(Del libro “Iniciación Humana y Solar”,
de ‘El Tibetano’, a través de Alice. A. Bailey)
El desarrollo del
ser humano consiste en el paso de un estado de conciencia a otro. Es una
sucesión de expansiones, un desarrollo de la facultad perceptiva que constituye
la característica predominante del inmanente Pensador. Es el progreso de la
conciencia centralizada en la personalidad, yo inferior o cuerpo, hacia la
conciencia centralizada en el yo superior, Ego, o alma y, de allí, pasa a
centralizarse en la mónada o espíritu, hasta que oportunamente la conciencia
llega a ser divina. A medida que el ser humano se desarrolla, la facultad de
percepción se amplía más allá de los límites que lo confinan en los reinos
inferiores de la naturaleza ‑mineral, vegetal y animal‑, en los tres mundos de
la evolucionante personalidad, en el planeta donde desempeña su parte y en el
sistema donde ese planeta gira, hasta que, finalmente, se evade del sistema
solar mismo y llega a ser universal.
DEFINICIÓN DE LA INICIACIÓN
El tema de la
iniciación se está generalizando cada vez más entre el público. No pasarán
muchos siglos sin que se restauren los antiguos misterios y la iglesia posea un
grupo interno; en la iglesia del futuro, cuyo núcleo interno se está formando,
la primera iniciación será exotérica, vale decir, que la primera iniciación
constituirá antes de mucho tiempo, la ceremonia más sagrada de la iglesia y
será celebrada en forma exotérica, por ser uno de los misterios revelados en
determinados períodos, y a ella asistirán quienes estén implicados. También
ocupará un lugar similar en el ritual de los masones. En esta ceremonia,
quienes estén preparados para la primera iniciación, serán admitidos públicamente
en la Logia por
uno de sus miembros, autorizado para ello por el gran Hierofante Mismo.
Definición de cuatro palabras.
Al hablar de la
iniciación, la sabiduría, el conocimiento o el sendero de probación, ¿qué
queremos significar? Empleamos las palabras con mucha ligereza sin considerar
el significado involucrado. Tomemos, por ejemplo, la primera de las palabras
mencionadas. Muchas son las definiciones y explicaciones respecto a su
alcance, a los pasos preliminares al trabajo que debe realizarse entre
iniciaciones y a sus resultados y efectos. Una cosa es evidente para el
estudiante más superficial, y es que la magnitud del tema es tal que, a fin de
dilucidarlo adecuadamente, habría que escribir desde el punto de vista de un
iniciado. En caso contrario, todo cuanto se diga podrá ser razonable, lógico,
interesante, sugestivo, pero no concluyente.
La palabra iniciación, deriva de
dos palabras latinas: In en, Ire ir; por lo tanto, es la
iniciación de un comienzo o la entrada en algo. En el caso que estamos
estudiando significa, en su más amplio sentido, la entrada en la vida
espiritual o en una nueva etapa de esa vida. Es el primer paso y los
subsiguientes en el sendero de santidad. Por lo tanto, quien recibió la primera
iniciación dio literalmente el primer paso en el reino espiritual, saliendo del reino puramente humano, para entrar en el
superhumano. Así como salió del reino animal y entró en el humano, en la individualización,
así entra en la vida del espíritu y, por primera vez, tiene el derecho de
llamarse "hombre espiritual", en el significado técnico de la
palabra. Entra en la quinta etapa, la última, de nuestra actual quíntuple
evolución. Después de haber palpado su camino a través del Aula de la Ignorancia ,
durante muchas épocas, e ingresado en la escuela en el Aula del Aprendizaje,
ingresa en la Universidad
o Aula
de la Sabiduría. Cuan do egrese de ella se graduará con
el grado de Maestro de Compasión.
Podría ser de
beneficio estudiar primero la diferencia o conexión entre Conocimiento,
Comprensión y Sabiduría. Aunque en el lenguaje común estos términos
parecen sinónimos, son técnicamente diferentes.
Conocimiento es el resultado del Aula del Aprendizaje. Podría decirse
que constituye la totalidad de los descubrimientos y experiencias humanos y lo
que puede ser reconocido por los cinco sentidos y correlacionado, diagnosticado
y definido por el intelecto humano. Es aquello de lo que estamos mentalmente
seguros o podemos corroborar por el experimento. Es un compendio de las artes y
las ciencias. Concierne a todo lo que trata de la construcción y el desarrollo
del aspecto forma de las cosas y, por lo tanto, del aspecto material de la
evolución, la materia de los sistemas solares en el planeta, en los tres
mundos de la evolución humana y en los cuerpos humanos.
