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jueves, 14 de mayo de 2015

14- DESPUÉS DE LA MUERTE



Temas tratados:

-         El Purgatorio.
-         Espíritus apegados a la tierra y sus víctimas
-         La región fronteriza
-         El primer cielo
-         El segundo cielo
-         Hacia el renacimiento



(Temas extraídos del libro “El Cuerpo de Deseos”, Max Heindel)

Temas tratados según el punto de vista rosacruz




EL PURGATORIO. (La región astral inferior).

Después de la muerte, el Ego asciende gradualmente a través de las diferentes regiones espirituales, hasta el Tercer Cielo, y cuando llega el tiempo de renacer, entonces comienza a descender gradualmente a través de la Región del Pensamiento Concreto, el Mundo del Deseo y el éter del plano físico... El autor...está seguro que ninguno de sus amigos nunca ha subido a las partes superiores del Mundo del Deseo o a la Región del pensamiento Concreto, sin pasar primeramente a través del éter y el plano más bajo del Mundo del Deseo, que es la región purgatorial.
El Purgatorio ocupa las tres regiones inferiores del Mundo del Deseo (los 3 subplanos inferiores de los 7 que conforman el plano astral). El Primer Cielo está en las tres regiones superiores. La Región central (el 4° subplano) es una especie de territorio neutral o limítrofe, ni cielo, ni infierno.
El objeto del Purgatorio, es borrar los malos hábitos, haciendo imposible su gratificación. El individuo sufre exactamente lo que ha hecho sufrir a otros con su deshonestidad, crueldad, intolerancia o lo que fuere. Por este sufrimiento aprende a obrar cariñosa, honesta, benévolamente y con toda paciencia para los demás en el futuro.
La ley que estamos considerando ahora, es la Ley de Consecuencia. En el Mundo del Deseo, obra purgando al hombre de sus deseos inferiores, corrigiendo las debilidades o vicios que obstaculizan su progreso, haciéndolo sufrir de la manera más adaptada a ese propósito. Si ha hecho sufrir a otros o se ha portado injustamente con ellos, tendrá que sufrir de idéntica manera. Pero debe notarse, sin embargo, que si una persona ha estado sujeta a vicios, pero se ha arrepentido y en lo posible deshecho el mal causado, tal arrepentimiento, reforma y restitución lo ha purificado de esos vicios y malas acciones. El equilibrio ha sido restablecido y la lección se ha aprendido durante esa encarnación y, por lo tanto, no causará sufrimiento después de la muerte. En el Mundo del Deseo se vive tres veces más rápidamente que en el Mundo Físico. Un hombre que haya vivido cincuenta años en el Mundo Físico, viviría los mismos sucesos en el Mundo del Deseo, en unos dieciséis años. Esto es, por supuesto, generalmente hablando. Hay personas que permanecen en el Mundo del Deseo mucho más tiempo que el que pasaron en su vida física. Otros, por el contrario, que han abandonado la vida con muy pocos deseos groseros, pasan por ese Mundo en un período de tiempo mucho más corto; pero el tiempo indicado es el usual en lo que se refiere al hombre corriente del día.
Debe recordarse que conforme el hombre deja el cuerpo denso al morir, su vida pasada se despliega ante él en imágenes, pero entonces las mismas no producen ningún sentimiento. Durante su permanencia en el Mundo del Deseo estas imágenes de su vida se despliegan hacia atrás como antes, pero ahora tiene el hombre todos los sentimientos que le es posible tener, conforme las escenas van pasando una a una ante él. Cada incidente de su pasada vida, vuelve a ser vivido de nuevo. Cuando ha llegado al punto en que ha injuriado a alguien, él mismo sufre el dolor que sufrió la persona injuriada. Vive todas las tristezas y sufrimientos que causó a los demás y aprende cuan dura de soportar fue la herida o la tristeza que él causó. Además, existe el hecho ya mencionado, de que el sufrimiento es mucho más intenso porque ya no hay cuerpo denso que lo mitigue un tanto. Quizás por eso está disminuida la duración de la vida en un tercio allí. El sufrimiento pierde en duración lo que gana en intensidad. Las medidas de la Naturaleza son maravillosamente justas y ciertas. Hay otra característica peculiar a esa fase de la existencia post-mortem que está íntimamente relacionada con el hecho ya mencionado de que la distancia está casi suprimida en el Mundo del Deseo. Cuando un hombre muere, le parece que surge y se hincha en su cuerpo vital; que crece inmensamente hasta adquirir proporciones colosales. Este sentimiento es debido, no a que el cuerpo crezca realmente, sino a que las facultades perceptivas reciben tantas impresiones de varias fuentes que parece que todas están a mano. Y lo mismo sucede con el cuerpo de deseos. Al hombre le parece que está presente ante todos aquellos con los cuales sus relaciones en la Tierra fueron de manera tal, que necesitan corrección. Si ha injuriado a un hombre en San Francisco y a otro en New York, sentirá como si una parte de sí mismo, estuviera en cada una de esas ciudades. Esto le produce un sentimiento inexplicable de estar hecho pedazos. El estudiante comprenderá ahora la importancia del panorama de la vida pasada durante la existencia purgatorial, en la que este programa se realiza en sentimientos definidos. Si se le dejara tranquilo, sin perturbarlo, al morir, la impresión de aquel se realizará en toda su plenitud, clara y profundamente, en el cuerpo de deseos, lo que hará, la vida en el Mundo del Deseo, mucho más vívida y consciente y la purificación será más perfecta que sí, debido a los lamentos por parte de los que rodean su lecho de muerte, durante el período de tres días mencionado, el hombre sólo pudiera tener una impresión vaga de su vida pasada.
El Espíritu que ha grabado en su cuerpo de deseos un recuerdo claro y profundo, comprenderá los errores de su vida pasada, mucho más clara y definidamente, que si las imágenes fuesen borrosas, debido a que la atención individual ha sido distraída por los lamentos y sufrimientos de los que lo rodeaban. Sus sentimientos concernientes a las cosas que causan su sufrimiento actual en el Mundo del Deseo, serán mucho más definidos si se graban profundamente por medio de una impresión panorámica, clara y distinta, que si la duración de aquel proceso fuese corto.
Los así llamados muertos, pueden formar por medio de sus pensamientos cualquier prenda de vestir que quieran. Generalmente, ellos piensan que están vestidos de acuerdo a la moda del país donde ellos vivían antes de pasar al Mundo del Deseo y, por lo tanto, ellos aparecen así vestidos sin gran esfuerzo de pensamiento. Pero cuando ellos desean obtener algo nuevo o una prenda de vestir poco común, entonces naturalmente deben servirse de su fuerza de voluntad para hacer aparecer tal o cual cosa; y esa prenda de vestir dura solo tanto tiempo como la persona crea que la está usando. Pero esa plasticidad de la materia de deseos que se presta tan bien al poder del pensamiento, puede también emplearse en otras direcciones. Generalmente, cuando una persona deja este mundo a consecuencia de un accidente, ella se imagina desfigurada por el accidente, sea que le falte una pierna o un brazo o que tiene un agujero en la cabeza. Sin embargo, esto no le molesta, pues puede moverse en el Mundo del Deseo sin brazos o sin piernas, igual como si los tuviera; esto demuestra la tendencia del pensamiento a moldear el cuerpo de deseos. Al principio de la Primera Gran Guerra Mundial, cuando una gran cantidad de soldados pasó al Mundo del Deseo, con las más horribles lesiones, entonces los Hermanos Mayores y sus alumnos enseñaron a esos hombres que con sólo concentrar sus pensamientos en que ellos estaban sanos y normales de cuerpo, desaparecerían por completo sus horribles heridas que los desfiguraban tanto. Así lo hicieron inmediatamente. Ahora los recién venidos, cuando se acostumbran al nuevo ambiente y comprenden las cosas del más allá, se sanan enseguida de sus heridas y amputaciones y al mirarlos nadie podría pensar que murieron a causa de un accidente en el Mundo Físico.
En consecuencia, este conocimiento es tan general ahora, que muchas personas que pasaron al más allá desde entonces, aprovecharon esta cualidad de la materia de deseos para moldearla con sus pensamientos, en los casos cuando querían cambiar el aspecto de su cuerpo. A veces los que son muy gordos quieren aparecer más delgados y, al contrario, los que son muy delgados quieren ser más gordos. Pero este cambio o transformación, no siempre tiene éxito por mucho tiempo, debido al arquetipo, las carnes por así decir, agregadas a una persona delgada o las carnes sacadas a una persona corpulenta no quedan permanentemente en el mismo lugar, pues el hombre delgado vuelve a su silueta original y el gordo que enflaqueció, nota que está gradualmente engordando otra vez y, por lo tanto, el proceso debe repetirse. Lo mismo ocurre con las personas que tratan de modificar su cara, moldeando otras facciones que le convienen más. Los cambios de las facciones de la cara son aún menos permanentes, pues la expresión del rostro en el mundo del Deseo, indica la naturaleza del alma, por lo tanto, lo fingido es rápidamente disipado por los pensamientos habituales de la persona. Durante la vida física el cuerpo de deseos tiene más o menos el aspecto de una nube ovoide, que rodea al cuerpo denso. Pero cuando la persona recobra su conciencia en el Mundo del Deseo y se imagina que su cuerpo es igual al denso que tenía, entonces éste comienza a moldearse de acuerdo a lo que se cree. Esta transformación se facilita por el hecho de que el cuerpo del alma, compuesto por los dos éteres superiores -el éter luminoso y el éter reflector-, permanece todavía con el Ego. Para más claridad y mejor comprensión recordemos que, en el período cuando el Ego está descendiendo para renacer, los dos éteres inferiores reunidos alrededor del átomo-simiente del cuerpo vital, se moldean en la matriz por los Señores del Destino -los Ángeles Archiveros y sus agentes-. Este molde se coloca en el seno de la madre, donde están enclavados los átomos o partículas físicas que gradualmente forman el cuerpo del niño hasta su nacimiento. Al nacer el niño no tiene un cuerpo del alma. Aunque los éteres superiores pueden estar presentes, éstos no se asimilan hasta mucho más tarde y, entonces, crecen por las buenas obras. Cuando el cuerpo del alma alcanza una cierta densidad, el hombre puede funcionar en él, como Auxiliar Invisible y durante sus "vuelos anímicos" el cuerpo de deseos se coloca fácilmente en esta matriz. Cuando el Auxiliar Invisible vuelve al cuerpo físico, el esfuerzo de la voluntad que debe hacer para entrar en éste, disuelve automáticamente la conexión entre el cuerpo de deseos y el cuerpo del alma. Finalmente cuando se termina la vida en el Mundo Físico y se abandonan los dos éteres inferiores, el luminoso cuerpo del alma o "Vestido Dorado de Boda", queda con los vehículos superiores. Y en esa matriz se coloca el cuerpo de deseos al nacer el hombre en el mundo invisible. Y como el cuerpo del niño se forma durante la vida antenatal, de acuerdo al molde o a la matriz formada por los dos éteres inferiores, asimismo el nacimiento en el mundo invisible después de la muerte en el mundo físico, es acompañado por una impregnación con materia de deseos de la matriz, formada por los éteres superiores, para formar el vehículo que se empleará en el Mundo del Deseo.
