astral y, luego, con la ayuda de la materia etérica, impregna el entero sistema nervioso del niño antes del nacimiento de éste.
La proyección de Manas se denomina frecuentemente, su reflejo, su sombra o rayo, y se la conoce también con nombres alegóricos. H. P. Blavatsky escribe (en CLAVE DE LA TEOSOFÍA):
"Una vez aprisionada, o encarnada, su esencia (de Manas) se hace doble; es decir , que los rayos de la eterna Mente divina considerados como entidades individuales, asumen un doble atributo, el cual es: 1) la mente esencial, inherente, característica que aspira al cielo (Manas superior) ; 2) la cualidad humana del pensamiento, de reflexión animal, racionalizada debido a la superioridad del cerebro humano, que se inclina a Kama (deseo) o Manas inferior.
Manas inferior está así engolfado en el cuaternario, y lo podemos imaginar con una mano sujetando a Kama, mientras la otra se aferra al padre, Manas superior. El problema, que se plantea y se resuelve en cada encarnación sucesiva, consiste en si Manas inferior será arrastrado completamente por Kama, separándolo de la Triada (Atma, Buddhi, Manas), a la cual pertenece por naturaleza, o si volverá triunfante a su fuente cargado con las experiencias de la vida terrena. Este punto será considerado más ampliamente en los capítulos dedicados a La Vida después de la Muerte.
De manera que Kama proporciona los elementos animales y pasionales; Manas inferior razona sobre ellos y agrega las facultades intelectuales. En el hombre, estos dos principios están entretejidos, y rara vez actúan por separado.
Podemos considerar a Manas como la llama, Kama y el cerebro físico como la mecha y el combustible que alimentan la llama. Los Egos de todos los seres humanos, evolucionados o no, son de la misma esencia y substancia; lo que hace de uno un gran hombre y de otro una persona vulgar y torpe; es la calidad y constitución del cuerpo físico, y la habilidad del cerebro y del cuerpo para trasmitir y expresar la luz del hombre real interno.
En resumen, Kama-Manas es el ser, o yo personal del hombre; Manas inferior imprime el toque de individualidad, gracias al cual la personalidad se reconoce como "yo". Manas inferior es un rayo del Pensador inmortal, iluminando a la personalidad. Manas inferior rinde el último toque de deleite a los sentidos ya la naturaleza animal. confiriéndoles el poder de anticipación, memoria e imaginación.
Aunque parezca fuera de lugar introducirse muy adentro del dominio de Manas y del cuerpo mental, ayudará al estudiante si agregamos que el libre albedrío reside en Manas, representante de Mahat, la Mente Universal. En el hombre físico, Manas inferior es el agente del libre albedrío. De Manas proviene el sentimiento de libertad, el conocimiento de que podemos gobernarnos a nosotros mismos; de que la naturaleza superior puede dominar a la inferior. Identificar la conciencia con Manas en vez de con Kama es, de consiguiente, un paso importante en el dominio de uno mismo.
La misma lucha dé Manas para afirmar su predominio es el mejor testimonio de que es libre por naturaleza. La presencia y el poder del Ego permiten al hombre elegir entre ceder a los deseos o sobreponerse a ellos. A medida que Manas inferior exige a Kama, el cuaternario inferior asume la posición que le corresponde como subordinado de la Triada superior (Atma--Buddhi-Manas) .
Podemos clasificar los principios del hombre como sigue:



Atma

1
Buddhi
Inmortal

Manas Superior

2
Kama-Manas
Condicionalmente inmortal

Prana

3
Doble etérico
Mortal

Cuerpo denso


Llegamos ahora a considerar la tercera función del cuerpo astral como vehículo independiente de conciencia y de acción.
Esta parte de nuestro tema, o sea, el uso, desenvolvimiento, posibilidades y limitaciones del cuerpo astral, la trataremos paso a paso en la mayoría de los capítulos que siguen. Por ahora, bastará que enumeremos muy brevemente los principales usos del cuerpo astral como vehículo independiente de conciencia.

Estos son los siguientes :

1 - Durante el período de conciencia normal despierta, es decir, mientras el cerebro físico y los sentidos están despiertos, se puede poner en acción los poderes de los sentidos astrales.
Algunos de estos poderes son la correspondencia de los sentidos y poderes de acción que el cuerpo físico posee. De estos trataremos en el capítulo siguiente sobre los Chakras o Centros.
2 - Durante el sueño, o en trance, el cuerpo astral puede separarse del físico denso, deambular y actuar libremente en su propio plano. De esto trataremos en el capítulo sobre: Vida de Sueño.
3 - Es posible desarrollar los poderes del cuerpo astral de manera que el hombre pueda, consciente y deliberadamente, en cualquier momento que quiera, abandonar el cuerpo físico y pasar en continuidad de conciencia al cuerpo astral. De esto trataremos en el capítulo sobre: Continuidad de Conciencia.
4 - Después de la muerte física, la conciencia se recoge en el cuerpo astral; de manera que la vida puede continuar en ese plano, variando considerablemente en intensidad y duración, lo cual depende de varios factores. De este punto nos ocuparemos en los capítulos sobre: La Vida después de la Muerte. Estas divisiones del tema, con numerosas ramificaciones, constituirán la mayor porción de lo que resta de este tratado.




CHAKRAS O CENTROS


La palabra Chakra es sánscrita y significa literalmente una .rueda o un disco giratorio. Se emplea para designar lo que, con frecuencia. se llama Centros de Fuerza en el hombre. Existen esos chakras en todos los vehículos del ser humano; son puntos de conexión por los que fluye la fuerza de un vehículo a otro.
Están íntimamente vinculados con los poderes o sentidos de los diversos vehículos.
Los chakras del cuerpo etérico están ampliamente descritos en otra obra: "EL DOBLE ETÉRICO", que recomendamos al estudiante, pues el estudio de los chakras etéricos le harán más fácil comprender lo referente a los chakras astrales.
Los chakras etéricos están situados en la superficie del doble etérico y corrientemente se designan con el nombre del órgano físico al que corresponden. Ellos son:

1 - Chakra de la base de la columna vertebral
2 - Chakra del ombligo.
3 - Chakra del bazo.
4 - Chakra cardíaco.
5 - Chakra laríngeo.
6 - Chakra entre cejas.
7 - Chakra coronario.


(Aclaración: La citada clasificación de los chakras utilizada por Powel es típica de la Teosofía blavatskiana, pero una de las clasificaciones más consensuadas es la siguiente:

1- Chakra base.
2- Chakra sexual.
3- Chakra umbilical o plexo solar.
4- Chakra cardíaco.
5- Chakra laríngeo.
6- Chakra entrecejo.
7- Chakra coronario.)


Hay además tres chakras inferiores, pero éstos los emplean algunas escuelas de "magia negra", y no nos conciernen por ahora.
Los Chakras astrales, los cuales se encuentran con frecuencia en el interior del cuerpo etérico, son vórtices de cuatro dimensiones (véase Capítulo XVIII ), de manera que se extienden en dirección muy diferente de los del etérico; en consecuencia, aunque corresponden con los chakras etéricos, no son en manera alguna limítrofes con ellos, aunque alguna porción siempre coincide. Se da a los chakras astrales los mismos nombres que a los etéricos; las funciones de los mismos son las siguientes:

1 - Chakra de la base de la columna vertebral: Es el asiento del Fuego Serpentino, Kundalini; una fuerza que existe en todos los planos, por medio de la cual se ponen en actividad todos los chakras restantes.
Originalmente, el cuerpo astral era una masa casi inerte, poseedora de una conciencia muy vaga, sin poder alguno, y sin claro conocimiento del mundo que lo rodeaba. Lo primero que ocurrió fue el despertar de Kundalini en la esfera astral.

2 - Chakra del ombligo: Después de entrar Kundalini en actividad en el primer Chakra, avanzó hasta el del ombligo, al cual vivificó, despertando así el poder de sentir en el cuerpo astral; sensibilidad a toda especie de influencias, aunque sin poseer todavía nada parecido a la comprensión precisa resultante de ver y oír.

3- Chakra del bazo: Kundalini avanzó luego hasta el Chakra del bazo, y por medio de éste vitalizó al entero cuerpo astral; pues este Chakra tiene como una de sus funciones absorber prana, la fuerza vital, que también existe en todos los planos.
La vivificación del Chakra del bazo permite al hombre viajar conscientemente en su cuerpo astral, aunque sin más que una comprensión vaga de lo que encuentra en sus viajes.

 4- Chakra cardíaco: Este Chakra permite al hombre comprender las vibraciones de otras entidades astrales y simpatizar con ellas, de manera que puede comprender instintivamente los sentimientos de las mismas.

5 - Chakra laríngeo: Este Chakra confiere al hombre, en el mundo astral el poder que corresponde al oído en el mundo físico.

6- Chakra entre cejas: Este Chakra confiere el poder de percibir, de manera precisa, la forma y la naturaleza de los objetos astrales, en vez de meramente percibir su presencia de manera vaga.
Asociado a este Chakra aparece también el poder de magnificar a voluntad las minúsculas partículas físicas o astrales, al tamaño deseado, como en un microscopio. Este poder permite al investigador ocultista percibir y estudiar moléculas, átomos, etc. El pleno dominio de esta facultad pertenece, sin embargo, al cuerpo causal.
El poder de magnificar es uno de los siddhis descritos en los libros orientales como "el poder de hacerse a uno mismo grande o pequeño a voluntad". La descripción es apropiada, por cuanto el método empleado es el de utilizar un mecanismo temporario
visual de pequeñez inconcebible. Contrariamente, el empequeñecimiento de la visión se puede conseguir construyendo un mecanismo visual también temporario de enormes proporciones.
El poder de magnificar es completamente distinto de la facultad de funcionar en un plano más elevado; de la misma manera que el poder del astrónomo, para observar los planetas y las estrellas, es completamente diferente de poder moverse o funcionar entre ellos.
En los Aforismos hindúes, se dice que la meditación en una cierta parte de la lengua, confiere la visión astral. Esta afirmación es un "velo", pues se refiere al cuerpo pituitario, situado precisamente sobre dicha parte de la lengua.

7- Chakra coronario: Este Chakra redondea y completa la vida astral, dotando al hombre de la perfección de sus facultades. Al parecer este Chakra funciona de dos maneras. En una clase de hombres, los Chakra sexto y séptimo convergen en el cuerpo pituitario, el cual es, para esa clase, el único vínculo directo sobre el plano físico y los más elevados.
En otra clase de hombres, sin embargo, aunque el sexto Chakra se mantiene adherido al cuerpo pituitario, el Chakra coronario se ladea o inclina hasta que su vórtice coincide con la glándula pineal. En las personas de esta edad, la glándula pineal se vivifica así y se convierte en la línea de comunicación directa con el mental inferior, sin pasar, aparentemente, por el plano astral intermedio, en la forma usual.
En el cuerpo físico, como sabemos, hay órganos especializados para cada sentido; el ojo para ver, la oreja para oír, etc.
Sin embargo, en el plano astral no ocurre así. Las partículas del cuerpo astral están constantemente fluyendo y girando; algo así como el agua hirviendo; de manera que no hay partículas que permanezcan constantemente en un Chakra. Por el contrario, todas las partículas del cuerpo astral pasan por todos y cada uno de ellos. Cada Chakra tiene la función de despertar en las partículas que pasan por el mismo, cierto poder de reaccionar; un Chakra despierta el poder de ver, otro de oír, y así sucesivamente.
En consecuencia, ninguno de los sentidos astrales está localizado, estrictamente hablando, o confinado en una parte determinada del cuerpo astral. Más bien se ha de decir que todas las partículas de dicho cuerpo poseen el poder de reaccionar. De consiguiente, el hombre que haya desarrollado la visión astral utiliza para ver cualquier porción de materia de esa clase; de manera que puede ver igualmente bien objetos que estén enfrente, atrás, arriba, abajo o a los lados. Lo mismo ocurre con los demás sentidos. En otras palabras, los sentidos astrales están activos en todas partes del cuerpo.
No es fácil describir el substituto del lenguaje por medio del cual se transmiten las ideas astralmente. El sonido, en el sentido ordinario de la palabra, no es posible en el plano astral; en efecto, ni siquiera es posible en la parte más elevada del plano físico. Tampoco sería correcto decir que el lenguaje en el mundo astral es transferencia del pensamiento; lo más que se puede hacer es describirlo como transferencia de pensamientos formulados de una manera particular .
En el mundo mental, un pensamiento se transmite instantáneamente a la mente de otro, sin forma alguna de palabra; de consiguiente, en el mundo mental el lenguaje no importa en absoluto. La comunicación astral se encuentra, por así decirlo, a medio camino entre la transferencia del pensamiento, en el mundo mental, y el lenguaje de sonidos en el mundo físico; pero todavía es necesario formular el pensamiento en palabras.
Para este intercambio es, por tanto, necesario que ambos comunicantes tengan un común lenguaje.
Los Chakras astrales y etéricos guardan la más estrecha correspondencia; pero entre uno y otro, e interpenetrándolos, de una manera difícil de describir, hay una envoltura o tela de textura apretada, compuesta de una sola capa de átomos físicos muy comprimidos e impregnados de una clase especial de prana. La vida divina, que normalmente va del cuerpo astral al físico, está sintonizada como para atravesar este resguardo con toda facilidad; pero es una barrera impenetrable para todas las fuerzas que no puedan emplear la materia atómica de ambos planos. Esta tela es una protección natural para impedir la abertura prematura de la comunicación entre los planos, lo cual no haría más que causar daño.
Esta tela es la que impide normalmente que recordemos con claridad los sueños; es también la causa de la momentánea inconsciencia que siempre ocurre a la muerte. Si no fuera por esta protección, el hombre vulgar podría, en cualquier momento, ser sometido por una entidad astral a la influencia de fuerzas a las cuales no podría dominar. Estaría constantemente sujeto a obsesiones de entidades astrales deseosas de apoderarse de sus vehículos.
Dicho resguardo o tela, puede ser dañada de varias maneras, a saber:

1- Un gran choque en el cuerpo astral; por ejemplo, un susto repentino puede rasgar este delicado organismo y, como se dice vulgarmente, enloquecer a la persona.
Un acceso muy fuerte de ira, puede también producir ese efecto; lo mismo que cualquier otra emoción muy fuerte de carácter maligno, la cual produce una especie de explosión en el cuerpo astral.
2 - El uso de alcohol o de narcóticos, incluso tabaco. Estas substancias contienen elementos que se volatilizan al quebrarse, algunos de los cuales pasan del plano físico al astral. Hasta el té y el café contienen tales elementos, aunque en cantidad infinitesimal, de manera que sólo producen efecto cuando se abusa de ellos por muy largo tiempo.
Estos elementos se precipitan por los Chakras en dirección opuesta a la que debieran; al hacerlo repentinamente dañan seriamente y, por fin, destruyen dicha delicada tela.
Este deterioro o destrucción puede ocurrir de dos maneras, según la clase de persona de que se trate y la proporción de dichos elementos en sus cuerpos astral y etérico.
En una clase de personas, la precipitación de la materia volátil, quema propiamente la tela, y abre así la puerta a toda clase de fuerzas irregulares e influencias dañinas. Los afectados de esta manera sufren de delirium tremens, de obsesión (posesión) o de locura.
En otra clase de personas, los elementos volátiles, al fluir a través de la tela, endurecen, de alguna manera, a los átomos, en forma que detienen o entorpecen la pulsación de los mismos y no pueden ser vitalizados por la clase particular de prana que los une para formar la tela. Esto da por resultado una especie de osificación de la tela, de modo que, en vez de pasar demasiada fuerza de un plano a otro, pasa muy poca. Los sujetos a este proceso tienden a desmerecer en sus cualidades, se vuelven materialistas, brutales, pierden sus mejores sentimientos y el poder de dominarse a sí mismos.
Todas las impresiones que van de un plano a otro han de pasar únicamente por los subplanos atómicos, sean del físico o del astral; pero al producirse el proceso endurecedor infecta, no sólo a la materia atómica, sino también a la materia del segundo y del tercer subplano, de manera que la única comunicación posible es por los subplanos inferiores, en los cuales sólo se encuentran influencias desagradables y malignas.
La conciencia del hombre corriente no puede utilizar todavía materia atómica pura, ni física ni astral; por consiguiente, no tiene normalmente comunicación consciente posible y a voluntad entre los dos planos. La adecuada manera de conseguir tal comunicación es purificar los vehículos hasta que la materia atómica en ambos esté completamente vivificada, de manera que todas las comunicaciones entre los dos pasen por dicho camino. En tal caso, la tela conserva su posición y actividad en alto grado, y deja de ser barrera para la perfecta comunicación, a la vez que continúa impidiendo el estrecho contacto con los subplanos inferiores indeseables.
3 - La otra manera en que se puede dañar la tela es lo que se llama en términos espiritistas "someterse a desenvolvimiento". Es muy posible (en realidad muy común) que una persona tenga sus Chakras astrales bien desarrollados, de manera que pueda actuar libremente en el plano astral; sin embargo, no recordar nada de su vida astral al volver a la conciencia del mundo físico. De este fenómeno y de la explicación del mismo nos ocuparemos más propiamente en el Capítulo sobre Los Sueños.



KUNDALINI

En nuestra obra "El Doble Etérico" se da una descripción de Kundalini con referencia especial al cuerpo etérico y a los Chakras del mismo. Ahora nos interesa en relación con el cuerpo astral.
Las tres fuerzas conocidas como emanadas del Logos son:

1- Fohat, que se manifiesta como electricidad, calor, luz, movimiento, etc.
2 - Prana, que se manifiesta como vitalidad.
3- Kundalini, conocido también como Fuego Serpentino.

Estas tres fuerzas existen en todos los planos de los cuales sabemos algo. Hasta donde nos es dado saberlo, ninguna de ellas es convertible en una de las otras; cada una se mantiene separada y distinta.
En "La Voz del Silencio" se denomina a Kundalini "Poder Igneo" y la "Madre del Mundo". El primer nombre se debe a que parece fuego líquido, al circular por el cuerpo; el curso del mismo ha de ser en espiral, como serpiente enroscada. Se lo llama "Madre del Mundo", porque, gracias al mismo, se pueden vivificar varios vehículos, de manera que se nos abren sucesivamente los mundos superiores.
La posición de Kundalini en el cuerpo humano es el centro situado en la base de la columna vertebral; en donde, tratándose del hombre corriente, permanece dormido y desconocido durante toda la vida. Es mucho mejor que permanezca así dormido hasta que el hombre haya alcanzado el adecuado desenvolvimiento moral; hasta que su voluntad sea bastante fuerte para regularlo, y sus pensamientos bastante puros para hacer frente al despertamiento sin riesgo. Nunca debiera experimentarse con Kundalini sin tener instrucciones precisas de algún Instructor verdaderamente versado en estas cuestiones; porque los peligros son verdaderamente reales y terriblemente graves.
Algunos de ellos son puramente físicos. La circulación no regulada de Kundalini produce, con frecuencia, agudos dolores físicos, y puede fácilmente rasgar tejidos y hasta destruir la vida física. Puede también dañar en forma permanente a vehículos superiores al físico.
Un efecto muy común del despertamiento prematuro de Kundalini es que se precipita hacia abajo, en vez de hacia arriba; de manera que excita las pasiones más indeseables; no sólo las excita sino que, además, las intensifica a tal punto que es casi imposible que el hombre las resista, por cuanto pone en acción una fuerza ante la cual es impotente. Tales individuos se convierten en verdaderos sátiros, monstruos de depravación, pues se trata de una fuerza más allá del poder de resistencia del ser humano. Posiblemente, tales individuos desarrollen ciertos poderes supernormales, pero son de una clase que los pone en contacto con una evolución de orden inferior, con la cual la humanidad no ha de tener intercambio. Escapar de tal condición puede requerir más de una encarnación.
Existe una escuela de magia negra que utiliza premeditadamente tal poder de la manera indicada, al objeto de vivificar los chakras inferiores, los cuales jamás utilizan quienes se ajustan a la Buena Ley.
El despertamiento prematuro de Kundalini tiene otras consecuencias desagradables. Lo intensifica todo en la naturaleza del hombre; llega a las cualidades bajas y malignas antes que a las buenas. En el cuerpo mental, se despierta muy pronto la ambición desmedida a un grado increíble, probablemente acompañada de un gran poder intelectual, con orgullo anormal y satánico, en medida casi inconcebible para el común de los hombres.
Quien careciendo de instrucciones al respecto notara que Kundalini ha despertado por accidente, debiera consultar inmediatamente a alguien entendido en estas cuestiones.
El método para despertar a Kundalini no se enseña públicamente, como tampoco se enseña el orden que sigue al pasar de un Chakra a otro. Esta reserva es deliberada. Nadie debiera intentar tal despertamiento sino bajo expresa indicación de un Maestro, quien vigilará al pupilo durante las diferentes etapas del experimento.
Los ocultistas experimentados advierten solemnemente contra el intento de despertar a Kundalini en forma alguna, salvo bajo un guía experto, a causa de los grandes y graves riesgos que ello envuelve. Como dice el Hathayogapradipika: "Kundalini liberta a los yoguis y encadena a los imprudentes".
En algunos casos, Kundalini despierta espontáneamente; en tal caso se siente un calor sordo (puede experimentarse como un fuego que quema); hasta puede empezar a circular por sí mismo, aunque esto ocurre rara vez. En este último caso causará, probablemente, gran dolor, pues como los pasajes no están preparados, tendrá que abrirse paso, quemando una gran cantidad de escoria etérica, lo cual necesariamente es un proceso doloroso. Cuando se despierta así, o de manera accidental, ordinariamente se precipita por el interior de la columna vertebral, en vez de seguir el curso en espiral, como el ocultista aprende a dirigirlo. De ser posible, se ha de poner en acción la voluntad para detener el ascenso (con intención conentrada); pero si esto resultara imposible, no hay que alarmarse, pues probablemente escapará por la cabeza a la atmósfera, sin causar otro efecto que un ligero debilitamiento. Lo peor que puede ocurrir, es un desvanecimiento pasajero. El peor peligro, no está en la precipitación hacia arriba, sino hacia abajo o hacia dentro.
La principal función de Kundalini, en relación con el desenvolvimiento oculto, está en que. al hacerlo circular por los Chakras del cuerpo etérico, los vivifica y los convierte en puertas de comunicación entre los cuerpos físico y astral. "La Voz del Silencio" dice que cuando Kundalini llega al centro entrecejas y lo vivifica completamente. confiere el poder de oír la voz del Maestro; lo cual quiere decir. en este caso, la voz del Ego o Ser Superior. La razón es que una vez el cuerpo pituitario entra en actividad, constituye un eslabón perfecto con el vehículo astral, de manera que, por ese medio, se pueden recibir toda clase de comunicaciones del Ser interno.
Además, todos los centros superiores han de despertar a su debido tiempo, y cada uno ha de responder a toda clase de influencias astrales procedentes de los subplanos respectivos.
La mayoría de las personas no alcanzan tal despertamiento durante la presente encarnación, si es ésta la primera en que se han interesado seriamente por estas cosas. Algunos hindúes, quizás, lo consigan debido a que sus cuerpos son, por herencia, más adaptables que muchos otros; pero para la mayoría de los hombres es un trabajo para una Ronda posterior.
La conquista de Kundalini se ha de repetir en cada encarnación, puesto que los vehículos son nuevos en cada una; pero una vez se ha conseguido dominarlo, las repeticiones son cada vez más fáciles. La acción del mismo varía según las diferentes clases de personas. Algunas "percibirán" al Ser Superior en vez de "oír" Su voz. Además, este contacto con lo superior tiene varios grados; para la personalidad significa creciente influencia del Ego; pero para el Ego mismo significa el poder de la Mónada; para la Mónada, a su vez, significa llegar a ser consciente de la expresión del Logos.
Parece no haber límite de edad para el despertamiento de Kundalini; pero es necesaria la salud física, debido a la tensión que ello implica.
Uno de los símbolos antiguos de Kundalini es el tirso; un palo con un cono de pino en la punta. En la India se encuentra el mismo símbolo; pero, en vez del palo, es una caña de bambú con siete nudos. En algunas modificaciones de los misterios se empleaba, en vez del tirso, una varilla hueca de hierro, la cual, según se dice, contenía fuego. El palo con siete nudos representa la columna vertebral, con sus siete centros. El fuego oculto es, naturalmente, Kundalini. El tirso, no sólo era un símbolo, sino también un objeto de explicación práctica. Era un instrumento magnético muy fuerte, que los iniciados utilizaban para libertar al cuerpo astral del físico cuando pasaban, a plena conciencia, a la vida superior. El sacerdote que lo había magnetizado lo aplicaba a la columna vertebral del candidato, y le transmitía así algo de su propio magnetismo, para ayudarle en tal difícil vida, y en los esfuerzos que tendría que hacer.