Sabiduría es el resultado del Aula de la Sabiduría. Concier ne
al desarrollo de la vida dentro de la forma, al progreso del espíritu a través
de los vehículos, siempre mutables, y a las expansiones de conciencia que se
suceden una vida tras otra. Trata del aspecto vida de la evolución. Debido a
que se refiere a la esencia de las cosas y no a las cosas mismas, es la
captación intuitiva de la verdad, independiente de la facultad razonadora; la
innata percepción, capaz de diferenciar lo falso de lo verdadero, lo real de
lo irreal. Es algo más que eso, constituye la creciente capacidad del Pensador
para penetrar cada vez más dentro de la mente del Logos, comprender la
verdadera interiorización del gran espectáculo del universo, ver el objetivo y
armonizarse progresivamente con la medida superior. Puede ser descrito para
nuestro propósito (que consiste en estudiar el Sendero de Santidad y sus
diversas etapas), como el conocimiento del "Reino del Dios interno" y
la captación del "Reino del Dios externo" en el sistema solar.
Quizás podría decirse que es la gradual fusión de los senderos del místico y
del ocultista ‑la construcción del templo de la sabiduría sobre los cimientos
del conocimiento.
La sabiduría es la
ciencia del espíritu, así como el conocimiento es la ciencia de la materia. El
conocimiento es separatista y objetivo, mientras que la sabiduría es sintética
y subjetiva. El conocimiento separa, la sabiduría une. El conocimiento hace
diferencias, mientras que la sabiduría fusiona. Entonces, ¿qué significa
comprensión?
Comprensión puede definirse como
la facultad del Pensador, en el tiempo, para apropiarse del conocimiento como
base de la sabiduría, aquello que permite adaptar las cosas de la forma a la
vida del espíritu, recibir destellos de inspiración, provenientes del Aula de la Sabiduría , y vincularlos
a los hechos del Aula del Aprendizaje. Quizás la idea podría ser mejor
expresada si se dijera que:
La sabiduría
concierne a1 yo y el conocimiento al no‑yo, mientras que la comprensión es el
punto de vista del ego o pensador, o la relación entre el yo y el no‑yo.
En el Aula de la Ignorancia controla la
forma y predomina el aspecto material de las cosas. El hombre se centraliza así
en la personalidad o yo inferior. En el Aula del Aprendizaje el yo superior o
ego lucha por dominar esa forma, hasta que gradualmente alcanza un punto de
equilibrio, donde ninguno de los dos controlan totalmente al hombre. Luego, el
ego controla cada vez más, hasta que en el Aula de la Sabiduría domina en los
tres mundos inferiores y, acrecentadamente, la divinidad inherente asume el
control.
Aspectos de la Iniciación
La iniciación o el
proceso de experimentar la expansión de conciencia es parte del proceso normal
del desarrollo evolutivo, considerado en amplia escala y no desde el punto de
vista del individuo. Observado desde el ángulo individual, llega a reducirse
hasta el instante en que el ente evolucionante comprende que (por su propio
esfuerzo y ayudado por el consejo y sugerencia de los Instructores observadores
de la raza) ha llegado a una etapa donde adquiere cierto grado de conocimiento
subjetivo, desde el punto de vista del plano físico. La experiencia es similar
a la del alumno en la escuela, cuando se da cuenta repentinamente que domina la
lección y que el tema y el método del proceso le pertenecen a fin de aplicarlos
inteligentemente. Estos instantes de captación inteligente siguen a la mónada
evolucionante en su largo peregrinaje. Lo que ha sido parcialmente mal
interpretado en esta etapa de comprensión, es el hecho de que en los distintos
períodos se acentúa la importancia de los variados grados de expansión y la Jerarquía se esfuerza en
llevar a la raza a la etapa en que sus entes tengan alguna idea del próximo
paso a dar.
Cada, iniciación
indica el paso del estudiante por el Aula
de la Sabiduría
hacia un grado superior y además el claro resplandor del fuego interno y la
transición de un punto de polarización a otro; implica la comprensión de la
creciente unidad con todo lo que vive y la esencial unicidad del yo con todos
los yoes; da por resultado un horizonte que se ensancha continuamente hasta
incluir la esfera de la creación, o la creciente capacidad de ver y oír en
todos los planos. Es poseer una acrecentada conciencia de los planes de Dios
para el mundo y la capacidad de desarrollar dichos planes. Es el esfuerzo de
la mente abstracta para aprobar un
examen. Es figurar en el cuadro de honor de la escuela del Maestro, dentro de
la realización de esas almas cuyo karma lo permite y su esfuerzo es suficiente
para alcanzar la meta.