Pero los llamados muertos, no son los únicos que pueden moldear la materia de deseos en cualquier figura que quieran. Este poder lo tienen también todos los habitantes del Mundo del Deseo, aún los elementales que a menudo usan de esa facultad de transformación para asustar o engañar al recién venido, como lo comprobaron muchas veces con consternación los neófitos que entran por primera vez en esa región. Esos pequeños diablillos son muy listos para saber cuando la persona es un extranjero, sin conocimientos de las condiciones y de las cosas de allí y, por lo tanto, parecen deleitarse en molestar a las nuevas personas, transformándose en monstruos horrendos y grotescos. Entonces ellos fingen un ataque feroz y parecen divertirse grandemente, si logran apretar a su víctima en un rincón temblando de miedo, mientras ellos están ante él castañeando los dientes como para devorarlo. Pero en seguida que el neófito se dé cuenta que, en realidad no existe nada capaz de hacerle daño, pues funcionando en sus vehículos superiores él se encuentra inmunizado contra el peligro de ser despedazado o devorado, entonces le bastará reírse tranquilamente de esos seres inofensivos o darles firmemente la orden de irse y ocuparse de otras cosas, dejándolo en paz. Así él aprende a ejercer su voluntad, pues en ese mundo todos los seres aún no individualizados son forzados a cumplir las órdenes de las inteligencias superiores y el hombre pertenece a aquellas.
Es un hecho curioso que elementales subhumanos se apegan a veces a algunas personas, a una familia, o a una secta religiosa. Sin embargo, en este último caso se pudo verificar que su vehículo no estaba formado por el cuerpo de pecado endurecido (compuesto del cuerpo de deseos y cuerpo vital entretejidos), sino que fue obtenido a través de un médium, en este caso una persona buena, común y que el éter de este vehículo se encontraba en un estado de desintegración. Para remediar a esa desintegración y para prolongar su dominio sobre el vehículo, los elementales exigen de los seres para quienes trabajan, ofrendas regulares de alimentos e incienso. Aunque, por supuesto, no pueden asimilar los alimentos físicos, ellos pueden y suelen vivir alimentándose de los vapores etéricos y emanaciones que se desprenden de aquellos, como también del humo del incienso.
Cuando el Ego se libera del cuerpo vital, se rompe su último lazo con el Mundo Físico y, entonces, penetra en el Mundo del Deseo (o mundo astral). La forma ovoide del cuerpo de deseos, ahora cambia y asume la forma del cuerpo denso descartado. Sin embargo, los materiales que lo componen, son colocados de una manera especial, de la cual dependerá mucho la vida que llevará el difunto.
El cuerpo de deseos del hombre se compone de materiales de las siete regiones del Mundo del Deseo, como el cuerpo denso se compone de sólidos, líquidos y gases de este mundo. Pero la cantidad de materia de cada región depende de la naturaleza de los deseos que él mantiene. Los deseos groseros se forman de la substancia más densa que pertenece a la región más baja del Mundo del Deseo, y si estos son los deseos del hombre, él se forma un vehículo burdo donde predomina la substancia de las regiones inferiores; pero al contrario, si los deseos groseros son sistemáticamente descartados y se admiten sólo los puros y buenos, el cuerpo de deseos estará formado de materiales de las regiones superiores.
Actualmente, ningún hombre es totalmente malo, ni totalmente bueno; todos nosotros somos mezclas de los dos; pero puede existir y existe una distinción en la composición. En los cuerpos de deseos de algunos hay preponderancia de materiales groseros y en los otros hay preponderancia de los sutiles. De ahí la diferencia en el ambiente y en el estado del hombre al entrar en el Mundo del Deseo después de la muerte. Entonces la materia del cuerpo de deseos, aunque haciéndose parecida al cuerpo denso descartado, al mismo tiempo se arregla de tal modo, que la materia más sutil perteneciendo a las regiones superiores del Mundo del Deseo, forma el centro del vehículo y la substancia de las tres regiones inferiores está del lado exterior. Cuando la vida terrena del Ego finaliza, entonces él recurre a la fuerza centrífuga para liberarse de sus vehículos. Siguiendo la misma ley que impele al planeta a arrojar de sí al espacio la parte más densa y cristalizada, el Ego descarta primeramente el cuerpo denso. Cuando entra en el Mundo del Deseo, esta fuerza centrífuga actúa de manera de echar la materia más grosera a la parte exterior del cuerpo. Entonces el hombre está obligado a quedarse en las regiones inferiores hasta purgarse de los deseos groseros que se encuentran en la materia de deseos densa. Por lo tanto, la materia de deseos más ordinaria siempre está en la parte exterior del cuerpo de deseos durante la estadía en el Purgatorio y se elimina gradualmente por la purgativa fuerza centrífuga, la fuerza de repulsión, que arranca todos los vicios y errores del hombre dejándolo ascender al Primer cielo, que se encuentra en la Región Superior del Mundo del Deseo. Allí domina la fuerza de Atracción e imprime en el Ego todas las buenas obras de la vida pasada bajo el aspecto de fuerza anímica. La parte descartada del cuerpo de deseos se abandona como un "cascarón" vacío. Cuando el Ego deja el cuerpo denso, éste muere rápidamente. La materia física se pone inerte desde el momento que se encuentra despojada de la energía vivificadora, dadora de vida y se disuelve como forma. Con la materia del Mundo del Deseo no pasa lo mismo; una vez dotada de vida, la energía subsiste durante un tiempo bastante largo, aunque no recibe más el influjo de la vida y su duración depende del impulso que ha recibido. Como resultado los "cascarones" subsisten al abandonarlos el Ego, durante un tiempo más o menos largo. Ellos tienen una vida independiente y en el caso de que los Egos a quienes ellos pertenecían estuviesen imbuidos de deseos terrenos, quizás murieron en su juventud sin cumplir sus ambiciones, a veces grandes e insatisfechas, entonces estos cascarones desalmados harán esfuerzos desesperados para volver al Mundo Físico. Y muchos fenómenos en las sesiones espiritistas se deben a la actuación de los mismos. El hecho de que las comunicaciones recibidas de esos llamados "Espíritus", frecuentemente no tengan ningún sentido, no nos parecerá extraño cuando comprendamos que ellos no son "Espíritus" sino sólo una parte desalmada de la "vestidura" del Espíritu que se ha ido y, por lo tanto, no son inteligentes. Tienen memoria de la vida pasada, debido al panorama que fue grabado al morir, que les permitirá asombrar a los familiares contando incidentes de la vida privada, desconocidos para otros, pero la verdad es que ellos no son más que vestiduras descartadas del Ego, dotadas de una vida independiente durante algún tiempo. Pero no sucede siempre que esos cascarones se queden sin alma, pues hay diferentes clases de seres en el Mundo del Deseo, que evolucionan en dicho mundo. Son buenos y malos, igual que los seres humanos y generalmente se clasifican bajo la denominación de "elementales", aunque difieren mucho por su apariencia, inteligencia y características. Nos ocuparemos de ellos sólo en la medida que su influencia se relaciona con el estado post-mortem del hombre.
A veces sucede, especialmente cuando el hombre tiene la costumbre de evocar a los Espíritus, que esos seres se apoderan del cuerpo denso en la vida terrena y hacen de él un médium irresponsable. Al principio lo atraen con enseñanzas que parecen elevadas, pero gradualmente lo hacen muy inmoral y lo peor de todo, ellos se apoderan de su cuerpo de deseos, al abandonarlo el hombre y ascender al cielo. Debido a que los impulsos contenidos en el cuerpo de deseos son la base de la vida en el cielo y son también los resortes o móviles que impelen al hombre a reencarnar para proseguir con su crecimiento, este hecho es una cosa muy seria, pues la evolución completa del hombre puede detenerse durante épocas muy largas, hasta que el elemental abandone dicho cuerpo. Cuando lo bueno y lo malo de una vida haya sido extraído, el Espíritu descarta su cuerpo de deseos y asciende al Segundo Cielo. Entonces el cuerpo de deseos comienza a desintegrarse, como lo hicieron los cuerpos físico y vital, pero es una particularidad de la materia de deseos que una vez formada y dotada de vida, permanece así por mucho tiempo. Aún cuando la vida se escapa, sigue viviendo de un modo semi-consciente e independiente y, a veces, por atracción magnética, es atraída hacia los familiares del Espíritu a quien recubría y en las sesiones de espiritismo generalmente esos cascarones personifican al espíritu fallecido y engañan a los familiares. Como el panorama de la vida pasada está grabado en los cascarones, por lo tanto ellos poseen el recuerdo de incidentes relacionados con esos familiares, lo que hace el engaño más fácil. Pero como están desprovistos de intelecto, no se hallan en condiciones de dar un buen consejo y esto explica las cosas vacías, tontas y vulgares que ellos dicen.
Al despertar el hombre en el Mundo del Deseo, es exactamente el mismo que antes de morir pero con una sola excepción. Si alguien pudiera verlo allí lo reconocería en seguida, si lo hubiera conocido aquí. La muerte no tiene poder de transformación; el carácter del hombre no cambia, el hombre vicioso y el borracho son viciosos y disipados como antes, el avaro queda avaro, el ladrón es siempre ladrón, pero hay una transformación grande en ellos -han perdido su cuerpo denso- y en esto reside el cambio respecto a la gratificación de sus distintos deseos. El borracho no puede beber, no tiene estómago. Puede y así lo hace, entrar en los barriles que contienen whisky, en los bares y cafés, pero esto no le da satisfacción, porque en un tonel no se producen los vapores, que sólo se generan en los órganos digestivos del bebedor. Entonces prueba el efecto que le produciría meterse en los cuerpos densos de los borrachos terrestres. Le resulta fácil hacerlo, pues el cuerpo de deseos está constituido de tal manera, que puede ocupar sin inconvenientes el mismo sitio con otra persona. Las personas "muertas" al principio se enojan frecuentemente cuando sus amigos se sientan en la silla que ellos ocupan, pero luego se dan cuenta que no hay ninguna necesidad de desocupar el asiento, por el hecho que un amigo, que todavía está en su cuerpo terreno, se aproxima para sentarse. Si alguien se sienta sobre el cuerpo de deseos, no será lastimado por tal motivo; los dos pueden ocupar la misma silla sin ninguna incomodidad para sus movimientos. Entonces el borracho entra en el cuerpo de un bebedor, pero aún así no recibe satisfacción real y, por lo tanto, experimenta las torturas de Tántalo, hasta que el deseo muere por falta de satisfacción, de la misma manera como sucede con todos nuestros deseos en la vida terrestre.