VIDA FISICA

En el Capítulo II se trató, en líneas generales, de la composición y estructura del cuerpo astral. Vamos ahora a estudiarlo con mayor detalle, como es y como se utiliza durante la conciencia normal, mientras el cuerpo físico está despierto.
Los factores que determinan la naturaleza y la calidad del cuerpo astral, durante la vida en el mundo físico, podemos agruparlos, de modo general, como sigue:

1. - La Vida física.
2. - La Vida emocional.
3. - La Vida mental.


1. - La Vida física. Hemos visto ya que cada partícula del cuerpo físico tiene su correspondiente "contraparte" astral. De modo que, de la misma manera que los sólidos, líquidos, gases y éteres, que componen el físico, pueden ser toscos o refinados, groseros o delicados, de la misma índole serán las correspondientes envolturas astrales. Un cuerpo físico nutrido con alimento impuro, producirá un cuerpo astral equivalentemente impuro, mientras que un cuerpo físico alimentado con substancias limpias contribuirá a purificar el vehículo astral.
Como el cuerpo astral es el vehículo de las emociones, de las pasiones y de las sensaciones, es lógico que uno de tipo grosero sea sensible en particular, a las pasiones y emociones más groseras; mientras que un cuerpo astral refinado responderá con mayor facilidad a emociones y aspiraciones más elevadas.
Es imposible poseer un cuerpo físico tosco y tratar de organizar el astral y el mental para fines más refinados; ni tampoco tener un cuerpo físico puro y el mental y el astral impuros; pues los tres cuerpos son interdependientes.
El alimento que se come no sólo afecta al cuerpo físico, sino también a los más sutiles. La dieta carnívora es fatal para el verdadero desenvolvimiento oculto; quienes la adoptan ponen serios e innecesarios entorpecimientos en su camino, puesto que la carne intensifica todos los elementos indeseables, así como las pasiones de los planos inferiores.

En los Misterios antiguos tomaban parte hombres de la máxima pureza; todos eran invariablemente vegetarianos. El Raja Yogui pone especial cuidado en purificar el cuerpo físico, adoptando un complicado sistema de alimentación, bebida, sueño, etc., el cual exige alimentos sáttvicos o "rítmicos". A tal fin se ha preparado un sistema completo, relacionado con la alimentación, al objeto de preparar el cuerpo de manera que pueda utilizarlo la conciencia más elevada. Los alimentos de carne son rajásicos; es decir, que responden a la cualidad actividad, pues son estimulantes y adaptados para expresar deseos y actividades animales; pero son completamente inadecuados para una constitución nerviosa más refinada. El yogui, de consiguiente, no puede utilizarlos para los procesos superiores del pensamiento.
Los alimentos en proceso de descomposición como la caza y la carne de venado, etc., lo mismo que el alcohol, son tamásicos o pesados y hay que evitarlos también.
Los alimentos que tienden a crecer tales como los granos y las frutas, son sáttvicos, o rítmicos; y son los más adecuados y más altamente vitalizados para construir un cuerpo sensitivo, y al mismo tiempo robusto.
Ciertas otras substancias afectan también desfavorablemente al cuerpo físico. Así el tabaco impregna el cuerpo físico de partículas impuras causando emanaciones tan materiales, que son a veces perceptibles al olfato. Astralmente, el tabaco no sólo causa impureza, sino que tiende también a amortiguar la sensibilidad del cuerpo; "calma los nervios" según se dice. Aunque esto, bajo las condiciones de la vida moderna, puede ser menos dañino que dejar los nervios "sin calmar" es, ciertamente, indeseable para el ocultista, quien ha de poder responder instantáneamente al mayor número posible de vibraciones, siempre, como es natural, bajo el más estricto contralor.
Asimismo, no cabe la menor duda de que el uso del alcohol es perjudicial desde el punto de vista de los cuerpos astral y mental.
Existe la posibilidad de que, al despertar la conciencia superior, los cuerpos alimentados con carne y alcohol se enfermen.
Las enfermedades nerviosas, por ejemplo, se deben, en parte, a que la conciencia superior trata de expresarse por medio de cuerpos obstruidos por productos de carne y envenenados por el alcohol. El cuerpo pituitario, en particular, se envenena fácilmente por pequeña que sea la cantidad de alcohol, lo cual detiene su evolución superior. Es precisamente el envenenamiento del cuerpo pituitario por el alcohol lo que origina las visiones anormales e irracionales de los atacados de delirium tremens.
Además de ser causa de que el cuerpo físico y el astral se hagan más toscos la carne, el alcohol y el tabaco ofrecen el grave inconveniente de que atraen entidades astrales indeseables, que gozan de las emanaciones de la sangre y del alcohol; tales entidades se mueven alrededor de la persona, tratando de transmitirle sus pensamientos, y de afectar el cuerpo astral.
Por esta razón, principalmente, se prohíbe la carne y el vino en el sistema yogui del Sendero de la Derecha.
Las entidades mencionadas son elementales artificiales creados por los pensamientos y deseos humanos y también por hombres depravados, aprisionados en sus cuerpos astrales, conocidos como elementales humanos. Estos son atraídos a personas cuyos cuerpos astrales contengan materia de su misma naturaleza; los últimos buscan, naturalmente, satisfacer los vicios que tenían mientras se encontraban en cuerpo físico. Un clarividente astral puede ver hordas de horribles elementales agrupados alrededor de las carnicerías, mientras que en las tabernas y bares se reúnen los elementales humanos, especialmente, gozando de las emanaciones de licores, y hasta introduciéndose en los cuerpos de los bebedores.
Casi todas las drogas como: opio, cocaína, la teína del té, y la cafeína del café, etc., producen efecto deletéreo sobre los vehículos superiores. Ocasionalmente, como es natural, son casi una necesidad en ciertas enfermedades; pero el ocultista debe consumirlos lo menos posible. Uno que conozca el procedimiento, puede disipar los efectos del opio (empleado para aliviar grandes dolores) sobre los cuerpos astral y mental, una vez que la droga ha obrado sobre el físico.
La suciedad de toda especie es también objetable en los mundos superiores, aún más que en el físico, pues atrae una clase muy baja de espíritus de la naturaleza. De consiguiente, el ocultista ha de ser muy riguroso en cuestiones de limpieza.
Se ha de prestar atención especial a las manos y a los pies, porque las emanaciones fluyen más fácilmente por esas extremidades.
Los ruidos físicos, como los que predominan en las ciudades, sacuden los nervios y son causa de irritación y de fatiga; el efecto se acentúa a causa de la aglomeración de tantísimos cuerpos astrales que vibran a diferente ritmo, todos excitados y perturbados por pequeñeces. Aunque tal irritación, es superficial y puede desvanecerse de la mente, el efecto producido en el cuerpo astral puede durar hasta cuarenta y ocho horas.
Por eso es tan difícil, para los que viven en las ciudades, evitar la irritabilidad, especialmente para aquéllos cuyo cuerpo astral es más refinado y sensitivo que el del hombre corriente.
Se puede decir que, en general, todo cuanto contribuye a la salud del cuerpo físico reacciona también favorablemente sobre los vehículos superiores.
Los viajes constituyen también otro de los muchos factores que afectan al cuerpo astral; pues el viajero recibe las diversas influencias etéricas y astrales características de los lugares y regiones que visita. El océano, la montaña, las cascadas, tienen cada uno su clase especial de entidades vivientes astrales y etéricas, lo mismo que visibles; de consiguiente, su propia serie de influencias. Muchas de las entidades invisibles difunden vitalidad; de todos modos, el efecto sobre los cuerpos etérico, astral y mental de las personas ha de ser, a la larga, saludable y benéfico, aunque, de momento, el cambio dé sensación de cansancio. De ahí que el cambio, de cuando en cuando, de la ciudad al campo, sea recomendable como beneficioso para la salud emocional y física.
El cuerpo astral puede también ser afectado por objetos tales como los talismanes. El método para preparar éstos está descrito en la obra: "EL DOBLE ETÉRICO". Aquí sólo nos ocuparemos de los efectos generales de los mismos.
Cuando un objeto ha sido fuertemente cargado de magnetismo por una persona competente, con un fin determinado, se convierte en un talismán; si está adecuadamente hecho, continúa descargando este magnetismo con in disminuí da fuerza durante muchos años.
Un talismán se puede emplear para muchos fines. Por ejemplo, se puede cargar uno con pensamientos de pureza, los cuales se expresarán en vibraciones de ritmo preciso en materia astral y en mental. Estas vibraciones, por ser directamente contrarias a los pensamientos de impureza, tienden a neutralizar o a sobreponerse a los pensamientos impuros que aparezcan en la mente. En muchos casos, el pensamiento impuro será alguno recogido casualmente; por lo tanto, no tendrá gran poder en sí mismo. El talismán, por otra parte, ha sido intencional y fuertemente cargado de manera que al chocar las dos corrientes de pensamiento, los conectados con el talismán desvanecerán, sin duda alguna, a los otros. Además, el conflicto inicial entre los pensamientos opuestos atraerá la atención del hombre, y le dará tiempo para recogerse en sí mismo; de manera que no lo tomará desprevenido, como ocurre con frecuencia.
Otro ejemplo es un talismán cargado con pensamientos de fe y de valor. Este actuará de dos maneras. Primero, las vibraciones irradiadas por el talismán se opondrán a los sentimientos de temor, tan pronto como éstos se manifiestan, impidiendo que se acumulen y se fortalezcan unos a otros como acostumbran hasta hacerse irresistibles. El efecto es comparable al del giroscopio, el cual, una vez puesto en movimiento en un sentido, resiste fuertemente que se lo haga girar en otro sentido.
Además, el talismán actúa directamente sobre la mente de quien lo usa; tan pronto como éste siente los primeros síntomas de temor, se acordará probablemente del talismán y evocará la fuerza de reserva de su voluntad para resistir el sentimiento indeseable.
Una tercera posibilidad del talismán es vincularlo con la persona que lo haya cargado; de manera que, si quien lo usa se encuentra en circunstancias desesperadas, puede llamar a quien cargó el talismán y evocar su ayuda. El magnetizador puede o no ser consciente del llamado, pero, en todo caso, su Ego lo será y responderá reforzando las vibraciones del talismán.
Ciertos artículos son, en gran medida, amuletos o talismanes naturales. Tales son todas las piedras preciosas, cada una de las cuales tiene una influencia distinta. Estas se pueden utilizar de dos maneras:
1. - La influencia atrae a sí esencia elemental de una cierta clase, así como pensamientos y deseos que se expresan naturalmente por medio de tal esencia.
2. - Estas peculiaridades naturales las hacen vehículos adecuados para el magnetismo que ha de actuar en el mismo sentido que dichos pensamientos y emociones. Así, por ejemplo, para un amuleto de pureza, se deberá escoger una piedra cuyas emanaciones naturales no estén en armonía con las que expresan pensamientos
impuros.

Aunque las partículas de la piedra son físicas, por estar, en este plano, están sintonizadas con la tónica de pureza de los planos superiores, aun sin que la piedra esté magnetizada, detendrán el pensamiento o sentimiento de impureza. Además, la piedra puede ser cargada fácilmente en los planos astral y mental por las ondulaciones de pensamiento y sentimiento puros ajustadas a la misma tónica.
Otros ejemplos son:
1. - Los granos de rudraksha, usados frecuentemente para collares en la India, se prestan especialmente para ser magnetizados, para ayudar la meditación sostenida y alejar toda influencia perturbadora.
2. - Los granos de la planta tulsi, la influencia de la cual es algo diferente.
Los objetos que producen fuerte olor son talismanes naturales. Así, las gomas elegidas para incienso emiten radiaciones favorables al pensamiento espiritual y devocional, y no armonizan con forma alguna de perturbación o preocupación. Las brujas medievales combinaban, a veces, los ingredientes del incienso para producir el efecto opuesto; esto mismo se hace también hoy en las ceremonias luciferianas. En general, se recomienda evitar los olores pesados tal como el almizcle, pues muchos de ellos son de carácter sensual.
Un objeto no cargado intencionalmente puede, a veces, poseer la fuerza de un talismán; por ejemplo, el regalo de un amigo, usado por la persona, tal como un anillo, o cadena, y hasta una carta.
Un objeto, como el reloj, que se lleva corrientemente en el bolsillo, puede llegar a cargarse de magnetismo, y ser capaz de irradiarlo para producir efectos precisos en quien lo reciba.
Las monedas y los billetes de banco están comúnmente cargados con magnetismo, mezcla de pensamientos y sentimientos; de consiguiente, pueden emitir influencia perturbadora e irritante.
Los pensamientos y sentimientos de una persona no sólo influyen en ella y en otras personas, sino que también impregnan a los objetos inanimados que la rodean, como así también a las paredes y al mobiliario. La persona magnetiza inconscientemente dichos objetos físicos, de modo que éstos tienen el poder de sugerir pensamientos y sentimientos similares a otras personas, dentro del alcance de su influencia.