La iniciación
conduce al monte en que se puede obtener la visión; la visión del Eterno Ahora, donde el pasado, el presente
y el futuro, existen como uno; la visión de la historia de las razas con el
hilo de oro de su genealogía, seguida a través de numerosos tipos; la visión de
la dorada esfera que mantiene al unísono las múltiples evoluciones de nuestro
sistema: dévica, humana, animal, vegetal, mineral y elemental, a través de las
cuales puede verse claramente que la vida palpitante late con ritmo regular; la
visión de la forma mental del Logos en el plano arquetípico, visión que se
acrecienta de una iniciación a otra hasta abarcar todo el sistema solar.
La iniciación
conduce a esa corriente que, cuando se ha penetrado en ella, arrastra al
hombre hasta llevarlo a los pies del Señor del Mundo, a los pies de su Padre
en los Cielos, a los pies del triple Logos. La iniciación conduce a la caverna
en cuyos muros limitadores se conocen los pares de opuestos y se revela el
secreto del bien y del mal. Conduce a la Cruz y al total sacrificio que debe consumarse
antes de lograr la perfecta liberación, donde el iniciado se libera de todas
las cadenas terrenales y nada lo retiene en los tres mundos. Lleva a través del
Aula de la Sabiduría y pone en
las manos del hombre, en forma gradual, la clave de toda información cósmica y
del sistema. Revela el misterio oculto subyacente en el corazón del sistema solar.
Conduce de un estado de conciencia a otro. A medida que entra en cada estado,
el horizonte se ensancha, la vista se extiende y la comprensión es más
incluyente, hasta que la expansión alcanza el punto en que el yo abarca todos
los yoes, incluso todo lo móvil e inmóvil, según una antigua escritura.
La iniciación implica
ceremonia. Este aspecto es el que más se ha hecho resaltar en la mente de los
hombres, omitiendo algo de su verdadera significación. Primordialmente implica
la capacidad de ver, oír y comprender, de sintetizar y correlacionar el
conocimiento, aunque no necesariamente el desarrollo de las facultades
síquicas, pero entraña la comprensión interna que ve el valor subyacente en la
forma y reconoce el propósito de las circunstancias prevalecientes. Es la
capacidad de presentir la lección que se ha de aprender en cualquier
acontecimiento dado, y esta comprensión y reconocimiento da por resultado, cada
hora, cada semana y cada año, un progreso y expansión. Este proceso de gradual
expansión ‑resultado del esfuerzo definido y de una ardua vida y correcto pensar
del aspirante, y no de algún instructor esotérico que celebra un rito oculto‑
conduce a lo que podría llamarse una crisis.
En esta crisis,
donde es necesaria la ayuda de un Maestro, se efectúa un definido acto de
iniciación, que (actuando sobre un centro particular) produce resultados en
alguno de los cuerpos, e incita a los átomos a alcanzar cierta vibración y
permite obtener un nuevo ritmo.
La ceremonia de la
iniciación señala un punto de realización, pero no la realización que a menudo
se cree sino simplemente la que los Instructores que vigilan a la raza,
reconocen como una etapa definida en la evolución alcanzada por el discípulo,
la cual proporciona dos cosas:
Una expansión de conciencia, que permite a la
personalidad penetrar en la sabiduría lograda por el Ego, y en las
iniciaciones superiores, en la conciencia de la Mónada.
Un breve período de iluminación, donde el
iniciado ve la parte del sendero que debe hollar y también participa
conscientemente en el gran plan evolutivo.
Después de la iniciación,
el trabajo que se debe realizar consiste mayormente en convertir esa expansión
de conciencia en parte del equipo de la personalidad para ser utilizado en
forma práctica, y en dominar esa parte del sendero que aún debe recorrerse.
Lugar y efecto de la Iniciación.
La ceremonia de la
iniciación tiene lugar en los tres subplanos superiores del plano mental y en
los tres planos superiores, de acuerdo a la iniciación. Durante las
iniciaciones en el plano mental brilla sobre la cabeza del iniciado la estrella
de cinco puntas. Esto corresponde a las
primeras iniciaciones que se reciben en el vehículo causal.