Mientras que nuestros malos hábitos son tratados de este modo general, nuestras malas acciones específicas de la vida pasada son tratadas de la misma manera automática por medio del panorama de vida que fue grabado en el cuerpo de deseos. Este panorama empieza a desplegarse hacia atrás, de la muerte al nacimiento, al entrar el Ego en el Mundo del Deseo. Se despliega hacia atrás aproximadamente tres veces más rápidamente que los sucesos de la vida en el Mundo Físico, así que un hombre que tenía sesenta años al morir viviría los acontecimientos de su vida pasada en el Mundo del Deseo, en unos veinte años. Recordemos que, conforme el panorama se desarrolla después de la muerte, el Ego no tenía sentimiento alguno respecto a las imágenes que se desplegaban mirándolas únicamente como espectador. Pero no sucede así cuando esas imágenes aparecen en su conciencia en el Purgatorio. Allí no siente nada por lo bueno, pero todo lo malo reacciona de tal manera, que en las escenas donde ha causado sufrimientos a alguien, él mismo sufre el dolor que sufrió la persona injuriada. El sufrimiento es más agudo, pues el cuerpo denso tiene un ritmo de vibraciones tan lento, que mitiga un poco el dolor. En el Mundo del Deseo, donde carecemos de vehículos físicos, los sufrimientos son más intensos. Más nítida haya sido la impresión de la vida pasada en el cuerpo de deseos al morir el hombre, más sufre él y más claramente sentirá en las vidas futuras que debe desistir de todas las transgresiones u ofensas. En el Mundo del Deseo, los éteres y el Mundo Físico, se interpenetran uno al otro, así que el avaro está en el Mundo del Deseo igual como estaba cuando poseía un cuerpo físico. Generalmente la gente no comprende que la materia más densa que compone las regiones más bajas del Mundo del Deseo y el Éter Químico (que es el inferior de los cuatro éteres) y aún los gases físicos están tramados muy estrechamente y forman la capa exterior de todo Espíritu que ha sido recién liberado de su cuerpo físico. Esos Espíritus, por lo tanto, moran en la región inferior del Mundo del Deseo, estando en contacto tan estrecho con el Mundo Físico que el autor se ha maravillado más de una vez que los hombres no puedan verlos.
Así que el avaro y todos los otros que han abandonado recién el cuerpo físico ven a la gente de este mundo más nítidamente que ellos ven las cosas del Mundo del Deseo, donde se encuentran. Así como el hombre queda cegado al exponerse al sol y debe acostumbrarse a distinguir las cosas ajustando el foco de su vista, así también los Espíritus que entran en el Mundo del Deseo al morir, necesitan algún tiempo para ajustarse a las nuevas condiciones. Y el material más denso de su cuerpo, que se echa hacia la periferia por la fuerza centrífuga de Repulsión, los mantiene apegados a la tierra durante más o menos tiempo, hasta que se desprendan de este material más grosero y puedan ponerse en contacto con las vibraciones más finas de las regiones superiores. Por tal razón el avaro, el borracho, el hombre sensual y las personas de esa clase cuyos deseos son bajos y viciosos se quedan en esas regiones inferiores durante un tiempo mucho más largo que las personas llenas de altos ideales y aspiraciones espirituales. Las personas que se han esforzado durante su vida en extirpar sus vicios y en dominar su naturaleza inferior, sus cuerpos de deseos contienen comparativamente poco material grosero y éste se gasta pronto, dejándoles libres para elevarse a las regiones superiores. En los vehículos sutiles, no hay órganos sensoriales especiales, pero igual como nosotros podemos sentir con toda la superficie de nuestro cuerpo, asimismo los Espíritus ven y oyen con cada átomo de su cuerpo espiritual, por adentro y por afuera. Lo que ellos perciben en realidad no son las cosas físicas que nosotros vemos con nuestra vista física, pero cada silla, pupitre u otro utensilio físico está interpenetrado por los dos éteres y la materia de deseos -y en esto que ellos ven- y para ellos es tan real y palpable como son las formas físicas para nuestros sentidos.
Es un hecho que la atmósfera terrestre gira juntamente con la Tierra y asimismo la materia de deseos que constituye el Mundo del Deseo de nuestro planeta. Sin embargo, los seres que se han despojado de su envoltura mortal y se encuentran en el Mundo del Deseo, pueden ver a través de la Tierra, con la misma facilidad que nosotros podemos ver a través de un vidrio. La víctima de un asesinato se escapa del sufrimiento del Purgatorio, por encontrarse generalmente en un estado comatoso, hasta el momento que debía ocurrir la muerte natural, siendo cuidado debidamente a tal efecto, lo mismo sucede con las víctimas de los así llamados accidentes. Sin embargo, los últimos recobran la conciencia en seguida o un poco después de la muerte. Si el asesino es ejecutado en el período que transcurre desde el momento del asesinato y el momento indicado para la muerte natural de la víctima, entonces el cuerpo de deseos comatoso de aquélla, flota hacia su matador por atracción magnética, siguiéndolo por todas partes, sin un instante de tregua.
La reproducción del asesinato está siempre ante él, por lo tanto él siente el sufrimiento y la angustia que inevitablemente deben acompañar a la reproducción continua de su crimen, con todos sus horrendos detalles. Este estado dura tanto tiempo como debía vivir su víctima. En caso de que el asesino no haya sido ejecutado y su víctima haya pasado más allá del Purgatorio antes de su muerte, entonces el "cascarón" de ésta se queda para hacer la parte de Némesis en la reproducción del crimen. Los sufrimientos en el Purgatorio son el resultado de crímenes morales y del resentimiento de los que han sido injuriados con esos crímenes. El cirujano que hace una operación constructiva, hace un favor que merece la gratitud de la persona operada y la imagen de esa operación en el panorama de la vida reaccionará para él en el Primer Cielo, con la gratitud de la persona ayudada. Lo hará más voluntarioso para servir a los demás. Por otra parte, esos cirujanos poco escrupulosos que persuaden a las personas a someterse a una operación con el propósito de hacerlo por afición a los experimentos o bien que las sacan de los hogares de beneficencia con ese fin, seguramente tendrán la retribución que ellos se merecen. Respecto al Purgatorio para los viviseccionistas, hemos visto algunos casos que hacen parecer al infierno ortodoxo con su diablo y la horquilla, como un lugar de divertimento inofensivo. Sin embargo, no hay agentes exteriores de la Naturaleza ultrajada para castigar a aquéllos -solamente existe la agonía de los animales torturados-, grabada en su panorama de vida reaccionando sobre ellos con triple intensidad (porque la duración de la vida purgatorial, es disminuida un tercio de la existencia física). Esta clase de personas no comprenden la carga que se están echando encima, de lo contrario las cámaras de tortura serían pronto desocupadas y el mundo contaría con una calamidad menos. Cuando una persona (hombre o mujer) ha sido muy dura y cruel en esta vida, cuando no ha tomado en cuenta los sentimientos del prójimo y ha hecho sufrir a otros, veremos que sus sufrimientos en el Purgatorio serán muy agudos, aún intensificados por el hecho que la existencia purgatorial, es más corta que la vida terrestre, es decir que el dolor se intensifica en proporción a como se acorta la duración. Sin embargo, es evidente que si esas experiencias fueron continuas y el dolor engendrado por un acto fuera seguido inmediatamente por otro, entonces se perdería mucho del efecto del sufrimiento sobre el alma, pues ésta no podría sentir toda su intensidad. Por lo tanto las experiencias parecen venir en oleadas y hay un período de espera después de cada período de sufrimiento para que el próximo pueda ser sentido en plena intensidad. Dios nunca busca la venganza y sólo quiere enseñar a los que se permiten obrar mal para que no repitan sus malos actos, imponiéndole al malhechor dolor por dolor. Este procedimiento lo impelerá en una vida futura a respetar los sentimientos ajenos y a ser misericordioso para con todo el mundo. Por lo tanto la máxima intensidad del dolor es necesaria para la conservación de la energía y para hacerlo bueno y puro más pronto, lo que no sería el caso si el dolor fuera continuo y el sufrimiento correspondientemente menos agudo. Si el difunto pudiera dejar tras sí todos sus deseos, se desprendería bien pronto del cuerpo de deseos, quedando así libre para entrar en el mundo celeste, pero no sucede así generalmente. La mayoría de los hombres, especialmente si mueren en la primavera de su vida, tienen muchos lazos y mucho interés por la vida de la tierra. Al perder su cuerpo físico no por eso han alterado sus deseos y, en realidad, muy a menudo sus deseos son aumentados por un anhelo intensísimo de volver. Y esto obra sujetándolos más al Mundo del Deseo en una forma poco agradable, aunque desgraciadamente no lo comprendan así. Por otra parte, las personas viejas y decrépitas, los que han sido debilitados por una larga enfermedad y están cansados de la vida, pasan por él rápidamente.
Esto se comprenderá mejor por la siguiente ilustración: una semilla se separa fácilmente del fruto maduro, pues la pulpa no se adhiere a ella, mientras que en una fruta verde la semilla se aferra con tenacidad a la carne. Compréndase entonces que es muy duro para las personas el verse privadas de su cuerpo por un accidente, mientras se encuentran en la plenitud de sus fuerzas y salud físicas, embargadas bajo muchos aspectos en las actividades de la vida diaria, ligados por los lazos matrimoniales, de familia, de relaciones, de amigos y parientes y en la realización de negocios y placeres.
El suicida, que trató de huir de la vida, únicamente encuentra que está más vivo que nunca y en el más lastimoso estado. Puede observar a aquellos a quienes ha perjudicado, quizás por sus actos y, lo peor de todo, es que tiene un inexpresable sentimiento de "vacuidad", de estar "ahuecado" o "vacío". La parte del aura ovoide en la que generalmente está el cuerpo denso, está vacía y, aunque el cuerpo de deseos ha tomado la forma del cuerpo denso perdido, se siente como si fuera una cáscara vacía, porque el arquetipo creador del cuerpo en la Región del Pensamiento Concreto, persiste como molde vacío, por decirlo así, durante tanto tiempo como debió vivir el cuerpo denso.