2. - La Vida Emocional. Es apenas necesario recalcar que la calidad del cuerpo astral es, en gran parte, determinada por la clase de sentimientos y emociones que lo hacen vibrar constantemente.
El hombre utiliza su cuerpo astral, consciente o inconscientemente, cada vez que expresa una emoción; de la misma manera que utiliza su cuerpo mental cada vez que piensa, y su cuerpo físico cuando ejecuta algún trabajo físico. Esto, naturalmente, es muy diferente de utilizar el cuerpo astral como vehículo independiente, por medio del cual pueda uno expresar plenamente su conciencia. De esta cuestión nos ocuparemos a su debido tiempo.
Como hemos visto, el cuerpo astral es el campo de manifestación del deseo; es el espejo que refleja instantáneamente todo sentimiento; en el cual se ha de expresar todo pensamiento que contenga algo que toque al ser personal. Con materia del cuerpo astral se da forma corporal a los "elementales" oscuros, que los hombres crean y ponen en actividad con sus deseos y sentimientos malignos; del mismo, también, toman forma corporal los elementales benéficos, a los que dan vida los buenos deseos, la gratitud y la caridad.
El cuerpo astral se desarrolla con el uso, lo mismo que cualquier otro cuerpo; posee también sus propios hábitos y tendencias, formados y fijados mediante la repetición constante de actos similares. El cuerpo astral, durante la vida física, recibe y responde a estímulos procedentes, tanto del cuerpo físico como del mental inferior, y tiende a repetir automáticamente las vibraciones a que está acostumbrado; de la misma manera
que la mano repite un gesto familiar, así también el cuerpo astral repite un sentimiento o pensamiento con el cual esté familiarizado.  .
Todas las actividades que calificamos de malas, sean pensamientos egoístas (mentales) o sentimientos del mismo carácter (astrales ) , invariablemente se manifiestan como vibraciones en la materia más grosera de tales planos; en tanto que los pensamientos y sentimientos altruistas se manifiestan en vibraciones en la materia de clase superior. Como la materia fina se mueve más fácilmente que la grosera, resulta que un pensamiento o un sentimiento bueno producen, quizás, cien veces más fuerza que la materia más grosera. Si no fuera así, seguramente el hombre corriente no haría progreso alguno.
El efecto del diez por ciento de fuerza, dirigida al bien, contrapesa enormemente al otro noventa por ciento, dedicada a fines egoístas; de manera que el hombre progresa apreciablemente de vida en vida. Uno que tenga sólo el uno por ciento de bueno hace un ligero progreso. Uno cuya cuenta está balanceada exactamente, es decir, que ni avanza ni retrocede, ha de llevar mala vida; mientras que para retroceder, uno ha de ser un villano excepcionalmente empedernido.
De manera que, aún las personas que nada hacen conscientemente para mejorar, y dejan que la vida tome su curso, evolucionan gradualmente, gracias a la fuerza irresistible del Logos, que constantemente los empuja hacia adelante; aunque avanzan tan lentamente que necesitarán millones de años de encarnación, dificultades e inutilidad para dar un solo paso.
El método mediante el cual se asegura el progreso es sencillo e ingenioso. Como hemos visto, las malas cualidades son vibraciones en la materia más grosera del plano respectivo; así como las buenas cualidades son vibraciones en la materia de orden superior. De ello se deducen dos resultados notables.
Se ha de tener en cuenta que cada subplano del plano astral tiene relación especial con el correspondiente subplano del plano mental; de manera que los cuatro subplanos inferiores del astral corresponden a las cuatro clases de materia del plano mental; a la vez que los tres subplanos superiores del astral corresponden a las tres clases de materia del cuerpo causal.
De consiguiente, las vibraciones astrales inferiores no encuentran en el cuerpo causal materia capaz de responder a ellas; de manera que únicamente las cualidades superiores construyen el cuerpo causal. Por tanto, todo lo bueno que el hombre desarrolle se registra permanentemente, gracias al efecto producido en el cuerpo causal; en cambio, lo malo que haga, sienta o piense no puede, en manera alguna, tocar al Ego; sólo puede
causar perturbaciones y malestar en el cuerpo mental, que se renueva en cada encarnación. El resultado del mal se acumula en los átomos permanentes astral y mental; de manera que el hombre tendrá todavía que hacerle frente, hasta que los desvanezca, y finalmente desarraigue de sus vehículos toda tendencia a responder al mal. Esto, evidentemente, es muy diferente de incorporarlo al Ego y hacerlo parte del mismo.
La materia astral responde más rápidamente que la física a los impulsos procedentes del mundo de la muerte; de consiguiente, el cuerpo astral del ser humano, por estar formado de dicha materia, participa de esta rapidez a responder a los impactos del pensamiento y vibra en respuesta a todos ellos tanto si proceden de afuera, es decir, de otras mentes, o de la mente propia.
Por lo tanto, un cuerpo astral, cuyo poseedor permita que responda habitualmente a malos pensamientos, es un imán para pensamientos y emociones de la misma índole que estén en la vecindad; por otra parte, un cuerpo astral puro actúa para repeler enérgicamente tales pensamientos y emociones y, en cambio, atrae a sí formas de pensamiento y emoción de materia y vibración análoga a las suyas. Se ha de tener en cuenta que el mundo astral está poblado de pensamientos y emociones de otras personas, que ejercen presión incesante, chocan constantemente con los cuerpos astrales y tratan de hacerlos vibrar a su mismo ritmo.
Además están los espíritus de la naturaleza de bajo orden, los cuales gozan con las groseras vibraciones de la cólera y del odio, y se lanzan a toda corriente de tal naturaleza, intensificando así las ondulaciones y dándoles nueva vida. Las personas que ceden a tales sentimientos pueden estar seguras de que tienen a su alrededor esos "cuervos" del mundo astral, que se empujan uno al otro en ansiosa anticipación del próximo estallido de pasión.
Gran parte del mal humor que mucha gente siente, en mayor o menor grado, se debe a influencias astrales extrañas.
Aunque la depresión puede ser debida a causas puramente físicas, tal como indigestión, un enfriamiento, la fatiga, etc., con más frecuencia es causada por alguna entidad astral que sufre de depresión, y vaga alrededor, ya sea en busca de simpatía o con la esperanza de extraer del sujeto la vitalidad que le falta.
Por otra parte, un hombre que, por ejemplo, está fuera de sí en un acceso de rabia, pierde temporalmente el dominio de su cuerpo astral y el elemental del deseo se hace supremo. Bajo tales condiciones el hombre puede ser obsesado, sea por un muerto de carácter similar, o por algún elemental artificial maligno.
El estudiante debería evitar a toda costa la depresión, pues es un gran obstáculo para el progreso; a lo menos debiera procurar que nadie vea que la siente; pues indica que piensa más en sí mismo que en su Maestro, lo cual hace más difícil que la influencia de Este obre en él. La depresión causa mucho sufrimiento a las personas sensibles; es la causante del terror que los niños sienten por la noche. La vida interna del aspirante no debiera estar sujeta a continuas oscilaciones emocionales.
Sobre todas las cosas, el aspirante debiera aprender a no dejarse dominar por preocupaciones. El contento no es incompatible con la aspiración. El optimismo está justificado por la certeza de que el bien triunfa siempre. Es verdad, sin embargo, que si sólo tenemos en cuenta el plano físico no es fácil mantener tal actitud.
Bajo la tensión de emociones muy fuertes, si el hombre se deja llevar muy allá, corre el peligro de muerte, de locura o de obsesión. Tal obsesión puede no ser necesariamente mala; de todas maneras, la verdad es que toda obsesión es perjudicial.
Una ilustración de este fenómeno la tenemos en las "conversiones" que ocurren en un despertamiento religioso. En tales ocasiones, algunos individuos alcanzan una condición de excitación emocional tan tremenda que pierden el dominio de sí mismos; en tal condición pueden ser obsesados por un predicador muerto de la misma confesión religiosa; hasta se puede dar el caso de que trabajen temporariamente dos con un mismo cuerpo. La tremenda energía de estos excesos esotéricos es contagiosa y se difunde rápidamente entre la multitud.
Una perturbación astral crea una especie de remolino gigantesco, hacia el cual se precipitan las entidades astrales cuyo único deseo es experimentar sensaciones; éstas son espíritus de la naturaleza los cuales se deleitan y se sumergen en las vibraciones de excitación de cualquier carácter, tanto religioso como sexual, como niños que juegan en el oleaje; con ello proporcionan y refuerzan la energía tan temerariamente malgastada. La idea dominante en quienes tal perturbación ocurre es usualmente la egoísta de salvar la propia alma; pero la materia astral es de clase grosera y los espíritus de la naturaleza son también de orden primitivo.
El efecto emocional de un despertamiento religioso es muy potente. En algunos casos, un hombre puede ser genuina y permanentemente beneficiado por su "conversión"; no obstante, el estudiante serio de ocultismo debiera evitar tales excesos de excitación emocional, los cuales son peligrosos para muchos. “La excitación es ajena a la vida espiritual”.
En cuanto a la locura puede obedecer a muchas causas; puede ser debida a defectos en uno o más vehículos, sea el físico, el etérico, el astral o el mental. En unos casos, se debe a falta de ajuste exacto entre las partículas astrales y las del etérico o las del mental. En tal caso, el insano no recobra la razón hasta que llega al mundo celestial; es decir, después que abandona su cuerpo astral y pasa al mental. Esta clase de locura es rara.
El efecto de las vibraciones de un cuerpo astral es conocido en Oriente desde hace tiempo; ésta es una de las razones de que sea inmensamente ventajoso para un pupilo vivir en la proximidad de uno más altamente evolucionado que él mismo.
Un Instructor hindú no sólo prescribe a su. pupilo ejercicios y estudios especiales al objeto de purificar los vehículos, desarrollar y fortalecer el cuerpo astral, sino que también tiene al pupilo cerca de él físicamente, a fin de que esta estrecha asociación armonice y sintonice los vehículos del pupilo con los del Instructor. Este ya habrá aquietado los suyos y los habrá acostumbrado a vibrar a unos pocos ritmos seleccionados, en vez de los cientos mezclados. Estos pocos grados de vibración son muy fuertes y estables, de manera que, día y noche, durmiendo o despierto, actúan incesantemente sobre los vehículos del pupilo y gradualmente elevan la vibración de éste a la tónica de su Instructor.
Por razones similares, el hindú que desee llevar una vida superior se retira a la selva, como los de otras razas se retiran del mundo para vivir como ermitaños. De esta manera tiene espacio donde respirar y descansar del interminable conflicto resultante de los continuos choques de sus vehículos con los sentimientos y pensamientos de otras gentes, y tiene tiempo para pensar de manera coherente. Además las tranquilas influencias de la naturaleza le ayudan también en cierta medida.
Algo similar es el efecto producido sobre los animales estrechamente asociados con seres humanos. La adhesión de un animal a su dueño a quien ama, y el esfuerzo del primero para entender los deseos del segundo y agradarle, desarrollan enormemente la inteligencia del animal, a la par de su capacidad para sentir afectos y devoción. Además, la influencia constante de los vehículos del hombre sobre los del animal ayuda, en gran manera, al desenvolvimiento de éste y prepara el camino para su individualización.
Es posible, por un esfuerzo de voluntad, construir una concha o coraza de materia astral en la periferia del aura astral.
Esto se hace con tres objetos: 1. - Para resguardarse de vibraciones de carácter emocional, tales como de odio, ira o envidia, enviadas intencionalmente por otra persona. 2. - Para resguardarse de vibraciones flotantes en el mundo astral y que chocan con la propia aura; y 3. - Para proteger al cuerpo astral durante la meditación. Tales conchas o corazas no duran mucho, y es necesario renovarlas con frecuencia, si se necesitan durante mucho tiempo.
Tal coraza, como es natural, mantendrá las vibraciones de fuera igualmente que las de dentro. Por lo tanto, se ha de construir la coraza de manera que no penetren las vibraciones indeseables, pero que deje pasar las vibraciones de orden superior que se quieran enviar afuera.
En términos generales. se puede decir que si uno emplea una concha o coraza para su protección confiesa, hasta cierto punto, su debilidad, pues si se sintiera fuerte no necesitaría protección de esta clase. Por otra parte, tales corazas pueden ser útiles para ayudar a otros que necesiten protección.
Como ya se ha dicho, el cuerpo astral humano contiene, además de la materia astral ordinaria, una cantidad de esencia elemental. Durante la vida del hombre, esta esencia elemental se toma del océano de materia similar del ambiente, y se convierte en lo que se puede describir como elemental artificial, o sea una especie de entidad separada semi-inteligente, conocida como Elemental de Deseo. Este Elemental sigue el curso
de su propia evolución en descenso hacia la materia, sin tener en cuenta (ni conocimiento) las conveniencias o intenciones del Ego, al cual está adherido. El interés del Elemental está en completa contraposición con el del hombre; pues busca vibraciones más fuertes y groseras. De ahí la eterna lucha que describe San Pablo, al decir: "la ley de los miembros de guerra con la ley de la mente". Al descubrir este Elemental que la asociación con la materia del cuerpo mental del hombre le proporciona vibraciones más vívidas, trata de agitar la materia mental en simpatía, e induce al hombre a creer que desea las sensaciones que el Elemental busca.
En consecuencia, se convierte en una especie de tentador .
Sin embargo, el Elemental de Deseo no es una entidad maligna; en efecto, no es en manera alguna entidad evolucionante; pues no puede reencarnar; lo que evoluciona es la esencia de que está compuesto; tampoco mantiene designios malignos contra el hombre; nada absolutamente sabe del hombre del cual, temporariamente, forma parte. De manera que no lo ha de considerar como enemigo, a quien se ha de mirar con horror, sino como parte de la vida divina, como el hombre mismo, aunque en una etapa distinta de desenvolvimiento.
Es un error imaginar que al negarse a satisfacer al Elemental de Deseo con vibraciones groseras uno retrasa la evolución del mismo; porque no es así. Dominando las pasiones y desarrollando cualidades superiores, el hombre deja la esencia inferior y ayuda a desarrollar la de clase superior; las vibraciones de orden inferior las puede proporcionar un animal, aún mejor que el hombre; mientras que sólo el hombre puede evolucionar la
esencia de calidad superior.  
Durante toda su vida el hombre debiera oponerse a la tendencia del Elemental de Deseo a buscar vibraciones físicas bajas y groseras; bien entendido que la conciencia y las simpatías y antipatías del mismo, no son las del hombre real. Este es quien ha creado el Elemental, pero no ha de ser esclavo del mismo, sino que lo ha de dominar y considerarse aparte. Estudiaremos más extensamente este tema en el Capítulo XII.