Se ha dicho que las
dos primeras iniciaciones se efectúan en el plano astral, pero esta afirmación
es inexacta y ha dado origen a una mala interpretación. Ambas se hacen sentir
profundamente en los cuerpos físico, astral y mental inferior, afectando su
control. Debido a que el efecto principal se siente en estos cuerpos, el
iniciado puede interpretar que han tenido lugar en los planos implicados, pues
el vívido efecto y el estímulo de las
dos primeras iniciaciones se producen principalmente en el cuerpo astral.
Pero debe tenerse en cuenta que las iniciaciones mayores tienen lugar en el
cuerpo causal o ‑fuera de éste‑ en el plano búdico o en el átmico.
En las dos
iniciaciones finales que liberan al hombre de los tres mundos, se le permite
actuar en el cuerpo vital del Logos y manejar esa fuerza, entonces el iniciado
se trasforma en la estrella de cinco puntas, la cual desciende sobre él, se
fusiona en él y a él se lo ve en el centro mismo de la estrella. El descenso se
realiza por acción del Iniciador que empuña el Cetro de Poder y pone al hombre
en contacto, en forma consciente, con el centro en el cuerpo del Logos
planetario, del cual es parte. Las dos iniciaciones llamadas sexta y séptima,
tienen lugar en los planos búdico y átmico. La estrella de cinco puntas
"fulgura desde adentro de sí misma", según dice una frase esotérica,
y se trasforma en "la estrella de siete puntas", descendiendo sobre
el hombre, y éste penetra en la llama.
Además, las cuatro
iniciaciones anteriores a la de Adepto, señalan, respectivamente, la
adquisición de determinadas proporciones de materia atómica en los cuerpos,
por ejemplo, en la primera iniciación, una cuarta parte de materia atómica; en
la segunda, una mitad; en la tercera, tres cuartas partes, y así hasta
completar. Puesto que el principio búdico es el unificador
(o el fusionador de todo), en la quinta iniciación el Adepto se desprende de
los vehículos inferiores y se afirma en el búdico, desde donde crea su cuerpo
de manifestación.
Cada iniciación
otorga mayor control sobre los rayos, si esto puede expresarse así, aunque no
da la idea exacta. Las palabras a menudo confunden. En la quinta iniciación,
cuando el adepto es un Maestro en los tres mundos, controla más o menos (de
acuerdo a su línea de desarrollo) los cinco rayos que se manifiestan
especialmente en el momento en que recibe la iniciación. En la sexta, si pasa
al grado superior, adquiere poder en otro rayo y, en la séptima, ejerce poder
en todos los rayos. La sexta iniciación señala el punto de realización del
Cristo y pone al rayo sintético del sistema bajo Su control. Debemos tener presente
que la iniciación da al iniciado poder en los rayos y no poder sobre
los rayos, una diferencia bien marcada. Cada iniciado lógicamente posee uno
de los tres rayos mayores como rayo primario o espiritual, y en el rayo de su
mónada es donde finalmente adquiere poder. El rayo de amor o rayo sintético
del sistema, es el último que se adquiere.
Quienes desencarnan
después de la quinta iniciación, o quienes no llegan a ser Maestros en
encarnación física, reciben sus siguientes iniciaciones en otra parte del
sistema. Todos están, en la
Conciencia del Logos. Se ha de tener en cuenta una gran realidad,
que las iniciaciones del planeta o las del sistema solar, sólo son
preparatorias para ser admitido en la Gran Logia de Sirio. Este simbolismo ha sido bien
conservado en la masonería y combinando el método masónico con lo dicho
respecto a los pasos en el Sendero de Santidad, obtendremos un cuadro
aproximado. Ampliemos su significado:
Las primeras cuatro
iniciaciones del sistema solar corresponden a las cuatro "Iniciaciones en
el Umbral", previamente a la primera iniciación cósmica. La quinta
iniciación corresponde a la primera iniciación cósmica, la de "aprendiz
aceptado" en la masonería, que hace de un Maestro, un "aprendiz
aceptado" en la Logia
de Sirio. La sexta iniciación es análoga al grado segundo de la masonería,
mientras que la séptima hace del adepto un Maestro Masón de la Hermandad de Sirio.
Maestro, por lo tanto, es quien
ha recibido la séptima iniciación planetaria, la quinta iniciación solar y la
primera iniciación cósmica o de Sirio.