Cuando una persona muere de muerte natural, aunque sea en los albores de su vida, la actividad del arquetipo cesa y el cuerpo de deseos se ajusta por sí mismo, como para ocupar la forma por completo, pero en el caso del suicida, el espantoso sentimiento de "vacío", permanece hasta que llega el tiempo en el que, por el curso natural de los acontecimientos, debió ocurrir su muerte. Mientras el hombre mantenga anhelos relacionados con la vida terrestre, debe permanecer en su cuerpo de deseos y como el progreso del individuo requiere que éste pase a las Regiones Superiores, la existencia en el Mundo del Deseo debe ser forzosamente purgadora, tendiente a purificarlo de sus ansias. El cómo se ejecuta, será bien comprendido tomando algunos ejemplos definidos. El avaro que ama a su oro en la vida terrestre lo sigue amando igual después de la muerte; pero, en primer lugar, no puede adquirir más, porque no tiene cuerpo denso a su disposición para ello y, lo que es peor de todo, ya no puede guardar lo que acumuló durante su vida. Probablemente irá y se sentará al lado de su caja fuerte y observará su querido oro o las acciones, pero sus herederos aparecerán y, quizás burlándose hablarán del "viejo avaro" (a quién no ven, pero que son vistos y oídos por este último), abrirán su caja y aún cuando aquel se arroje sobre su oro para protegerlo, ellos echarán mano al dinero, sin imaginarse siquiera que el avaro anda por allí y gastarán su tesoro, mientras él que lo acumuló se queda sufriendo y con una rabia impotente.
Sufrirá intensamente y sus tormentos serán tanto más terribles, porque son completamente mentales, pues no tienen lugar en el cuerpo denso que embota el sufrimiento hasta cierto punto. En el Mundo del Deseo esta angustia tiene amplia expansión y el hombre sufrirá hasta que aprenda que el oro puede ser una calamidad o un azote. En esta forma se va contentando gradualmente con su suerte y se libera por último de su cuerpo de deseos y puede seguir adelante.
Podemos tomar también como ejemplo, el caso de un borracho, tiene tanto gusto por los licores, después de su muerte como antes de ella. No es el cuerpo denso el que le pide bebida, se ha enfermado por el alcohol y quisiera pasarse sin él; vanamente protestará en diversas maneras, pero el cuerpo de deseos del bebedor exigirá la bebida y obligará al cuerpo denso a tomarla, para que así resulte una sensación de placer, pues aquel producto aumenta la vibración. Este deseo subsiste después de la muerte del cuerpo denso, pero el bebedor no tiene en su cuerpo de deseos ni boca para beber ni estómago capaces de contener licores físicos. Puede y así lo hace, ir a los bares o cafés, donde interpola su cuerpo dentro del de los bebedores para aprovecharse así un tanto de sus vibraciones por inducción, pero esto es demasiado débil como para darle satisfacción. Puede y así lo hace, meterse en un tonel de whisky, pero, esto tampoco le da resultado, porque en un barril no se producen los vapores que sólo se generan en los órganos digestivos del borracho. No tienen el menor efecto sobre él y se encuentra en parecidas circunstancias a las que se encuentra el hombre en un bote abierto si estuviera en medio del Océano. "Agua, agua por doquier, pero ni una sola gota para beber" y, en consecuencia, sufre intensamente. Con el tiempo aprende, sin embargo, la inutilidad de desear bebidas que no puede obtener. De la misma manera como sucede con muchos de nuestros deseos en el Mundo del Deseo, mueren por falta de oportunidad para satisfacerlos. Cuando el borracho ha sido así purgado, está pronto en lo que concierne a esa costumbre, para dejar el estado del "purgatorio" y ascender al mundo celeste.
Los borrachos del Mundo del Deseo, habitualmente tratan de fabricar la bebida de la cual tienen sed tan pronto que se enteran que es posible moldear la materia de deseos en todo lo que ellos anhelen que sea; pero por unanimidad ellos declaran que las bebidas fuertes o drogas que fabrican de esa manera, no dan satisfacción. Pueden imitar el gusto perfectamente, pero la bebida así fabricada no puede emborracharlos. Lo mejor que ellos pueden hacer para darse el gusto y la sensación de la borrachera, es de interpolar su cuerpo en el de un beodo que viva aún en el Mundo Físico. Por lo tanto, siempre concurren a los bares empeñándose en obligar a los frecuentadores de esos lugares a tomar con exceso. Ellos dicen también que obtienen considerable satisfacción de los vapores que exhala el aliento de los borrachos en cuerpo físico y, por más pesada y acre que sea la atmósfera de los bares, más cerca se encuentran ellos de hallar la satisfacción buscada. Si solamente los caracteres débiles que visitan esos bares pudieran ver y comprender las tácticas repugnantes de los invisibles condenados que llenan tales lugares, sin duda ellos despertarían a la realidad. Y así serían ayudados aquellos que no han ido aún demasiado lejos para volver sobre sus pasos y, seguir en el sendero de la decencia y de la vida honrada. Pero, gracias a Dios (tanto para los visibles como para los invisibles bebedores) no es posible crear un refugio de vicios en la materia de deseos, pues la fuerza de Repulsión tiende a destruirlo tan pronto como se forma.
Tomamos como ejemplo el caso de un borracho que se convierte en una bestia y, al mismo tiempo maltrata a sus hijos, privándolos de las necesidades diarias y de la educación que ellos deben recibir, golpea a su mujer, dando a sus vástagos un mal ejemplo y rebajando así su moral. Después de la muerte el hombre sentirá en el Purgatorio las torturas de la sed de bebidas, que no podrá satisfacer y en segundo lugar experimentará todos los sufrimientos que inflingió a su familia. Así pagará por sus malos actos y es cierto que volverá a renacer con un registro limpio respecto a lo que concierne a los sufrimientos inflingidos a su familia, pero él hizo una promesa de amar y proteger a la mujer que fue su esposa, cumpliendo con el acto procreativo y suministrando así el núcleo para un cuerpo nuevo, él asumió la responsabilidad de la paternidad para con los niños que vinieron a él en busca de ayuda y de un ambiente conveniente. No cumplió entonces con sus obligaciones de padre y, por lo tanto, existe un lazo entre él y los miembros de su familia. Tiene una deuda para con ellos de amor y de servicio que deberá pagar en algún tiempo futuro. Por lo tanto en una vida posterior esos Egos, se encontrarán en una situación que le permitirá y le dará la oportunidad al exborracho de ser bueno con ellos. Si no aprovecha esa oportunidad, entonces en una vida más lejana, podrá hacer un favor equivalente a alguna otra persona. Es para su bien, que deberá hacer este favor, así evolucionará su naturaleza benévola hasta convertirse en un amor universal que abarque a todo. La misma regla rige para todos los casos y como las condiciones extremas son los mejores ejemplos, podemos describir la relación que se entabla entre el asesino y su víctima. Después de su muerte el asesino sufrió en el Purgatorio y su crimen ha sido borrado allí. Pero se estableció un lazo entre estos dos Egos y, en una vida futura, se encontrarán otra vez para que el asesino tenga la oportunidad de servir a su víctima de antaño y para que se reconcilien, convirtiéndose en amigos. El sentimiento de amistad debe hacerse universal, pues es el principio básico en el reino de Dios.
Cuando la ruptura ocurre entre el cuerpo de deseos y la mente, el cuerpo de deseos (de una persona demente que ha muerto) está aún desenfrenado después del fallecimiento y es causa para el Ego de muchas calamidades durante su existencia en el Mundo del Deseo. El Ego, por supuesto nunca está insano y lo que parece ser insania, proviene del hecho que el Ego no tiene ningún dominio sobre sus vehículos; el peor caso de todos es, sin duda, cuando está afectada la mente y el Ego está atado a la personalidad por muchísimo tiempo, hasta que los vehículos se desintegren. En el principio de la guerra los cuerpos de deseos de los combatientes giraban a un ritmo muy acelerado y se había notado que mientras las personas que se morían a consecuencia de la enfermedad, de la vejez o de los accidentes ordinarios, recobraban su conciencia pronto, desde unos minutos hasta algunos días, los hombres muertos en la guerra eran en la mayoría de los casos inconscientes durante varias semanas y por extraño que parezca, los que estaban hechos pedazos parecían despertar más rápidamente que los miles de hombres con heridas pequeñas. Este problema fue resuelto sólo después de varios meses. Antes de estudiar las causas de este fenómeno debemos llamar la atención sobre el hecho de que las personas que morían muy enojadas y en cólera durante la primera parte de la guerra, cuando se despertaban en el mundo invisible empezaban a pelearse otra vez con sus enemigos y hasta que la gran obra educativa comenzada por los Hermanos Mayores y sus Auxiliares Invisibles logró sus frutos, esos hombres andaban con sus cuerpos mutilados y en un gran estado de angustia por sus seres queridos que habían quedado atrás. Ahora tales incidentes son muy raros, porque se les enseñó a todos que el pensamiento puede crear nuevos brazos, piernas o caras. El odio patriótico desapareció y los "enemigos" que pueden hablarse en un mismo idioma a menudo fraternizan en beneficio de ambos. El Purgatorio está lejos de ser un lugar de castigo; tal vez sea la región más benéfica de la Naturaleza, pues a causa de la purgación nosotros nacemos inocentes vida tras vida. La tendencia de cometer el mismo mal o pecado por lo que hemos sufrido, permanece con nosotros y la tentación de obrar mal de la misma manera se encontrará sobre nuestro camino, hasta que venzamos conscientemente el mal aquí; la tentación no es pecado, el pecado es sucumbir a la tentación.
Vemos, pues, que no hay tal deidad vengativa que ha hecho el Purgatorio o el infierno para nosotros, sino que los creadores de éstos han sido nuestros propios actos y malos hábitos. De acuerdo con la intensidad de nuestros deseos será el tiempo que tengamos que sufrir para purificarnos. En los casos antes mencionados no hubiera habido el menor sufrimiento para el bebedor por haber perdido sus posesiones materiales. Si hubiera tenido algunas, no se hubiera cuidado de ellas. Ni tampoco le habría causado el menor sufrimiento al avaro el encontrarse privado de alcoholes embriagantes. Podríase afirmar que nada le hubiera importado que no existiera ni una sola gota de licor en el mundo. Pero si se preocupó por su oro y el borracho por su bebida y así, la inconmovible ley da a cada uno lo que necesita para purificarse de sus intensos e impíos deseos y malos hábitos.
Esta es la ley que está simbolizada por la guadaña de la gran segadora, la Muerte; la ley que dice: "aquello que el hombre sembrase, eso mismo recogerá". Es la ley de Causa y efecto, que rige todas las cosas en los tres mundos, en cada región de la Naturaleza física, moral y mental. Por todas partes, obra inflexiblemente regulando todas las cosas, restableciendo el equilibrio aún donde el menor acto haya producido una perturbación, desequilibrio que todos los hechos producen. El resultado puede manifestarse inmediatamente o puede demorarse durante años o vidas enteras, pero algún día y en alguna parte se hará la justicia y equivalente retribución. El estudiante debe notar muy especialmente que el trabajo de la ley es completamente impersonal. En el universo no existe ni recompensa, ni castigo. Todo es el resultado de la ley invariable. Para resumir, podemos decir que todas nuestras deudas se pagan en el Purgatorio, es decir, las deudas por nuestros pecados y el mal que hemos hecho, pero nuestras deudas respecto al amor, a la amistad y el servicio amoroso quedan para liquidarse en vidas posteriores.