3. - La Vida Mental. Nuestro tercer y último de los factores que afectan al cuerpo astral, durante la conciencia de vigilia, es la vida mental. Las actividades mentales ejercen influencia de enorme alcance sobre el cuerpo astral, por dos razones:
1. - Porque la materia mental inferior está tan íntimamente vinculada con la astral (kama) , que para la inmensa mayoría de las gentes es casi imposible utilizar la una sin la otra. Por ejemplo, pocos son capaces de pensar sin sentir, o sentir sin, al mismo tiempo, pensar en alguna medida.
2. - Porque la organización y el dominio del cuerpo astral es función de la mente. Esto demuestra el principio general, según el cual cada cuerpo es construido por una
conciencia que actúa en el plano inmediato superior.
Sin el poder creador del pensamiento, el cuerpo astral no se podría organizar.
Todo impulso enviado por la mente al cuerpo físico ha de pasar por el cuerpo astral y produce, también, un efecto sobre éste. Además, la materia astral responde a las vibraciones mentales mucho más prontamente que la física, de manera que el efecto de dichas vibraciones es, proporcionalmente, más pronunciado en el astral que en el cuerpo físico. En consecuencia, una mente regulada, entrenada y desarrollada tiende también
a regular y desarrollar al cuerpo astral. Sin embargo, cuando la mente no domina activamente al cuerpo astral, éste, como es peculiarmente susceptible a las corrientes mentales pasajeras, recibe estímulos de afuera y responde prontamente a ellos.
Hasta ahora, nos hemos ocupado de los efectos producidos, en general, sobre el cuerpo astral, durante la vida ordinaria, en sus aspectos físico, emocional y mental. Ahora vamos a ocuparnos, aunque sólo en líneas generales, del empleo de las facultades especiales del cuerpo astral mismo, durante el estado de conciencia de vigilia o despierto.
Hemos ya descrito en el Capítulo V la naturaleza de tales facultades en relación con los diferentes chakras o centros del cuerpo astral. En virtud de los poderes de la materia astral misma, desarrollados por medio de los chakras, el hombre puede, no sólo recibir vibraciones, de materia etérica transmitidas a través del cuerpo astral, a la mente, sino también recibir impresiones directamente de la materia del mundo astral que lo rodea; impresiones que son transmitidas similarmente, por medio del mental, al hombre real interno.
Pero para recibir impresiones de esta manera directamente el mundo astral, el hombre ha de aprender a enfocar su conciencia en su cuerpo astral, y no en el cerebro físico como ocurre corrientemente.
En los hombres de tipo inferior, kama, o deseo, es todavía la característica dominante, a pesar de haber avanzado algo también en su desenvolvimiento mental. La conciencia de tales hombres está centrada en la parte inferior del cuerpo astral, y la vida de los mismos está gobernada por las sensaciones vinculadas al plano físico. Esta es la razón de que el cuerpo astral forme la parte más destacada del aura de los hombres sin desarrollo.
El hombre corriente de nuestra raza también vive, todavía, casi enteramente de sus sensaciones; aunque el astral superior va entrando ya en actividad sin embargo, lo importante para él, lo que guía su conducta, no es lo correcto o razonable, sino simplemente cual es su deseo. Los más cultos y más desarrollados empiezan a gobernar sus deseos por medio de la razón; es decir, que el centro de conciencia se está transfiriendo gradualmente en ellos del astral superior al mental inferior. A medida
que el hombre progresa, la conciencia va ascendiendo poco a poco, hasta que se rige por principios más que por interés o por deseo.
El estudiante recordará que la humanidad se encuentra todavía en la Cuarta Ronda, la cual está, naturalmente, dedicada al desenvolvimiento del deseo y de la emoción; sin embargo, estamos también desenvolviendo el intelecto, que será la característica especial de la Quinta Ronda. Ello se debe al inmenso estímulo dado a nuestra evolución por los Señores de la Llama, venidos de Venus, y al trabajo de los Adeptos que han conservado tal influencia para nuestro beneficio, y constantemente se sacrifican a fin de que podamos hacer mayores progresos.
Se ha de tener también presente que en el ciclo menor de las razas, la quinta raza-raíz está actuando en el cuerpo mental, mientras la cuarta raza-raíz se ocupa más especialmente del cuerpo astral.
A pesar de que en la inmensa mayoría de los hombres la conciencia está centrada en el cuerpo astral. muchísimos de ellos no se dan cuenta, ni saben absolutamente nada de este cuerpo ni del empleo del mismo. Tienen tras ellos una larga serie de vidas en que no han empleado las facultades astrales; no obstante, tales facultades se han desarrollado constantemente como en el interior de una cáscara; algo así como el pollo crece dentro del huevo. De manera que, gran número de personas poseen facultades astrales de las cuales son enteramente inconscientes; por así decirlo, las tienen muy cerca de la superficie, y es probable que, a medida que se conozcan y comprendan
más estas cuestiones, muchas personas desarrollarán las facultades latentes y serán más comunes que hoy.
La cáscara o concha mencionada antes está compuesta de una gran masa de pensamiento auto-centrado en la que el hombre corriente está como enterrado. Esto se aplica igualmente, quizás con mayor razón, a la vida de sueño, de la cual nos
ocuparemos en el capítulo siguiente.
Hemos hablado antes de enfocar la conciencia en el cuerpo astral. El hombre sólo puede concentrar la conciencia en un vehículo a la vez; aunque, de manera vaga. puede ser consciente de los otros. Una sencilla analogía nos la da la vista física. Si mantenemos el dedo delante del rostro, podemos enfocar los ojos de manera que veamos nítidamente el dedo; pero al mismo tiempo veremos el fondo distante. aunque imperfectamente, por estar fuera de foco. Podemos cambiar en un instante el foco y ver el fondo perfectamente; pero el dedo, por estar ya fuera de foco, lo veremos vaga e imperfectamente.
De la misma manera, si uno que ha desarrollado la conciencia astral y la mental se concentra en el cerebro físico, como ocurre en la vida corriente, verá perfectamente los cuerpos de las personas y al mismo tiempo sus cuerpos astral y mental, pero sólo algo vagamente. En un momento puede cambiar el foco de su conciencia, de manera que vea perfectamente el cuerpo astral; verá también el físico y el mental, pero no en detalle. Lo mismo ocurre con la vista mental y con la de los planos superiores.
En el caso de una persona altamente desarrollada, cuya conciencia se ha expandido más allá del cuerpo causal (mental superior), hasta ser capaz de funcionar libremente en el plano búdico, y ha alcanzado, en cierta medida, al plano átmico, el centro de conciencia se encuentra en el mental superior y en el plano búdico. En tal persona, el mental superior y el astral superior están mucho más desarrollados que sus inferiores; aunque retiene el cuerpo físico, es meramente por conveniencia para trabajar en el mismo; pero no porque sus pensamientos y deseos están fijos en él. Tal persona ha trascendido todo deseo que puede sujetarlo a la encarnación, y mantiene el cuerpo físico como instrumento al servicio de las fuerzas de los planos superiores, para que puedan éstas descender hasta el plano físico.