Debe comprenderse
que cada iniciación sucesiva produce la unificación más completa de la
personalidad con el Ego y, en niveles más elevados, con la Mónada. La
evolución del espíritu humano es una unificación progresiva. En la unificación
del alma con la personalidad yace oculto el misterio de la doctrina cristiana
de la Expiación ,
unificación que tiene lugar en el momento de la individualización, cuando el
hombre se trasforma en una entidad consciente y racional, distinta de la de los
animales. A medida que prosigue la evolución, ocurren sucesivas unificaciones.
La unificación en
todos los niveles ‑ emocional, intuicional, espiritual y divino ‑ consiste en
un continuo y consciente funcionamiento. En todos los casos está precedida por
la combustión a través del fuego‑interno y la destrucción, por medio del
sacrificio, de todo aquello que separa. El acercamiento a la unidad se produce
mediante la destrucción de lo inferior y de todo lo que obstaculiza. Tomemos,
por ejemplo, la trama que separa los cuerpos etérico y emocional. Cuando el
fuego interno quema esta trama, se produce una continua comunicación entre los
cuerpos de la personalidad, y los tres vehículos actúan como uno. Algo
semejante ocurre en los niveles superiores, aunque el paralelismo no puede ser
detallado. La intuición corresponde a lo emocional y los cuatro niveles
superiores del plano mental a lo etérico. En la destrucción del cuerpo causal,
al recibir la cuarta iniciación (llamada, simbólicamente, “la Crucifixión ”), tenemos
un proceso análogo al de la combustión de la trama, que conduce a la unificación
de los cuerpos de la personalidad. La desintegración, que es parte de la iniciación
del Arhat, conduce a la unidad entre el Ego y la Mónada, expresándose en la
Tríada. Ésta es la perfecta unificación.
Por lo tanto, el
propósito del proceso consiste en que el hombre sea conscientemente uno:
Primero: Consigo mismo y con quienes han encarnado con él.
Segundo: Con su Yo superior y con todos los yoes.
Tercero: Con su
Espíritu o "Padre en los Cielos", y así con todas las Mónadas.
Cuarto: Con el Logos, los Tres en Uno y el Uno en Tres.
El hombre se
convierte en un ser humano consciente por mediación del perpetuo sacrificio de
los Señores de la Llama.
El hombre llega a
ser un Ego consciente (Alma autoconsciente), poseyendo la conciencia del Yo
superior, en la tercera iniciación, por mediación de los Maestros y del Cristo
y por Su sacrificio, al encarnar físicamente para ayudar al mundo.
En la quinta
iniciación el hombre se une con la mónada por mediación del Señor del Mundo, el
Observador Solitario, el Gran Sacrificio.
El hombre se unifica
con el Logos, por medio de Aquel de Quien nada puede decirse.
EL SENDERO DE LA
INICIACIÓN
Las dos primeras Iniciaciones.
En la primera iniciación, el Ego debe haber
controlado en gran medida al cuerpo físico y vencido "los pecados de la
carne", según la fraseología cristiana. No deben prevalecer la gula, el
alcoholismo, ni el libertinaje, ni satisfacerse las exigencias del elemental
físico; por lo tanto el control debe ser total y la tentación vencida. Debe
mantenerse una actitud general y una fuerte disposición de obediencia al ego.
Entonces el canal entre lo superior y lo inferior se expande, y la carne
obedece prácticamente en forma automática.
El hecho de que no
todos los iniciados estén sometidos a esta norma, quizás se deba a varias
cosas, pero debe emitirse la nota de la rectitud; el reconocimiento de sus
debilidades deben hacerlo sincera y públicamente, y conocerán la lucha
entablada para adaptarse a las normas superiores, aunque no logren la
perfección. Los iniciados pueden caer, y caen, incurriendo por consiguiente en
el castigo de la ley, y también perjudicar, y perjudican, al grupo con su
caída; en consecuencia, deben someterse al karma del reajuste, teniendo que
expiar el daño mediante un servicio más prolongado, donde los miembros del
grupo, aunque inconscientemente, aplican la ley. Su progreso se verá seriamente
obstaculizado, y se perderá mucho tiempo en agotar el karma con las unidades
perjudicadas. Debido al hecho de que un hombre es un iniciado y, por lo tanto,
un medio para una fuerza muy acrecentada, sus desviaciones del recto sendero
tienen más poderosos efectos que los de un hombre menos avanzado. Su premio y
castigo serán igualmente mayores. Debe pagar inevitablemente el precio antes de
permitírsele proseguir en el camino. Respecto al grupo perjudicado por él,
¿cuál debe ser su actitud? Reconocer la gravedad del error, aceptar
inteligentemente los hechos, abstenerse de críticas poco fraternas e irradiar
amor sobre el hermano pecador; todo esto, juntamente con cualquier acción,
aclarará al público que tales pecados e infracciones a la ley no son
perdonados. A esto se debe añadir la actitud mental del grupo implicado, que
conducirá (mientras actúa con firmeza) al hermano equivocado a ver su error,
cumplir su karma retribuidor y luego ser reincorporado a la consideración y
respeto, después de hacer las debidas enmiendas.