Capítulo IV

ESPÍRITUS APEGADOS A LA TIERRA Y SUS VÍCTIMAS

Para comprender la mediumnidad es necesario saber que al morir se produce la misma separación que durante el sueño, pero la separación es permanente. Por algún tiempo son conscientes del mundo que han abandonado. Algunos se adhieren a la vida terrestre y no consiguen fijar su mente para aprender las nuevas lecciones; nosotros los llamamos "Espíritus apegados a la Tierra". Sin embargo ellos no pueden funcionar en el mundo visible sin cuerpo y, entonces, aprovechan el hecho de que todos los Espíritus vivientes no están confinados o ligados en igual forma a la prisión de su cuerpo denso. Los que están atados más estrechamente son los materialistas y aquellos que no lo están tanto son los "impresionistas", que son capaces de responder en cierto grado a las vibraciones espirituales. Las personas de ésta última clase de carácter positivo, cuando se adiestran, lo hacen por su propia voluntad y se convierten en ocultistas ejercitados. Pero las personas de voluntad floja pueden solo desarrollarse con la ayuda ajena, de una manera negativa. Ellas son la presa de los Espíritus apegados a la Tierra que se establecen como "Espíritus-Guías" y desarrollan a su víctima en un "médium de trance" o, en caso de que la conexión entre el cuerpo denso y el cuerpo vital sea particularmente floja, lo convierten en un "médium materializador".
Los Espíritus malignos y materialistas, apegados a la Tierra, gravitan a las regiones inferiores del Mundo del Deseo que interpenetra el éter y están en constante y estrecho contacto con las personas que en la tierra se encuentran en situación más favorable para ayudarlos en sus propósitos perversos. Generalmente permanecen en ese estado de adherencia terrena durante cincuenta, sesenta o setenta y cinco años, pero hay casos extremos en que han podido permanecer así durante siglos enteros. Según las últimas investigaciones del autor, parece que no hay ningún límite respecto a lo que pueden hacer y respecto al tiempo que pueden molestar a su presa. Sin embargo, ellos están acumulando así una carta de pecados muy pesada y no podrán escapar a la retribución ni a los sufrimientos futuros, pues el cuerpo vital refleja y graba profundamente en el cuerpo de deseos todos sus crímenes. Cuando por fin dejan su víctima y entran en el Purgatorio, allí encuentran la retribución que merecen. Naturalmente sus sufrimientos son de larga duración en comparación con el período en que ellos continuaban sus prácticas nefastas al morir su cuerpo denso y con razón se dice: "Los molinos de Dios muelen lentamente, pero lo hacen muy fino".
Cuando el Espíritu ha abandonado ‘el cuerpo de pecado’ (como llamamos a este cuerpo en contraste con el cuerpo del alma) para ascender al Segundo Cielo, éste no se desintegra tan rápidamente como el cascarón ordinario que dejan las demás personas, porque su conciencia ha sido aumentada por su composición dual; esto es, que estando compuesto por un cuerpo vital y de deseos, tiene una conciencia individual o personal muy notable. No puede razonar, pero posee una astucia que la hace parecer como si estuviera realmente dotada de una presencia espiritual, de un Ego, lo que le puede permitir una vida separada durante muchos siglos. El Espíritu que ha partido entretanto, entra en el Segundo Cielo, pero no habiendo hecho nada en la Tierra que desee o merezca una estadía prolongada allí o en el Tercer Cielo, se queda sólo lo suficiente como para crearse un nuevo ambiente circundante y renace mucho más pronto de lo usual, para satisfacer su ansia de cosas materiales, que tanto lo atraen. En esos casos extremos (personas de naturaleza malvada) en que no ha existido realmente expresión anímica en la vida terrena precedente, no puede producirse la división de que hemos hablado al morir, porque no existe línea divisoria alguna. En esos casos, si el cuerpo vital retornara al cuerpo denso, para desintegrarse allí gradualmente, el efecto de una vida tan maligna no sería tan transcendental pero, desgraciadamente, en esos casos se produce una unión tan fuerte entre el cuerpo vital y de deseos, que impide toda separación.
Ya hemos visto que cuando un ser humano vive mayormente en su naturaleza superior, sus vehículos espirituales se nutren en detrimento de los inferiores. Inversamente, cuando su conciencia está centralizada en sus vehículos inferiores, los fortifica extraordinariamente.
Debemos comprender que la vida del cuerpo de deseos no termina con la partida del Espíritu, sino que conserva como un residuo de vida y de conciencia. Es para asombrarse observar, buscando en la Memoria de la Naturaleza, como era predominante este entretejimiento firme entre los cuerpos de deseos y vital hace millares de años y fue muy importante para el autor, por no decir más, el notar que en nuestros tiempos históricos la barbarie había sido tan frecuente y tan brutal y que la fuerza dominaba a la justicia absolutamente y sin protesta.
Se ha enseñado que el egoísmo y el deseo se cultivaban adrede bajo el gobierno de Jehová, para dar incentivo a la acción. Al transcurrir el tiempo los cuerpos de deseos se endurecieron tanto que en el momento del advenimiento de Cristo, casi no existía la vida celestial para los hombres que vivían entonces. Aún no bastaba a esos pueblos antiguos hacer todo el mal que podían durante su vida e irse luego, pero querían todavía que se mataran a sus caballos de batalla, que se pusieran sus armas en el ataúd, en una palabra, que se hiciera todo lo posible para mantenerlos aquí, pues el éter de las cosas que le pertenecían durante su vida, era una atracción para ellos y un medio para mantenerlos dentro de la atmósfera terrestre. Esto les permitía obsesionar pues ellos obsesionaban- y errar por sus castillos año tras año y, naturalmente, no eran sólo los ricos o los guerreros, sino también los otros. Además cuando ocurrían contiendas sangrientas donde los hombres se mataban, los fantasmas incitaban a sus parientes a vengarlos y permanecían cerca de ellos ayudándolos a ejecutar su obra sanguinaria. Así ellos cometían el mal y mantenían el mundo en un torbellino de sangre y luchas y no se puede decir que esta condición se haya cambiado radicalmente en los así llamados tiempos modernos. Por donde quiera que muera una persona cuyo corazón esté lleno de malicia y odio, se produce el entretejimiento de los cuerpos de deseos y vital, lo que la convierte en una amenaza para la sociedad, más grande de lo que se podría imaginar sin haber investigado el asunto. Por esta razón y no por ninguna otra, la pena capital tendría que ser suprimida, para no echar sobre la gente esos caracteres peligrosos que estimulan a los moralmente débiles a seguirles sus pasos.