SUEÑOS

Conciencia y actividad en el plano astral es una cosa, el recuerdo del cerebro de tal conciencia y actividad astrales es algo muy diferente. Recordar o no en el plano físico en manera alguna afecta la conciencia del astral, ni la capacidad de actuar, con perfecta facilidad y libertad en cuerpo astral. En efecto, no sólo es posible, sino que es muy corriente que una persona actúe libre y útilmente en su cuerpo astral, durante el sueño del físico, y que al volver a éste no tenga el menor recuerdo del trabajo astral al cual ha estado dedicado.
La falta de continuidad de conciencia entre la vida física y la astral puede ser debida a falta de desenvolvimiento del cuerpo astral, o consecuencia de no poseer un puente etérico adecuado entre la materia de ambos cuerpos. El puente es un tejido de materia atómica tupidamente entretejida, por el cual pasan las vibraciones; este tejido es la causa del momento de inconsciencia que, como un velo, se interpone entre dormir y despertar.
La única manera de recordar la vida astral con el cerebro físico es poseer un cuerpo astral suficientemente desarrollado, y haber despertado los Chakras etéricos, una de las funciones de los cuales es traer fuerzas del astral al etérico. Además, ha de estar en actividad el cuerpo pituitario, el cual enfoca las vibraciones astrales.
Algunas veces, al despertar, uno siente que ha experimentado algo de lo cual nada recuerda. El sentimiento indica que ha habido conciencia astral, aunque el cerebro no sea lo suficiente receptivo como para registrar el hecho. Otras veces, el hombre, en su cuerpo astral, consigue hacer una impresión momentánea en el doble etérico y en el cuerpo denso, lo cual da un recuerdo vívido de la experiencia astral. Esto se hace, a veces, deliberadamente cuando ocurre algo que la persona siente la necesidad de recordar en el mundo físico. Tal recuerdo, ordinariamente, se borra pronto y no se puede recuperar; los esfuerzos para recordarlo causan fuertes vibraciones en el cerebro físico, que se sobreponen a las delicadas vibraciones astrales y, en consecuencia, hacen más difícil recordarlas. Por otra parte, ciertas ocurrencias hacen tan vívida impresión en el cuerpo astral que llegan a grabarse en el cerebro físico por medio de una especie de repercusión.
En otros casos, una persona conseguirá grabar nuevos conocimientos en el cerebro físico, sin poder recordar dónde y cómo los ha adquirido. Casos como éstos ocurren a muchas personas; por ejemplo, se encuentra de pronto la solución de un problema, que antes parecía insoluble; o se aclara una cuestión antes obscura. Tales casos se pueden tomar como indicaciones de que avanza la organización y actuación del cuerpo astral, aunque el físico sea, todavía, sólo parcialmente receptivo.
En los casos en que el cerebro físico responde, se tienen sueños vívidos, razonables y coherentes, como ocurre, de tiempo en tiempo, a muchas personas.
A pocas personas les interesa, mientras se encuentran en cuerpo astral. que el cerebro físico recuerde o no; nueve de cada diez tienen pocas ganas de volver al cuerpo físico. Al volver del astral se sienten como constreñidos, como si estuvieran envueltos en una pesada y gruesa capa. La vida en el astral es tan gozosa que la física, en comparación, parece no ser vida. Muchos consideran el retorno diario al cuerpo físico como el retorno a la rutina del trabajo cotidiano. Por cierto que no sienten desagrado, pero no lo harían si no estuvieran obligados a ello.
Con el tiempo, como en el caso de personas altamente desarrolladas y avanzadas. se construye el puente etérico entre los mundos astral y físico, y entonces se establece perfecta continuidad de conciencia entre la actividad astral y la física. Para tales personas, la vida deja de estar compuesta de días, que se recuerdan y noches de olvido; viene a ser, en cambio, en todo continuo, año tras año, de conciencia ininterrumpida.
Algunas veces, una persona, que normalmente no recuerda su vida astral, puede, sin intención, por accidente o por enfermedad, o también intencionalmente mediante ciertas prácticas, salvar el vacío entre la conciencia física y la astral, de manera que, desde ese momento, su conciencia será continua y el recuerdo de su actividad durante las horas de sueño será perfecto. Ahora que, naturalmente, antes de esto ha de haber desarrollado plena conciencia en el cuerpo astral. Lo repentino es meramente el acto de rasgar el velo entre el astral y el físico, no el desenvolvimiento del cuerpo astral.
La vida durante el sueño puede ser modificada considerablemente como consecuencia directa del desarrollo mental.
Todo impulso, enviado por la mente al cerebro físico, ha de pasar por el cuerpo astral; como la materia astral responde a las vibraciones mentales mucho mejor que la materia física, el efecto producido en el cuerpo astral es, en proporción, más pronunciado. De manera que cuando la persona ha adquirido el dominio de la mente, es decir, ha aprendido a dominar la acción del cerebro, a concentrarse, a pesar cuándo y cómo quiera, se producirá un cambio correspondiente en su vida astral; si trae el recuerdo de su actividad allí al cerebro físico, sus sueños serán vívidos, bien sostenidos, razonables y hasta instructivos.
En general, cuanto más entrenado esté el cerebro físico a responder a las vibraciones del cuerpo mental, más fácil es establecer el puente entre el sueño y el despertar. El cerebro ha de ser un instrumento más y más obediente del hombre bajo los impulsos de la voluntad.
Soñar ocurrencias corrientes no entorpece el trabajo astral, porque tales sueños ocurren en el cerebro físico, mientras el verdadero hombre está atendiendo a otros trabajos. No importa realmente lo que el cerebro físico haga, con tal que se mantenga libre de pensamientos indeseables.
Una vez iniciado un sueño, usualmente, no se puede cambiar el curso del mismo; pero la vida durante el sueño se puede regular indirectamente en medida considerable. Es especialmente importante que el último pensamiento, al quedar dormido, sea de índole noble y elevada, pues ello da la nota que determina en gran parte la naturaleza de los sueños que seguirán. Un pensamiento malo o impuro atrae influencias malas o impuras y criaturas del mismo carácter, que reaccionan contra los cuerpos astral y mental y tienden a despertar deseos bajos y terrenos.
Por otra parte, si la persona queda dormida con su pensamiento fijo en cosas elevadas y santas, automáticamente atraerá a su alrededor elementales creados por esfuerzos similares, de otros; en consecuencia, sus sueños serán elevados y puros.
Como en este libro tratamos principalmente del cuerpo astral y de los fenómenos estrechamente vinculados al mismo, no es necesario que nos ocupemos en detalle del tema algo, extenso de la conciencia de sueño. No obstante, a fin de mostrar la parte que desempeña el cuerpo astral mientras dormimos, será útil un muy breve delineamiento de los factores principales que concurren a producir los sueños. A los estudiantes que deseen hacer un estudio detallado de este tema se les recomienda el excelente libro de texto: "SUEÑOS", por C. W. Leadbeater, del cual hemos extractado los datos siguientes:

Los factores que intervienen en la producción de los sueños son:

1 - El cerebro físico inferior, con su semiconciencia infantil, y el hábito del mismo a expresar todo estímulo en forma pictórica.
2 - La parte etérica del cerebro, por la cual pasa una incesante procesión de cuadros sin conexión entre sí.
3 - El cuerpo astral, palpitante con turbulentas oleadas de deseo y de emoción.
4 - El Ego (en el cuerpo astral), el cual puede encontrarse en cualquier estado de conciencia, desde la insensibilidad casi completa hasta el dominio absoluto de sus facultades.

Al dormirse la persona, el Ego se recoge más en sí mismo y deja que sus cuerpos más libres que de costumbre, sigan su propio camino. Tales cuerpos son, en primer lugar, más susceptibles a las impresiones de afuera que en otros momentos; en segundo lugar, poseen conciencia propia muy rudimentaria. Por lo tanto existe amplia razón para que se produzcan sueños, y para que el cerebro físico recuerde confusamente experiencias de los demás cuerpos durante el sueño.
Tales sueños confusos pueden ser debidos: 1 - A una serie de cuadros desconectados, e imposibles transformaciones, producidas por la acción automática, sin sentido, del cerebro físico inferior; 2-- A una corriente de pensamiento causal, venida por la parte etérica del cerebro; 3 - A la siempre inquieta oleada de deseo terreno, actuando por medio del cuerpo astral y, probablemente, estimulada por influencias astrales; 4 - A un intento imperfecto del Ego, todavía no desarrollado, a dramatizar; 5 - A la mezcla de varias de tales influencias o de todas ellas.
Vamos a describir brevemente los diversos elementos que entran en cada clase de estos sueños.

1 - Sueños del cerebro físico. Durante el sueño, el Ego cede, por un tiempo, al contralor del cerebro. El cuerpo físico posee un cierto grado de conciencia vaga propia; además está el conjunto de conciencia de las células individuales del mismo cuerpo. El dominio de la conciencia física sobre el cerebro es mucho más débil que el del Ego; en consecuencia, los cambios puramente físicos afectarán al cerebro en medida mucho mayor.
Ejemplos de tales cambios físicos son: irregularidad en la circulación de la sangre, indigestión, calor y frío, etc.
La vaga conciencia física posee ciertas peculiaridades, a saber: 1 - Es, en gran parte, automática. 2 - Es, al parecer, incapaz de captar una idea salvo en la forma en que ella misma sea la actora; en consecuencia, todos los estímulos, provengan de dentro o de fuera, son inmediatamente traducidos en imágenes perceptibles. 3 - Es incapaz de captar ideas abstractas o recuerdos, como tales; sino que en seguida los transforma en percepciones imaginarias. 4- Toda dirección local de pensamiento deviene para ella un transporte especial real; por ejemplo, un pensamiento transeúnte sobre China, transportará instantáneamente la conciencia a la China. No tiene poder para juzgar el orden consecutivo, ni el valor ni la verdad objetiva de los cuadros que aparecen ante ella; los toma tal como los ve, y nunca se sorprende de lo que ocurre, por incongruente o absurdo que sea. 6 - Está sujeta al principio de asociación de ideas; en consecuencia, imágenes, sin otra conexión que el hecho de representar sucesos ocurridos cerca uno de otro en tiempo, se mezclarán en inextricable confusión. 7 - Es singularmente sensitiva a las más ligeras influencias externas, tales como sonidos y contactos. 8. - Magnifica y deforma tales influencias a un grado casi increíble. De manera que el cerebro físico es capaz de crear suficiente confusión y exageración como para que se le atribuyan muchos (aunque no todos) fenómenos de los sueños.

 2- Sueños del cerebro etérico. El cerebro etérico es, durante el sueño del cuerpo, aun más sensible a las influencias de afuera, que durante la conciencia despierta ordinaria. Mientras la mente está activa, tiene el cerebro ocupado, de manera que éste es prácticamente impenetrable a los continuos choques de afuera. Pero en el instante en que el cerebro queda ocioso, empieza a pasar por el mismo la corriente del caos inconsecuente. En la inmensa mayoría de la gente, los pensamientos que fluyen por su cerebro no son, en manera alguna pensamientos propios, sino fragmentos arrojados por otros. En consecuencia, durante el sueño especialmente, cualquier pensamiento ambulante que encuentre, en el cerebro del durmiente, algo congruente a sí mismo es tomado y apropiado por el cerebro, iniciando así un completo tren de ideas; con el tiempo éstas se desvanecen, y empieza a fluir de nuevo la corriente desconectada y sin objeto.
Un punto que se ha de notar es que, como en el actual estado de evolución del mundo es probable que haya más pensamientos malos que buenos flotando alrededor, una persona con el cerebro no regulado está abierta a toda clase de tentaciones, lo que se evitaría si la mente y el cerebro se mantuvieran bajo control.
Aun cuando una persona, que no sea el durmiente, corte tales corrientes de pensamiento por un esfuerzo deliberado de voluntad sobre el cerebro etérico del durmiente, el cerebro de éste no queda completamente pasivo, sino que empieza lento y soñoliento a desarrollar cuadros por sí mismos tomados del depósito de recuerdos del pasado.

3 - Sueños astrales. Estos son simplemente lo que el cerebro físico recuerda de la vida y actividades del cuerpo astral mientras el físico duerme, a los cuales ya nos hemos referido en páginas precedentes. En el caso de una persona regularmente bien desarrollada, el cuerpo astral puede alejarse, sin molestia, a distancia considerable del físico; puede traer impresiones más o menos precisas de los lugares que ha visitado, o de las gentes que haya encontrado. De cualquier manera, como ya se ha dicho, el cuerpo astral es siempre muy impresionable a cualquier pensamiento o sugestión que implique deseo o emoción; el carácter de los deseos que despertarán más pronta respuesta dependerá, naturalmente, del desenvolvimiento de la persona y de la pureza o tosquedad de su cuerpo astral.
El cuerpo astral es siempre susceptible a las influencias de corrientes de pensamiento ambulantes; cuando la mente no lo controla, recibe constantemente estímulos de afuera y responde ansiosamente a los mismos. Durante el sueño, es influenciado mucho más fácilmente. En consecuencia, un hombre que, por ejemplo, haya dominado el deseo físico, que antes sentía de alcohol, al punto que, mientras despierto, siente repugnancia hacia el mismo, puede soñar frecuentemente que bebe, y en el sueño sentir placer. Durante el día, el deseo del cuerpo astral estará bajo el dominio de la voluntad; pero al sentirse libre en el sueño, el cuerpo astral queda, en cierta medida, fuera del dominio del Ego, y responde probablemente, a la influencia astral externa, y el viejo hábito se afirma. Esta clase de sueños, probablemente, es común en muchos que tratan seriamente de someter su naturaleza emocional al dominio de la mente.
Puede ocurrir, también, que un hombre haya sido borracho en una vida anterior, y posea todavía en su cuerpo astral alguna materia atraída al mismo por las vibraciones grabadas en el átomo permanente por la borrachera. Aunque esta materia no ha sido vivificada en esta vida, durante el sueño, como el control del Ego es débil, puede responder a las vibraciones externas de la bebida y el hombre soñar que bebe. Tales sueños, una vez que se comprenden, no debieran causar perturbación; sin embargo, se han de tomar como advertencia de que es posible todavía que el ansia de beber se despierte.