No toda la gente se
desarrolla en las mismas o paralelas líneas, por lo tanto, no es posible dictar
reglas rígidas invariables, respecto al proceso exacto de cada iniciación,
determinar qué centros deben ser vivificados o qué visión ser adjudicada.
Mucho depende del rayo a que pertenece el discípulo, de su desarrollo en
cualquier dirección (pues no todos suelen desarrollarse similarmente), de su
karma individual y también de las exigencias de algún período especial. Sin
embargo pueden hacerse muchas sugerencias: En la primera iniciación, o el
nacimiento del Cristo, generalmente se vivifica el centro cardíaco, a
fin de obtener un control más eficaz del vehículo astral y prestar un mayor
servicio a la humanidad. Después de esta iniciación se enseña principalmente
al iniciado lo concerniente al plano astral; debe estabilizar su vehículo
emocional y aprender a actuar en el plano astral con la misma soltura y
facilidad con que lo hace en el plano físico; debe entrar en contacto con los
devas astrales; aprender a controlar a los elementales del astral; actuar con
facilidad en los subplanos inferiores, y acrecentar el valor y la calidad de su
trabajo en el plano físico. En esta iniciación pasa del Aula del Aprendizaje
al Aula de la
Sabiduría. Entonces se le da especial importancia al
desarrollo astral, aunque su equipo mental se desarrolla constantemente. Muchas
vidas transcurren entre la primera y segunda iniciaciones. Puede pasar un
largo período de encarnaciones antes de perfeccionar el control del cuerpo
astral y el iniciado estar preparado para el próximo paso. En forma interesante
aparece en El Nuevo Testamento esta analogía en la vida del iniciado
Jesús. Pasaron muchos años entre el Nacimiento y el Bautismo, pero en tres años
dio los tres pasos restantes. Una vez pasada la segunda iniciación, el progreso
es rápido; la tercera y cuarta iniciaciones seguirán probablemente en la misma
vida o en la siguiente.
La segunda iniciación constituye la crisis del
control del cuerpo astral. Así como en la primera iniciación se manifiesta el
control del cuerpo físico denso, en la segunda se manifiesta análogamente el
control del astral. El sacrificio y la muerte del deseo ha sido la finalidad
del esfuerzo. El ego dominó al deseo, y sólo queda el anhelo de lo que es para
beneficio del todo, de acuerdo a la voluntad del ego y del Maestro. El
elemental astral es controlado, el cuerpo emocional se torna puro y límpido y
va desapareciendo rápidamente la naturaleza inferior. Entonces el ego se aferra
nuevamente a los dos vehículos inferiores y los somete a su voluntad. La
aspiración y anhelo de servir, amar y progresar, llegan a ser tan intensos, que
por lo general se observa un desarrollo muy rápido. Esto explica por qué, esta
iniciación y la tercera, se suceden con frecuencia (aunque no invariablemente)
en una misma vida. En este período de la historia del mundo se ha dado tal
estímulo a la evolución, que las almas aspirantes ‑al sentir la angustiosa y
perentoria necesidad de la humanidad‑ sacrifican todo a fin de satisfacer esa
necesidad.
Además, no debe
incurrirse en el error de creer que todo esto sigue invariable y
consecutivamente los mismos pasos y etapas. Mucho se realiza al unísono y
simultáneamente, porque el esfuerzo en ejercer control es lento y penoso, pero
en el intervalo entre las tres primeras iniciaciones debe lograrse y mantenerse
una etapa definida en la evolución de cada uno de los tres vehículos inferiores,
antes de ser posible una mayor expansión, sin peligro, del canal. Muchos actúan
en los tres cuerpos, a medida que huellan el sendero de probación.