El Mundo del Deseo es la morada por algún tiempo, de los que han fallecido y podemos decir que los así llamados "muertos" están frecuentemente entre los amigos aún vivientes. Sin ser vistos por los familiares andan ellos por los cuartos donde vivían. Primeramente ellos no se dan cuenta de las mencionadas condiciones, es decir que "dos personas pueden estar en el mismo lugar al mismo tiempo" y cuando ellos se sientan en una silla o a la mesa, un pariente puede ocupar ese asiento que cree desocupado. El hombre a quien llamamos erróneamente "muerto", al principio se apura a desocupar el asiento para no tener alguien sentado sobre él, pero rápidamente se da cuenta que esto no lo molestará en sus nuevas condiciones y que puede quedarse tranquilamente en la silla o sillón, no obstante el hecho que su pariente viviente esté sentado también allí.
Hay otra clase de seres que se convierten, aunque no completamente, inmortales en el mal, por así decir, debido al entretejimiento de sus cuerpos vital y de deseos que los obliga a quedarse en las regiones inferiores del mundo invisible, las más próximas al Mundo Físico donde vivimos. Esta clase puede ser hallada por muchos años después que hayan abandonado su cuerpo denso. Es un hecho curioso que a veces esas malas personas son buscadas por amigos que han fallecido antes y necesitan ayuda para ponerse en contacto con el Mundo Físico. El autor recuerda de un caso semejante que ocurrió hace unos años, cuando una pariente anciana estaba pasando al otro lado. Ella esperaba ansiosamente ver a su marido que había muerto antes que ella. Pero como él ya había alcanzado al Primer Cielo, sus brazos y su cuerpo ya habían desaparecido y sólo quedaba la cabeza. Por lo tanto él no estaba en condiciones de mostrarse a su esposa cuando se moría y tampoco podía influir sobre las condiciones en que lo hacía, aunque mucho no le gustara. Se estaban haciendo ciertas cosas para demorar la separación del Espíritu de la carne, lo que ocasionó mucha pena a la persona. En su ansiedad por la condición de su esposa pidió la asistencia de un amigo, cuyo entretejimiento de los cuerpos vital y de deseos le facilitó la manifestación. Este Espíritu tomó un pesado bastón que estaba en el cuarto y con un golpe hizo caer un libro de la mano de la hija de la señora cuando atravesaba el cuarto, lo que asustó tanto a los presentes que ellos dejaron de hacer su demostración, permitiendo así a la madre pasar al más allá. El pobre hombre que hizo esa demostración ya había estado más de veinte años en el mundo invisible y por lo que puede ver el autor no hay ningún signo de disolución del cuerpo de pecado en que se había envuelto; pudiendo quedarse todavía en él dos o tres veces ese tiempo. El autor estuvo muy receloso respecto a las consecuencias que podría traer la guerra por el probable entretejimiento firme de los cuerpos de deseos y vital, dando así vida a legiones de monstruos para aflicción de las generaciones futuras. Pero ahora, está muy contento de poder proclamar su convicción que no debemos tener temores de esa índole. Solamente cuando la gente mantiene malos pensamientos o pensamientos de venganza con premeditación, persistiendo siempre en su deseo de salir con la suya, de afirmar su derecho y si esos sentimientos son fomentados, ellos endurecen el cuerpo vital y lo entretejen con el cuerpo de deseos. Sabemos por los recuerdos y memorias sobre la guerra mundial, que en las filas de los ejércitos no había malos sentimientos, ni odio uno para con el otro y que los enemigos conversaban como amigos, cuando la casualidad hacía que se encontraran en condiciones donde podían hacerlo. Entonces, aunque la guerra es responsable por la terrible mortalidad actual y será la causa de una deplorable mortalidad infantil en el futuro, es irreprochable respecto a los terribles males generados por la obsesión y los crímenes instigados por esos cuerpos de pecado demoníacos. Siguiendo esas investigaciones el autor hizo varios experimentos con Espíritus que se encontraban en las regiones superiores del éter habiendo recién fallecido y también con personas que se encontraban ya en el Mundo del Deseo durante mayor o menor tiempo, algunas entre ellas ya casi listas para entrar en el Primer Cielo. Varios Espíritus que habían dejado nuestro mundo prestaron su colaboración para que se experimentara sobre ellos. El objeto del ensayo era determinar en qué medida sería posible para ellos cubrirse con materiales de la región etérica inferior y con gases. Se observó entonces que las personas que habían fallecido recién podían aguantar bien las vibraciones de los éteres inferiores, pero como eran personas de buen carácter no les gustaba quedarse allí más tiempo de lo necesario, porque se sentían molestos. Pero cuando experimentamos con personas de las regiones superiores del Mundo del Deseo y del Primer Cielo, tomándolas de regiones siempre más elevadas, les resultaba más y más difícil envolverse con éter o bajar en aquel. Todos eran de opinión que descendían a un pozo profundo que los sofocaba. También se observó que nadie en el mundo físico consiguió percibirlos. Tratamos por todos los métodos sugestivos de despertar la percepción de las personas en las casas que visitamos para que sintieran nuestra presencia, pero nuestros esfuerzos fueron inútiles, aunque algunas veces las formas que condensamos eran tan opacas que al autor le parecía que se habían puesto tan oscuras como los cuerpos físicos de las personas cuya atención queríamos atraer. Colocamos los Espíritus con quienes experimentamos entre las personas en cuerpo físico y la luz; sin embargo no tuvimos éxito ni con los Espíritus de las regiones superiores, ni con los que habían recién fallecido que podían, por lo tanto, permanecer en una posición y densidad dadas durante un tiempo considerable.