4- Sueños del Ego. A medida que se desarrolla, la naturaleza del cuerpo astral cambia mucho; pero más cambia el Ego, el hombre real, que mora en él. Mientras el astral no es más que una nebulosa flotante, el Ego está casi tan dormido como el físico, insensible a las influencias de su propio plano; aunque, en tal caso llegue al mismo alguna idea perteneciente a su plano, como su dominio de sus vehículos es casi o totalmente nulo, será incapaz de grabar tal idea en el cerebro físico.
Al dormir uno puede encontrarse en cualquier grado de conciencia, entre la completa inconsciencia y la plena conciencia astral. Se ha de tener en cuenta que, como hemos dicho antes, no obstante la posibilidad de tener importantes experiencias en los planos superiores, el Ego puede ser incapaz de grabarlas en el cerebro físico; por lo tanto, no habrá recuerdo alguno o, si lo hay, será muy confuso.
Las características principales de la conciencia y de las experiencias del Ego, las recuerde o no el cerebro, son las siguientes:

1 - La medida de tiempo y espacio del Ego es tan completamente diferente de la que emplea mientras esté despierto, que es casi como si no hubiera ni tiempo ni espacio para él.
Se sabe de muchos casos que, en pocos instantes, tal como medimos el tiempo, el Ego tiene experiencias que parecen durar muchos años; suceso tras suceso se desarrollan en pleno y circunstancial detalle.
2 - El Ego posee la facultad, o el hábito, de dramatización instantánea. Así, un sonido o contacto físico puede llegar al Ego, no por conducto del mecanismo nervioso usual, sino directamente y en una fracción de segundo, aun antes de que llegue al cerebro físico. Esa fracción de segundo es suficiente para que el Ego construya un drama o serie de escenas que culminen en una ocurrencia que despierte al cuerpo físico. El cerebro confunde el sueño subjetivo con el suceso objetivo y se imagina haber vivido, en realidad, las ocurrencias del sueño.
Sin embargo, este hábito parece ser peculiar a Egos relativamente poco desarrollados en cuanto a espiritualidad. A medida que el Ego avanza espiritualmente, se eleva por encima de los graciosos juegos de la niñez. El hombre que ha alcanzado continuidad de conciencia, está tan ocupado en el trabajo de los planos superiores, que no gasta energía en tales dramatizaciones; en consecuencia, no experimenta esa clase de sueños.
3 - El Ego posee, también, hasta cierto punto, la facultad de previsión; es, a veces, capaz de percibir por adelantado sucesos que van a ocurrir; mejor dicho que pueden ocurrir, si no se toman medidas para impedirlo, lo cual graba en el cerebro físico. Se conocen muchos casos de tales sueños proféticos o de advertencia. En algunos casos, se atiende la advertencia, se toman las medidas convenientes y lo previsto se modifica o se evita enteramente.
4 - Al parecer, el Ego mientras está fuera del cuerpo, durante el sueño, piensa en símbolos; una idea que en nuestro plano necesitamos muchas palabras para expresarla, la comprende perfectamente mediante una sola imagen simbólica. Si tal pensamiento simbólico se recuerda estando despierto el cerebro, la mente será capaz de expresarlo en palabras; o llegará meramente como símbolo, sin interpretación, y causará confusión. En sueños de esta naturaleza, parece que cada persona tiene usualmente su sistema de símbolos propio. Así ‘agua’ puede significar dificultad en puerta; ‘perlas’ pueden ser indicación de lágrimas, y así por el estilo.

Si uno desea tener sueños útiles, es decir, obtener en su conciencia de vigilia el beneficio de lo que el Ego aprenda durante el sueño, hay cierto proceso a seguir.
En primer lugar, es esencial que la persona forme el hábito de concentración sostenida durante su conciencia ordinaria de vigilia. El hombre que domina en absoluto sus pensamientos sabrá exactamente y en todo momento en qué está pensando, y notará también que el cerebro así entrenado para escuchar las indicaciones del Ego, se mantendrá en silencio cuando no se use, y se negará a reaccionar o recibir las corrientes del océano de pensamiento que lo rodea. De esta manera, hay más probabilidad de recibir influencias de los planos superiores; pues la percepción es más aguda y el juicio más exacto que en el plano físico.

No hay para qué decir que el hombre ha de haber dominado completamente, por lo menos, sus pasiones más bajas.
Mediante un acto muy elemental de magia, el hombre puede cerrar su cerebro etérico a la avalancha de pensamientos que le lleguen de afuera. Para ello, al acostarse para dormir, visualiza su aura, queriendo fuertemente que la superficie externa de la misma se convierta en un escudo, o concha, que lo proteja de influencias externas. La materia áurica obedecerá a su pensamiento y formará la concha; esta medida es de apreciable valor para el fin deseado.

Ya se ha dicho cuán importante es tener, al quedar dormido, el pensamiento fijo en algo noble y elevado; es una cosa que deben practicar quienes deseen llegar a controlar sus sueños.
Será útil agregar que los términos hindúes para los cuatro estados de conciencia son:

Jagrat es la conciencia ordinaria mientras se está despierto.
Svapna es la conciencia de sueño, actuando en el cuerpo astral, y capaz de grabar sus experiencias en el cerebro.
Sushupti es la conciencia actuando en el cuerpo mental, incapaz de grabar sus experiencias en el cerebro.
Turuya es un estado de trance, la conciencia actuando en el vehículo búdico, tan alejada del cerebro que no puede ser recuperada por medios externos.

Sin embargo, estos términos se emplean en sentido relativo y varían según el contexto. Por ejemplo, en una interpretación de Jagrat, se combinan los planos físico y astral, de manera que las siete subdivisiones corresponden a las cuatro condiciones de la materia física ya las tres amplias divisiones de la materia astral, mencionadas más adelante.
Para más amplia elucidación, recomendamos al estudiante la lectura de "Introducción al Yoga" y también "Estudio sobre la Conciencia", ambas obras por Annie Besant, en las que se define la conciencia de vigilia como la parte de la conciencia total que actúa por medio del vehículo más externo.