Si en esta
iniciación se sigue el curso común (lo que no es del todo seguro) se vivifica
el centro laríngeo. Esto desarrolla la capacidad de aprovechar las
adquisiciones de la mente inferior en servicio del Maestro y ayuda al hombre;
otorga la habilidad de dar y expresar aquello que constituirá una ayuda,
posiblemente a través de la palabra hablada, pero indefectiblemente al prestar
algún tipo de servicio. Acuerda una visión de las necesidades del mundo, y
muestra otra parte del plan. Por lo tanto, el trabajo que se debe realizar antes
de recibir la tercera iniciación es sumergir totalmente el punto de vista
personal en las necesidades del todo, lo que implica el total dominio de la
mente concreta por el ego.
Las dos Iniciaciones siguientes.
La enseñanza
asciende de nivel después de la segunda iniciación. El iniciado aprende a
controlar su vehículo mental, desarrolla la capacidad de manejar materia
mental y aprende las leyes para construir pensamientos creadores. Actúa
libremente en los cuatro subplanos inferiores del plano mental; antes de la tercera
iniciación debe, consciente o inconscientemente, dominar totalmente los cuatro
subplanos inferiores, en los tres planos de los tres mundos. Profundiza el
conocimiento del microcosmos y en gran medida domina teórica y prácticamente
las leyes de su propia naturaleza, de allí su habilidad experimental para ser
el amo de los cuatro subplanos inferiores de los planos físico, astral y mental.
Esto último es sumamente interesante. El control de los tres subplanos
superiores todavía no es completo, y constituye una de las razones de los
fracasos y errores de los iniciados. Aún no han perfeccionado el dominio de la
materia en los tres subplanos superiores, porque no han sido dominados.
En la tercera iniciación, denominada a veces
la Trasfiguración ,
la entera personalidad queda anegada por la luz descendente. Después de esta
iniciación la mónada guía definitivamente al Ego, derramando acrecentadamente
su divina vida en el canal ya preparado
y purificado. De la misma manera, en la tercera cadena lunar, el Ego
individualizó a la personalidad por medio del contacto directo, método
diferente del de la individualización, tal como se demuestra en la cuarta
cadena actual. Si aplicamos aquí la
Ley de Correspondencia podría demostrar ser muy reveladora
una interesante analogía entre los métodos de la individualización en las
diversas cadenas, y las expansiones de conciencia que tienen lugar en las
diferentes iniciaciones.
Nuevamente se le
otorga al iniciado una visión del porvenir, y está siempre en condición de
reconocer a los otros miembros de la Gran Logia Blanca, siendo estimuladas sus
facultades síquicas mediante la vivificación de los centros de la cabeza. Hasta
no haber pasado esta iniciación no es necesario ni aconsejable desarrollar las
facultades sintéticas o la clariaudiencia y clarividencia. La finalidad de
todo el desarrollo consiste en el despertar de la intuición espiritual; una vez lograda, cuando el cuerpo físico es
puro, el cuerpo astral estable y firme y el cuerpo mental controlado, entonces
el iniciado podrá manejar sin peligro y utilizar inteligentemente las
facultades síquicas para ayudar a la raza. No sólo podrá utilizar estas
facultades, sino que será capaz de crear y vivificar formas mentales claras y
bien definidas, que vibren con espíritu de servicio, sin estar controladas por
la mente inferior o el deseo. Estas formas mentales no serán (como las creadas
por la mayoría de los hombres) formas sin cohesión, relación ni unión, sino que
alcanzarán un alto grado de síntesis. Arduo e incesante será el trabajo, antes
de poder realizarse esto, pero una vez estabilizada y purificada la naturaleza
de deseos, no resultará difícil el control del cuerpo mental. De ahí que el
sendero del devoto sea más fácil en ciertos aspectos que el del intelectual,
pues ha aprendido a medir el deseo purificado y a progresar mediante las
etapas requeridas.
La personalidad
alcanza así una etapa donde sus vibraciones son de un orden muy elevado y la
materia de sus tres cuerpos relativamente pura; donde capta el trabajo que debe
realizar en el microcosmos y es muy avanzada la parte que debe desempeñar en
el macrocosmos. Por lo tanto se evidencia por qué el Sumo Hierofante, el Señor
del Mundo, es el oficiante sólo a partir de la tercera iniciación. Entra por
primera vez en contacto con el iniciado. No era posible antes. En las dos
primeras iniciaciones el Hierofante es el Cristo, el Instructor del Mundo, el
Primogénito entre muchos hermanos, el primero de nuestra humanidad que recibió
la iniciación. (…).