Capítulo V

LA REGIÓN FRONTERIZA

Es un error creer que el cielo es un lugar de desmedida felicidad para todos. Nadie puede recoger más felicidad que la que sembró en la Tierra. La medida de nuestra felicidad allí, serán las buenas obras que hicimos en nuestra vida terrestre. El panorama de la vida impreso en nuestros cuerpos de deseos después de la muerte forma las bases de nuestro goce en el cielo, así como fue la causa de nuestros sufrimientos en el Purgatorio. Hay dos clases de existencia "post-mortem", especialmente vacía y monótona: la del materialista y la del hombre que se absorbió tanto en sus negocios mundanos que no tuvo nunca el menor pensamiento sobre los mundos espirituales. La razón no hay que irla a buscar muy lejos. Habrá vivido una vida buena y moral, sin haberse dejado arrastrar por ningún vicio de los que tiene que purificarse en las regiones inferiores, purgatoriales, del Mundo del Deseo, pero tampoco ha hecho algún bien que fructifique como sentimientos de felicidad en el Primer Cielo (que sería la región astral superior, según este autor). El haber dado grandes sumas de dinero para construir edificios, iglesias, bibliotecas o parques, no servirá de nada allí, a menos que el dador se haya interesado particularmente en su donación, habiéndose así dado a sí mismo con su dinero. Dar dinero meramente, producirá afluencia de dinero en una vida futura; pero darse a sí mismo es más que dinero, es crecimiento anímico. El hombre de negocios materialista va, por lo tanto, a la cuarta región que es una especie de sitio neutral o límite entre el Purgatorio y el Primer Cielo. Es demasiado bueno para sufrir en el Purgatorio (el astral inferior)  y no es lo bastante bueno para entrar al Primer Cielo (el astral superior). Tiene todavía una aspiración intensa por los negocios. Sin interés, salvo en los deseos que no pueden ser gratificados allí, su vida es de una monotonía nada envidiable, si bien no tiene otro sufrimiento.
El materialista que negó a Dios y tiene la idea de que la muerte es una aniquilación, está en la peor situación de todos. Ve su error, pero estando tan divorciado de las ideas espirituales no puede muy a menudo creer más de que eso sea el preludio de la aniquilación. La horrenda expectativa pesa terriblemente sobre esa gente y no es extraño verlos yendo y viniendo murmurando ¿Cuándo acabará esto? Y lo que es peor de todo, si alguno que sabe trata de informarlos negarán la existencia del espíritu así como la negaron en su vida terrestre, llamándolo visionario por creer que hay algo más allá. Existen muchas personas (las que creen que cuando un hombre paga sus deudas, es afectuoso con su familia y lleva una existencia moral aquí, entonces su vida post-mortem es feliz) que se encuentran en un estado bastante lastimoso en el mundo del Deseo después de su muerte; es decir hablando desde el punto de vista de su vida actual. Pero lo que necesitamos ahora es cultivar por lo menos alguna tendencia altruista para progresar más lejos que nuestra presente etapa de desarrollo. En esta cuarta Región del Mundo del Deseo encontramos después de la muerte personas que han descuidado sus deberes superiores. Allí está el hombre de negocios que pagó 100 centavos por el dólar, honesto con todos, trabajando para el provecho de su ciudad y país natal como un buen ciudadano que era, que trató a su esposa y familia con la debida consideración, les dio todo lo que necesitaban para su bienestar etc. Tal vez construyó alguna iglesia, o por lo menos hizo donaciones; o bien construyó bibliotecas o institutos etc., pero no se dio a sí mismo. El se interesaba por la iglesia sólo por consideración a su familia o para ser respetable, pero no le dio su corazón. Todo su corazón estaba en los negocios, en ganar dinero o en hacerse una buena posición social. Cuando entran en el Mundo del Deseo al morir, son demasiado buenos para el Purgatorio y no lo bastante para ascender al cielo. Han sido justos y honestos con todos y no perjudicaron a nadie y, por lo tanto, no tienen nada que expiar. Pero tampoco han hecho nada de bueno que podría darles vida en el Primer Cielo donde se asimila el bien de la vida pasada. Por lo tanto se encuentran en la cuarta región -entre el Cielo y el Infierno-. La cuarta región es el centro del Mundo del Deseo y los sentimientos allá son muy intensos. El hombre piensa todavía en los negocios, pero como no puede ni comprar ni vender allí, entonces se encuentra en un estado de indescriptible monotonía. Todas las donaciones que ha hecho a las iglesias, institutos, etc., no valen nada, porque las dio sin corazón. Solamente cuando damos por amor, valdrá el don para traernos felicidad en el más allá. No importa cuanto vale lo que damos, pero importa con que espíritu lo hacemos. Por lo tanto, está dentro del poder de cada uno el dar, beneficiándose a sí mismo y a otros. Sin embargo, dar plata sin discriminación a menudo hace a la gente extravagante y pobre. Pero dar la simpatía cariñosamente ayudando a la gente a creer en sí misma y comenzar una nueva vida, con nuevo ardor cuando se han apartado del recto camino, es darnos a nosotros mismos en servicio de la humanidad, de esta manera amontonaremos tesoros en el cielo y damos más que plata. Cristo dijo:
"Los pobres están siempre con nosotros". Tal vez no seremos capaces de convertir los pobres en ricos y quizás esto no sería la mejor solución para ellos, pero podemos ayudarlos a aprender la lección que se encuentra en la pobreza, para que tengan una mejor comprensión de la vida. A menos que esto se haga, no se encontrarán "bien" al fallecer. Sufrirán de una penosa monotonía para que aprendan que es necesario llenar la vida con algo de real valor y, entonces, en una existencia posterior su conciencia los impulsará a hacer algo mejor que producir dólares. Sin embargo, no descuidarán sus deberes materiales, pues esto es tan erróneo como despreciar los esfuerzos espirituales.




Capítulo VI

EL PRIMER CIELO. (La región astral superior).

Aclaración: Para Max Heindel y los rosacruces que estudian sus obras, el “primer cielo” es la región superior del mundo del deseo (subplanos superiores del plano astral), mientras que para los autores teosóficos, como Leadbeater, Besant y Powell, el llamado “cielo” de los cristianos, comienza recién en el plano mental; región a la cual ingresan las almas al abandonar su cuerpo astral.
A.B.


Durante la primera parte de su evolución la humanidad cometió los crímenes más atroces pues sus actos estaban movidos enteramente por el egoísmo sin tener en cuenta los sentimientos ajenos. En esas épocas lejanísimas nosotros éramos astutos, crueles y muy raramente hacíamos una buena obra. Es un hecho registrado que en aquel entonces el hombre pasaba el intervalo entre dos vidas en la región purgatorial expiando los crímenes cometidos durante la vida física y casi no existía vida celestial. A esa condición se refiere la Biblia cuando dice que la humanidad "se perdió en deudas y pecados" y, por lo tanto, tuvo que entrar en la Tierra para emprender la tarea de acelerar las vibraciones, permitiendo así que el altruismo poco a poco venciera al egoísmo y tengamos una vida celestial, para que sea la base de nuestros adelantos y progresos. En la última conferencia manifestamos como la Ley de Consecuencia trata impersonalmente nuestras costumbres y malas obras, trabajando para el bien de las vidas futuras y para ilustrar su modo operativo, señalamos casos tales como el del asesino, el del suicida, el del borracho y el del avaro. Tales casos son extremos, sin embargo, y existen muchas personas que han vivido una buena vida de moralidad, teñida más bien por pequeños egoísmos, que es el pecado de nuestra época, que por pronunciada maldad efectiva y, para ellas, la estadía en las regiones purgatoriales del Mundo del Deseo, es, por supuesto, más corta y el sufrimiento correspondiente menos intenso. A su debido tiempo todos pasan a las regiones superiores del Mundo del Deseo, donde está situado el Primer Cielo. (Esta es la "Tierra del Veraneo", el Summerland de los Espiritistas). Las imaginaciones y pensamientos de las personas, generados durante la vida, son los que crean las formas que actualmente ven en su imaginación. Una característica de los mundos internos es que la materia de ellos se modela fácilmente bajo el impulso del pensamiento o de la voluntad y todas esas formas fantásticas creadas por la gente se mueven animadas por elementales y duran tanto tiempo como el pensamiento o deseo que las formó. En la Navidad, por ejemplo, Santa Claus vive y se mueve allí en realidad. Hay toda suerte de variedades del mismo y gozan de vigorosa salud durante un mes o más, hasta que los deseos de los niños que los crearon cesan de fluir en esa dirección y entonces de disuelven para surgir de nuevo al año siguiente. La Nueva Jerusalén con sus calles de perlas y mares de cristal y todas las demás imaginaciones piadosas y morales de la gente de iglesia, también se encuentran allí. El Purgatorio tiene también su ‘pensamiento-forma’ del diablo, con sus pezuñas y horno creado por los pensamientos de los hombres que creen en él, pero en la parte superior del Mundo del Deseo encontramos únicamente lo que es bueno y deseable de las aspiraciones humanas. Allí tiene el estudiante toda clase de bibliotecas y puede proseguir sus estudios de una manera mucho más efectiva que cuando estaba confinado en su cuerpo denso.
Si desea un libro pronto lo tiene ante sí. El artista por medio de su imaginación da forma perfecta a sus modelos, pinta con colores vivientes, luminosos, en vez de pintar con las inexpresivas e inertes pinturas de la tierra que son su desesperación, porque aquí, en la vida terrestre, es imposible para él reproducir los tintes que ve con su visión interna; pero en el Mundo del Deseo, que es el mundo del color por excelencia, obtiene las aspiraciones de su corazón en el Primer Cielo y recibe inspiración y poder para sus futuras vidas. El escultor encuentra análogamente en esta parte de su vida "post-mortem" un estado de alegría y perfeccionamiento; con facilidad maravillosa da forma a los plásticos materiales de este mundo, convirtiéndolos en estatuas con las que soñó en su vida terrestre. El músico también se beneficia, pero no está todavía en el verdadero mundo del sonido. Ese océano de armonía en el que se escucha "la música de las esferas" está en la parte de la Región Mental Concreta que, en la religión Cristiana Esotérica, llamamos el Segundo Cielo; y así el músico oye solamente el eco de las armonías celestiales; pero, sin embargo, son muchísimo más dulces que las que pudo oír en la Tierra y su alma se impregna de su excelsa armonía, anticipo de las cosas mejores que vendrán más tarde. Aquí encontramos también a todos los niños pequeños que van directamente a este lugar, después de morir y si sus amigos pudieran verlos, no estarían desconsolados, porque para aquellos es una vida envidiable. Casi siempre se encuentran con algún miembro de su familia que hubiera muerto con anterioridad o con algún amigo, los que cuidan de ellos. Hay allí personas que juntan un gran tesoro para ellas mismas empleando buena parte de su tiempo en inventar juegos y juguetes para los pequeños y de esa manera la vida en el Primer Cielo se desliza hermosísimamente para los niños, no descuidándose en manera alguna su instrucción. Se les agrupa en clases, no solamente de acuerdo con sus edades y capacidades, sino de acuerdo con su temperamento y se les instruye especialmente sobre los efectos que producen los deseos y las emociones, cosa que puede hacerse fácilmente en un mundo en el que esos efectos pueden demostrarse objetivamente. De esta manera se les enseña por medio de lecciones objetivas el beneficio de cultivar buenos y altruistas deseos y muchas de las almas que llevan una vida de moralidad, ahora lo deben a eso, por haber muerto en la infancia y haber pasado de quince a veinte años en el primer cielo antes de renacer nuevamente.
En las regiones inferiores del Mundo del deseo todo el cuerpo de cada ser es visible, pero en las regiones superiores aparece sólo la cabeza. Rafael, quién como muchos otros hombres de la Edad Media, poseía lo que llamamos una "segunda vista" demostró esta particularidad pintando esa condición en la Madona de la Capilla Sixtina. Este cuadro se encuentra ahora en la Galería de Arte de Dresde: la Madona con el Niño Cristo están representados flotando en una atmósfera dorada y rodeados por una hueste de cabecitas de seres celestiales, lo que está de acuerdo con hechos reales, como lo sabe el investigador ocultista. En las regiones superiores del Mundo del Deseo la confusión de los idiomas es reemplazada por una manera universal de expresión que no da lugar a ninguna confusión respecto a lo que se dice. Allí cada uno de nuestros pensamientos toma una forma definida y un color visible para todos y ese pensamiento-símbolo emite un cierto tono, que no es una palabra, pero que transmite el sentido correcto a la persona a quién está dirigido, no importando en que idioma hablara esa persona sobre la Tierra.  