EL PLANO ASTRAL

En este capítulo nos limitaremos, hasta donde la complejidad del tema lo permita, a describir la naturaleza, la apariencia, las propiedades, etc., del plano o mundo astral. Otro capítulo lo dedicaremos a la enumeración y descripción de las entidades que pueblan dicho mundo.
El estudiante inteligente reconocerá cuán difícil es describir el mundo astral en lenguaje físico y de manera adecuada. La tarea puede compararse a la del explorador de alguna selva tropical desconocida, a quien se pide que dé una descripción detallada de las regiones que ha recorrido. La dificultad de describir el plano astral se complica a causa de dos factores, a saber: primero, lo difícil que resulta trasladar correctamente del astral al físico el recuerdo de lo que se ha visto; y segundo, lo inadecuado del lenguaje del plano físico para expresar mucho de lo que se ha de decir.
Una de las características más destacadas del mundo astral es que está lleno de formas que cambian constantemente; se encuentran allí, no sólo formas de pensamiento, compuestas de esencia elemental y animadas por un pensamiento, sino también grandes masas de esencia elemental de la cual surgen constantemente formas que vuelven a desaparecer sumergidas en ella. La esencia elemental existe, en cada subplano, en cientos de variedades, como si el aire fuera visible, en movimiento ondulatorio constante y cargado de colores cambiantes como el nácar. Corrientes de pensamiento agitan de continuo esta materia astral, en la que los pensamientos fuertes persisten porlargo tiempo como entidades; mientras que los débiles se revisten de esencia elemental para disolverse de nuevo.
Hemos visto ya que la materia astral existe en siete grados de finura, que corresponden a los siete grados de materia física: sólidos, líquidos, gaseosos, etc. Cada uno de esos siete grados de materia es la base de uno de los subplanos o subdivisiones del plano astral.
Se ha hecho costumbre hablar de estos siete subplanos como si estuvieran uno encima del otro, el más denso abajo y el más sutil arriba; en muchos diagramas están dispuestos de esa manera. Hay un fundamento de verdad en este método de representarlos, pero no es toda la verdad.
La materia de cada subplano interpenetra a la del de abajo; en consecuencia, en la superficie de la tierra existen los siete subplanos juntos en el mismo espacio. No obstante, es también verdad que los subplanos superiores se extienden sobre la tierra más allá que los más densos.
 Una analogía bastante buena de la relación entre los subplanos astrales la tenemos en el mundo físico. En medida considerable, los líquidos interpenetran a los sólidos; por ejemplo, el agua se infiltra en el suelo, los gases interpenetran a los líquidos (el agua contiene de ordinario un volumen considerable de aire). No obstante, es substancialmente verdad que el mayor volumen de agua se encuentra en mares y ríos, etc., sobre tierra sólida. Similarmente, el mayor volumen de materia gaseosa descansa sobre la superficie de las aguas y se eleva en el espacio mucho más allá que los sólidos y los líquidos.
Algo similar ocurre con la materia astral. El conjunto de materia astral más densa se encuentra dentro de los límites de la esfera física. A este respecto se ha de notar que la materia astral obedece a las mismas leyes generales de la materia física, y gravita hacia el centro de la tierra.
El séptimo subplano, el más bajo, penetra hasta cierta profundidad en el interior de la tierra; de manera que las entidades que moran en el mismo se encontrarán bajo la costra de la tierra.
El sexto subplano coincide parcialmente con la superficie de la tierra. El tercer subplano se expande a muchas millas en la atmósfera. El límite externo del mundo astral se extiende hasta cerca de la distancia media de la órbita de la luna; de manera que, en el perigeo, el plano astral de la tierra y el de la luna usualmente se tocan; pero no en el apogeo. (Nota: La distancia de la tierra a la luna es de unas 240.000 millas). De ahí que los griegos llamaran al plano astral, el mundo sublunar.
De lo dicho se sigue que, durante ciertos días del mes, sea posible la comunicación astral con la luna, pero no en ciertos otros días. Se conoce el caso de un hombre que llegó a la luna, y tuvo que esperar a que la comunicación se restableciera al aproximarse el satélite.
Las siete subdivisiones forman naturalmente tres grupos:
a) el séptimo o más bajo; b) el sexto, el quinto y el cuarto; c) el tercero, el segundo y el primero. La diferencia entre los miembros de un grupo se puede comparar a la que existe entre dos sólidos; por ejemplo, acero y arena; la diferencia entre grupos se puede comparar con la que existe entre un sólido y un líquido.
El séptimo subplano tiene el mundo físico por fondo, aunque se ve a éste parcialmente deformado, puesto que todo lo que es luz, bueno y bello es invisible. Hace cuatro mil años, el Escriba Ani lo describió en un papiro egipcio en los siguientes términos: "¿Qué clase de lugar es éste al que he venido? No tiene agua, ni aire; es profundo y sin fondo; es negro como la noche más oscura; los hombres vagan sin rumbo; en él un hombre no puede vivir con el corazón tranquilo".
Para el infortunado ser humano que mora en tal subplano es realmente verdad aquello de: "Toda la tierra está envuelta en tinieblas y es morada cruel"; pero es obscuridad que emana de él mismo, y hace que su existencia transcurra en la noche perpetua del mal y del horror; un infierno real; aunque, como todos los infiernos, es enteramente creación del hombre.
La mayoría de los estudiantes convienen en que la investigación de tal región es una tarea sumamente desagradable; produce una sensación de densidad y de grosera materialidad, indescriptiblemente repugnante para el cuerpo astral liberado; da la sensación de como si uno se abriera camino a través de un fluido viscoso negro; además los moradores e influencias, que allí se encuentran, son de todo punto indeseables.
El hombre decente medio encontraría, probablemente, muy poco que lo atrajera en el séptimo subplano; los únicos que normalmente despiertan la conciencia en el mismo son los que sienten deseos bajos y groseros, tales como: los dados a la bebida, los sensuales y los criminales violentos y otros por el estilo.
Los subplanos sexto, quinto y cuarto tiene por fondo el plano físico con el cual estamos familiarizados. La vida en el sexto es como la vida física corriente, menos el cuerpo físico y las necesidades del mismo. El quinto y el cuarto son menos materiales y más alejados del mundo inferior y de sus intereses.
Como ocurre en el físico, la materia astral más densa lo es demasiado para las formas corrientes de la vida astral; pero en dicho mundo moran otras formas las cuales son completamente desconocidas para los estudiantes de la superficie.
En el quinto y cuarto subplanos, las asociaciones meramente terrenas aparecen cada vez de menor importancia; los moradores tienden más y más a moldear su medio ambiente, de acuerdo con lo más persistente en sus pensamientos.
Los subplanos tercero, segundo y primero, aunque ocupan el mismo espacio, dan la impresión de estar más alejados del mundo físico; de consiguiente, de ser proporcionalmente menos materiales. A esa altura, las entidades pierden de vista a la tierra y sus cosas; de ordinario están profundamente absorbidas en sí mismas y, en gran parte, crean su propio ambiente, aunque éste es lo suficiente objetivo como para ser perceptible para otras entidades. Tales entidades no son casi conscientes de las realidades del plano, sino que viven en ciudades imaginarias propias, en parte, creadas enteramente por sus pensamientos; en parte, en estructuras heredadas de sus predecesores y ampliadas.
En estos subplanos se encuentran los campos de caza de los pieles rojas; el Valhalla de los Nórdicos; el paraíso lleno de huríes del musulmán; la Nueva Jerusalén de oro y piedras preciosas del cristianismo; el cielo lleno de liceos del reformador materialista. Se encuentra también la "Tierra Veraniega" (Summer Land) de los espiritistas, donde hay casas, escuelas, ciudades, etc., las cuales, aunque por un tiempo son reales, para una percepción más clara, están muy lejos de ser lo que sus satisfechos creadores creen. No obstante, muchas de las creaciones son realmente bellas; aunque transitorias; un visitante que no conozca nada mejor vagará contento por el escenario que se le proporciona, el cual es de todas maneras superior a cuanto existe en el mundo físico. Naturalmente, tal visitante, si lo prefiere, puede construir un escenario propio de acuerdo con sus fantasías.
El segundo subplano es especialmente la morada del religioso, egoísta y poco espiritual. Allí luce su dorada corona y rinde culto a su propia representación material de la deidad particular de su país y época.
El primer subplano es especialmente adecuado para quienes, durante su vida terrena, se han dedicado a labores materialistas, pero intelectuales, desarrolladas, no para beneficiar a sus semejantes, sino movidos por ambición egoísta, o simplemente como gimnasia intelectual. Tales personas llegan a permanecer muchos años en este subplano, desarrollando felices sus problemas intelectuales, pero sin beneficio para nadie y avanzando muy poco en su camino hacia el mundo celestial.
En este subplano atómico, los moradores no construyen creaciones imaginarias, como en los subplanos inferiores. Los pensadores y los hombres de ciencia con frecuencia utilizan, con fines de estudio, casi todos los poderes del entero plano astral; pues son capaces de descender hasta casi el físico, siguiendo ciertas líneas marcadas. Así pueden llegar hasta la contraparte astral de un libro físico y extraer del mismo los datos requeridos. Fácilmente se ponen en contacto con la mente del autor, graban sus ideas en el mismo y vuelven con las de este. A veces, demoran por largo tiempo su partida hacia el mundo celestial, a causa de la avidez con que persiguen líneas de estudio y de experimentación en el plano astral.
Aunque hablamos de la materia astral como si fuera sólida, en realidad, sólo lo es relativamente. Una de las razones de que los alquimistas medievales simbolizaran la materia astral con el agua, fue debido a la fluidez y penetrabilidad de ésta. Las partículas de la materia astral más densa están más separadas, en proporción a su tamaño, que las partículas gaseosas. De ahí que a dos cuerpos astrales de los más densos les sea más fácil pasar a través de otro que el gas más tenue expandirse en el aire.
Los moradores del plano astral pasan constantemente unos a través de otros ya través de objetos astrales fijos. No puede ocurrir allí nada parecido a lo que llamamos colisión; bajo condiciones ordinarias, dos cuerpos que se interpretan no se sienten afectados de manera apreciable. No obstante, si la interpretación persiste por algún tiempo, como cuando dos personas están sentadas lado a lado en una Iglesia o en un teatro, pueden afectarse considerablemente.
Si una persona en el astral piensa que una montaña es un obstáculo, no podrá pasar a través de ella. Precisamente aprender que no es tal obstáculo es parte del objeto de la llamada "prueba de tierra".
Una explosión en el plano astral puede ser tan desastrosa como una explosión de pólvora en el plano físico; pero los fragmentos astrales se unirán rápidamente de nuevo. De manera que en el plano astral no puede haber accidentes, en el sentido que damos a esta palabra, porque el cuerpo astral, por ser fluido, no puede ser destruído ni dañado, de manera permanente, como él físico.
Un objeto puramente astral puede ser movido por medio de una mano astral, si uno quiere; pero no la contraparte astral de un objeto físico; para mover éste sería necesario materializar una mano y mover el objeto físico, al que acompañará naturalmente la contraparte astral. Esta existe porque el objeto físico existe; de manera similar a como el perfume de una rosa llena la habitación porque la rosa está allí. Uno no puede mover un objeto físico moviendo la contraparte astral; por lo mismo que no puede mover la rosa moviendo el perfume de la misma.
En el plano astral, uno nunca toca la superficie de cosa alguna, para convencerse de si es dura o blanda, áspera o suave, caliente o fría; sino que al ponerse en contacto con la substancia interpenetrante, uno es consciente de un ritmo diferente de vibración, la cual puede ser, naturalmente, agradable o desagradable, estimulante o deprimente.
Así, si uno pisa la tierra, parte de su cuerpo astral interpenetra el terreno bajo sus pies; pero el cuerpo astral no será consciente del hecho por algo que corresponda a la sensación de dureza, ni por alguna diferencia en el poder de moverse.
En el plano astral uno no tiene la sensación de saltar sobre un precipicio, sino simplemente de flotar sobre el mismo.
Aunque la luz de todos los planos viene del Sol, el afecto que produce en el plano astral es enteramente diferente del producido en el físico. En el astral, hay una luminosidad difusa, la que manifiestamente no viene de una dirección determinada.
Toda la materia astral es luminosa de por sí; pero un cuerpo astral no es como una esfera pintada, sino como una de fuego viviente. Nunca hay obscuridad en el plano astral. El paso de una nube obscura por delante del sol no se nota en el plano astral, ni tampoco la sombra de la tierra que llamamos noche.
Como los cuerpos astrales son transparentes, no hay sombras.
Las condiciones atmosféricas y climatéricas no afectan el trabajo en el plano astral, ni tampoco en el mental. No obstante, en una gran ciudad la diferencia es grande, debido a la masa de formas de pensamiento.
En el plano astral hay muchas corrientes que arrastran a las personas faltas de voluntad, y también a los que la tienen, pero que no saben como emplearla.  
No hay nada parecido al sueño en el plano astral. Uno puede olvidar en dicho plano, lo mismo que en el físico. Quizás, es aún más fácil olvidar allá que en éste, por cuanto hay más actividad y está más poblado. Conocer a una persona en el plano astral no implica necesariamente haberla conocido en el mundo físico.
Con frecuencia se llama al plano astral el reino de la ilusión; en sí mismo, no es más ilusorio que el mundo físico, salvo por la poca fe que merecen las impresiones traídas por videntes poco expertos. Esto se explica, debido principalmente a dos notables características de dicho plano. En primer lugar, los moradores del mismo tienen la sorprendente facultad de cambiar sus formas con chocante rapidez, y también la de ofuscar al extremo a aquéllos a cuya costa deciden divertirse. En segundo lugar, la visión astral es muy diferente y mucho más extensa que la física. En visión astral, un objeto se ve, por así decirlo, por todos los lados a un tiempo; cada partícula del interior de un sólido está claramente a la vista, lo mismo que las del exterior; todo enteramente libre de la deformación de la perspectiva.
Si uno mira un reloj astralmente, verá la esfera y todas las ruedas puestas separadamente, pero nada encima de otra cosa.
Mirando a un libro cerrado uno verá cada página, no a través de las otras páginas, delante o atrás, sino directamente como si cada una fuera la única página visible.
Se comprenderá fácilmente que, bajo tales condiciones, hasta los objetos más familiares resulten totalmente desconocidos, y que el visitante inexperto encuentra dificultad considerable para comprender lo que ve en realidad, y mucho más para explicar su visión, valiéndose del muy inadecuado lenguaje ordinario. No obstante, un momento de reflexión hará ver que la visión astral se acerca a la verdadera percepción, mucho más que la visión física, sujeta a las deformaciones de la perspectiva.
Además de dichas fuentes posibles de error, la cosa se complica más por el hecho de que la visión astral conoce formas de materia que, no obstante ser puramente físicas, son, sin embargo, invisibles bajo condiciones ordinarias. Tales son, por ejemplo, las partículas que componen la atmósfera, todas las emanaciones que constantemente se desprenden de las cosas con vida, y también los cuatro grados de materia etérica.
Además la visión astral pone a la vista otros, y enteramente diferentes, colores más allá del espectro visible ordinario; los rayos ultra-rojos y ultra-violetas, conocidos por la ciencia física, son claramente visibles a la visión astral.
Tomemos un ejemplo concreto. Una roca vista por la visión astral, deja de ser una masa inerte de piedra. Para la visión astral, es visible la totalidad de la materia física, en vez de sólo una pequeña parte de ella; son perceptibles las vibraciones de las partículas físicas; es visible la contraparte astral, compuesta de varios grados de materia astral, toda en movimiento constante; se ve circular la vida universal (prana) a través de ella e irradiando de ella; se ve el aura que rodea la piedra; se ve impregnándola su adecuada esencia elemental, siempre activa, pero siempre fluctuante. En el caso del vegetal, del animal y del hombre, las complicaciones son, naturalmente, más numerosas.
Un buen ejemplo de la clase de errores, que hay probabilidad de cometer en el plano astral, es la frecuente inversión de los números que el vidente tenga que anotar; por ejemplo, dirá 139 cuando es 931, y así por el estilo. En el caso de un estudiante de ocultismo, preparado por un Maestro capaz, tal error sería imposible, salvo por apresuramiento o falta de cuidado; por cuanto tal estudiante ha de someterse a un prolongado y variado curso de instrucción en este arte de ver correctamente. Un vidente experto adquiere, con el tiempo, certeza y confianza al tratar con fenómenos astrales, que sobrepasan en mucho a los de la vida física.
Es un error hablar con desprecio del plano astral y considerarlo indigno de atención. Sería, como es natural, realmente desastroso para cualquier estudiante descuidar su desenvolvimiento superior y quedar satisfecho con haber alcanzado la conciencia astral. En algunos casos, es, ciertamente, posible desarrollar las facultades mentales superiores primero; algo así como solapar, por un tiempo, el plano astral. Pero tal no es el método corrientemente adoptado por los Maestros de la Sabiduría con sus discípulos. Para la mayoría el progreso a saltos no es practicable; es necesario, por tanto, avanzar paso a paso.
En "La Voz del Silencio" se habla de tres Aulas. La primera, la de la Ignorancia, es el plano físico; la segunda la del Aprendizaje, es el plano astral; se llama así porque la apertura de los chakras astrales revela mucho más de lo visible en el plano físico, y uno se siente más cerca de la realidad de las cosas; sin embargo, no es más que el lugar de aprendizaje para el probacionista. Conocimiento todavía real y preciso se adquiere en el Aula de la Sabiduría, que es el plano mental.
Una parte importante del escenario del plano astral consiste de lo que, con frecuencia, aunque erróneamente, se llama los Registros de la Luz Astral. Esos registros (que, en verdad, son una especie de materialización de la memoria divina, algo así como la representación fotográfica viviente de todo cuanto ha ocurrido) están real y permanentemente, impresos en un nivel mucho más elevado, y sólo se reflejan, de manera más o menos espasmódica, en el plano astral; de manera que, uno cuyo poder de visión no se eleve sobre éste; es probable que obtenga nada más que cuadros ocasionales y desconectados del pasado, en vez de un relato coherente. Sin embargo, estos cuadros reflejados, de toda clase de ocurrencias pasadas, se reproducen constantemente en el plano astral y forman una parte importante del medio ambiente del investigador.
La comunicación en el plano astral está limitada por el conocimiento de la entidad, lo mismo que en el mundo físico. Uno capaz de utilizar su cuerpo mental puede comunicar sus ideas a las entidades humanas allí más fácil y rápidamente que en la tierra, por medio de impresiones mentales; pero los moradores ordinarios del plano astral no son, por lo común, capaces de ejercitar este poder; parecen estar restringidos por limitaciones similares a las que prevalecen en la tierra, aunque, quizás, menos rígidas. En consecuencia, como se dijo antes, se asocian allí como aquí en grupos atraídos por simpatías, creencias y lenguaje comunes.