Pero cuando el
iniciado realiza un mayor progreso y ha pasado dos iniciaciones, se efectúa un
cambio. El Señor del Mundo, el Anciano de los Días, el inefable Regente Mismo,
confiere la tercera iniciación. ¿Por qué? Porque el cuerpo físico plenamente
consagrado, puede soportar sin peligro las vibraciones de los otros dos cuerpos
cuando vuelven a su refugio, al retornar de la Presencia del REY; porque ahora
el cuerpo astral purificado y el mental controlado, pueden permanecer sin
peligro ante ese REY. Logrados tal purificación y control, permanecen allí, y
por primera vez vibran conscientemente de acuerdo al rayo de la mónada;
entonces, con los cuerpos preparados, puede alcanzarse y conferirse la
capacidad de ver y oír en todos los planos, y emplearse sin riesgos la facultad
de leer y entender los archivos, pues a mayor conocimiento, mayor poder. El
corazón es suficientemente puro y amoroso y el intelecto bastante estable para soportar
la tensión de conocer.
Antes de
recibir la cuarta iniciación se intensifica el trabajo de entrenamiento, y la
aceleración y acumulación de conocimiento debe ser increíblemente rápida. A
menudo el iniciado tiene acceso a la biblioteca de libros esotéricos, y después
de esta iniciación no sólo puede entrar en contacto con el Maestro, al que
está vinculado y con el cual ha trabajado conscientemente durante largo
tiempo, sino también con los Chohanes, el Bodhisattva y el Manu, ayudándolos en
cierta medida.
Además, debe captar
intelectualmente las leyes de los tres planos inferiores y aplicarlas para
ayudar al plan de la evolución; estudiar los planos cósmicos y dominar sus
gráficos; llegar a ser un conocedor de las técnicas esotéricas, y desarrollar
la visión cuatridimensional, si aún no lo ha hecho. Debe aprender a dirigir las
actividades de los devas constructores, y al mismo tiempo trabajar
continuamente en el desarrollo de su naturaleza espiritual; empezar a coordinar
rápidamente el vehículo búdico y, al coordinarlo, desarrollar el poder de
síntesis, al principio en pequeña medida y gradualmente en forma más detallada.
Al recibir la cuarta iniciación, el iniciado
domina perfectamente el quinto subplano, por lo tanto, es un adepto (usando el
término técnico) en los cinco subplanos inferiores de los planos físico, astral
y mental, y está en camino de dominar el sexto. Su vehículo búdico puede actuar
en los dos subplanos inferiores de tal plano.
El hombre que recibe
la cuarta iniciación, la
Crucifixión , suele tener una vida de gran sacrificio y
sufrimiento. Es la vida del hombre que hace la Gran Renunciación ,
y que aún exotéricamente es considerada difícil, intensa y penosa. Todo lo
abandona, hasta su perfecta personalidad misma, sobre el altar del sacrificio,
y queda despojado de todo. Renuncia a amigos, dinero, reputación, carácter,
posición, familia y hasta a la vida misma.
Las Iniciaciones finales.
Después de la cuarta
iniciación, no queda mucho por hacer, El dominio del sexto subplano prosigue
rápidamente, y se coordina la materia de los subplanos superiores del búdico.
Al iniciado se le permite tener una más íntima fraternidad en la Logia , y su contacto con los
Devas es más completo. Va agotando rápidamente los recursos del Aula de Sabiduría,
y dominando los más intrincados planes y gráficos. Se hace muy versado en la
significación del color y del sonido; puede manejar la ley en los tres mundos y
hacer contacto con su mónada, con más libertad que la mayoría de la raza humana
con sus Egos. Tiene también a su cargo gran trabajo; enseña a muchos
discípulos; ayuda en muchos planes, y reúne bajo su dirección a quienes deben
ayudarlo en el futuro. Esto se refiere únicamente a los que se quedan para
ayudar a la humanidad en este globo. Más adelante nos ocuparemos de algunas
líneas de trabajo que se extienden ante el Adepto, si trasciende el servicio en
la Tierra.
Después de la quinta
iniciación, el hombre se ha perfeccionado en lo que se refiere a este Esquema,
aunque si lo desea puede recibir otras dos iniciaciones. Para recibir la sexta
iniciación, el Adepto debe hacer un curso muy intenso de ‘ocultismo planetario’.
Un Maestro aplica la ley en los tres mundos, mientras que un Chohan de la sexta
iniciación, lo hace en la Cadena en todos los niveles. Un Chohan de la séptima
iniciación aplica la ley en el sistema solar.