Capítulo VII

EL SEGUNDO CIELO. (La región mental inferior).


En el transcurso del tiempo todo hombre se prepara para ascender al Segundo Cielo que está situado en la Región del Pensamiento Concreto. Todas las buenas aspiraciones y deseos de la vida pasada se imprimen y marcan sobre la mente, que entonces contiene todo lo que sea de valor permanente. El Ego se retira del cuerpo de deseos, que entonces queda como un cascarón vacío y, envuelto únicamente en la mente, asciende al Segundo Cielo.
Recordamos que al morir, después de la terminación del panorama, cuando el Ego se retira del cuerpo vital, pasa por un período de inconsciencia antes de despertar en el Mundo del Deseo. En la misma forma hay también un intervalo cuando se retira del cuerpo de deseos en el Primer Cielo y el despertar en el segundo. Pero ahora no hay inconsciencia; todas las facultades están sutilmente alertas, se produce un estado de hiperconsciencia, conforme pasa el Espíritu por ese intervalo, al que se llama "El Gran Silencio". No importa lo materialista que un hombre haya sido en la Tierra, ese estado de su mente se ha desvanecido ahora y el hombre sabe que es inherentemente divino cuando alcanza ese Gran Silencio, que es el portal de su morada celestial. Es como cuando uno se despierta de una terrible pesadilla y abre los ojos con profundo sentimiento de alivio y sosiego, encontrando que las ocurrencias del sueño no eran reales. Así sucede con el Ego cuando entra en este Gran Silencio; despierta de las irrealidades e ilusiones de su vida terrestre con una sensación de infinito descanso, lleno de un sentimiento de inmensa seguridad y siente nuevamente la calma formidable de estar en los eternos brazos del Gran Espíritu Universal. Con el tiempo se llega a un punto cuando el resultado del dolor y del sufrimiento del Purgatorio, junto con el goce extraído de las buenas acciones de la vida pasada, se ha grabado en el átomo-simiente del cuerpo de deseos (o ‘átomo permanente’ astral).
Todo esto constituye lo que llamamos conciencia, esa fuerza impelente, que nos pone en guardia contra el mal, productor de sufrimientos, y nos inclina hacia el bien, productor de felicidad y alegría. Entonces el hombre abandona su cuerpo de deseos para que éste se desintegre, en la misma forma en que abandonó sus cuerpos vital y denso. Se lleva consigo únicamente las fuerzas del átomo-simiente, que formarán el núcleo de los futuros cuerpos de deseos, átomo que fue la partícula permanente de sus pasados vehículos de sensación.

El tiempo usual que se vive en el Mundo del Deseo, después de abandonar el cuerpo al morir, es un tercio de la vida pasada en el cuerpo físico, pero hay excepciones a esta regla general. Hay muchos casos cuando se permanece mayor o menor tiempo, por ejemplo, si una persona practica los ejercicios dados por la Fraternidad Rosacruz, particularmente el ejercicio vespertino de retrospección, puede de esa manera científica, -siempre que haya sido sincero ejecutándolo- suprimir la necesidad del Purgatorio. Las imágenes de las escenas donde él injurió a alguien serán borradas del átomo-simiente del corazón por su arrepentimiento y, por lo tanto, no habrá para él posterior expiación purgatorial. Cuando ha hecho algo bueno, el bien será absorbido como fruto para el crecimiento del alma y eso acortará si no suprimirá completamente, la existencia en el Primer Cielo. Esta persona será libre, comparativa o enteramente, para dedicarse al servicio de la humanidad en el más allá; y en tal capacidad puede quedarse en las Regiones Inferiores. Sin embargo, esas regiones no representarán específicamente para él, Purgatorio y Primer Cielo. Muchos entre los más fervientes discípulos cumplen este trabajo humanitario durante varios años después de su muerte. Sin embargo otros van directamente al Segundo Cielo.
El crecimiento del alma logrado mediante una vida abnegada, vida de servicio amoroso que los liberó del Purgatorio (astral inferior) y del Primer Cielo (astral superior), les permite también llevar a cabo determinadas investigaciones en el Segundo Cielo (mental concreto) y pasar por un adiestramiento especial que les dará a ellos una posición mejor y más elevada en calidad de auxiliares de la humanidad en una vida futura. Por lo tanto en esta clase de seres no existe la posibilidad de que sean vistos por sus amigos o familiares, cuando abandonan su cuerpo durante la noche. La "Región Aérea" es la tercera subdivisión de la Región del Pensamiento Concreto. En ella encontramos los arquetipos de los deseos, pasiones, sentimientos y emociones, tales como los que vemos en el Mundo del Deseo. En la Región Aérea todas las actividades del Mundo del Deseo parecen como condiciones atmosféricas. Como el beso de las brisas estivales llegan los sentimientos de placer y alegría a los sentidos del clarividente; las aspiraciones del alma semejan al suspiro del viento en la fronda de los árboles y las pasiones de las naciones en guerra son como el zig-zag del relámpago.
En esa Región del Pensamiento Concreto se encuentran también las imágenes de las emociones del hombre y de los animales. Allí (en el Segundo Cielo) existen el color y la forma a la vez, igual como en el Mundo Físico, pero el tono es el rasgo predominante del Mundo Mental. El color está más acentuado en el Mundo del Deseo y la forma en el Mundo Físico, si bien es cierto que los colores y las formas del Segundo Cielo son mucho más hermosos que los de cualquier otro mundo.



Capítulo VIII

HACIA EL RENACIMIENTO

Después de permanecer algún tiempo en el Tercer Cielo, (región mental superior), viene el deseo de nuevas experiencias y de contemplar un nuevo nacimiento. Antes de sumergirse en la materia, el triple Espíritu está desnudo, teniendo solamente las fuerzas de los cuatro átomos-simientes (que son el núcleo del triple cuerpo y de la mente). El átomo-simiente puede tomar, en cada región nada más que el material por el que tiene afinidad. De esta manera, el vehículo construido en torno de este núcleo es la exacta contraparte del correspondiente vehículo de la última encarnación, menos, el mal que ha sido expurgado y agregando la quintaesencia del bien que ha sido incorporada al átomo-simiente. El material elegido por el triple Espíritu se agrupa en forma de campana abierta en su base y con el átomo-simiente en la cúspide. Si concebimos esto espiritualmente, podemos compararlo a una divina campana descendiendo a un mar compuesto de fluidos de creciente densidad. Estos fluidos corresponderían a las diferentes subdivisiones de cada mundo. La materia atraída a la contextura del cuerpo en forma de campana, lo hace más pesado y así va descendiendo a la subdivisión inferior y toma de ésta el material apropiado. Entonces se hace aún más pesado y se sumerge más profundamente hasta que ha pasado a través de las cuatro subdivisiones de la Región del Pensamiento Concreto y, entonces, se completa la forma de la nueva mente del hombre. Inmediatamente se despiertan las fuerzas del átomo simiente del cuerpo de deseos. Sitúase en la cúspide de la campana por dentro, y los materiales de la séptima Región del mundo del Deseo se agrupan en torno suyo, hasta que se sumerge en la sexta Región, adquiriendo allí materiales y este proceso continúa hasta que alcanza la primera Región del Mundo del Deseo. La campana tiene ahora dos capas: la envoltura de la mente por fuera y la del nuevo cuerpo de deseos por dentro.
Salvo en el caso de un ser de muy elevado desarrollo, este trabajo del Ego (la construcción de sus vehículos) es casi nulo en el presente estado de evolución del hombre. El margen mayor se le da en la construcción del cuerpo de deseos, muy poco en la del cuerpo vital y casi ninguna en la de su cuerpo denso; si bien este poco es suficiente para hacer de cada individuo una expresión de su propio Espíritu, diferente del de sus padres. Cuando la impregnación del óvulo ha tenido lugar, el cuerpo de deseos de la madre trabaja sobre él, de dieciocho a veintiún días, permaneciendo el Ego fuera, en su cuerpo de deseos y envoltura mental, pero siempre en contacto con la madre.
Ahora sabemos respecto al cordón plateado que nace uno nuevo en cada renacimiento, que una parte del mismo brota del átomo-simiente del cuerpo de deseos en el gran vórtice del Hígado; que la otra parte nace del átomo simiente del cuerpo denso en el corazón, que las dos partes se unen con el átomo-simiente del cuerpo vital en el plexo solar y que esta unión de los vehículos superiores e inferiores produce el despertar del feto.








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